A punto de concluir 2008, los creyentes cristianos se aprestan a celebrar la Navidad a pesar de los negros augurios y de la catastrófica situación de la economía. Psiquiatras y neurocientíficos advierten de que, en momentos de crisis, el pánico financiero es un factor más peligroso para la sociedad que las propias fluctuaciones del mercado.
El miedo lleva a no consumir, no invertir y evitar nuestros proyectos. Buena parte de culpa de esta coyuntura la tienen los medios de comunicación que no cesan de enviar a las gentes mensajes de lo más apocalíptico. Estos mensajes pueden provocar que la gente se desespere y acuda a las consultas de los psicólogos y consuma vorazmente ansiolíticos.
PRUDENTES Y PREVISORAS
Sin embargo, hay personas lo suficientemente prudentes y previsoras que no se creen del todo estos mensajes y no se dejan arrastrar por la confusión y el pesimismo. En ciertos ambientes se respira una necesidad de superar estos miedos ante el paréntesis de las fiestas y de adoptar una actitud positiva.
Ahora bien, no es lo mismo estar sometido a la influencia de mensajes negativos que vivir una realidad pesimista. Es más lógico, por ejemplo, que una persona que se haya quedado sin trabajo experimente trastornos psicosomáticos y tome pastillas para conciliar el sueño. Está demostrado científicamente que los parados tienen mayores riesgos de morir que las gentes que disfrutan de un estatus de tranquilidad. Las conductas de riesgo y agresividad de los parados se traducen también trastornos sexuales y riesgo de adicciones al alcohol y a las drogas.
Los psicólogos manejan no obstante ante esta pérfida coyuntura una herramienta optimista sustentada en el concepto de “resiliencia”, tomado de la Física. Se refiere a la cantidad de energía que puede devolver un material elástico sin absorberla. Trasladado al ámbito de la psicología, las personas flexibles y con capacidad de adaptación pueden lograr convertir los trances económicos en una ocasión de superación que les lleve a salir altamente reforzadas.
La inminente celebración de las fiestas navideñas, por ejemplo, hará que la “resiliencia” recupere protagonismo, a pesar de que las perspectivas de futuro, según las previsiones de todos los organismos internacionales, que vaticinan que la contracción será aún más fuerte en 2009.
El negro panorama no debe impedir que se mantenga la calma después de haber conocido determinadas medidas de mejora de la situación.
La bajada del precio del petróleo; los tres recortes de los tipos de interés adoptados por el Banco Central Europeo en menos de dos meses, entre octubre y diciembre, que han dejado el precio del dinero en la eurozona en el 2,5% (su nivel más bajo desde mayo de 2006) y la decisión de la Reserva Federal de EEUU (FED) de dejar los tipos de interés casi al 0 por ciento, son una muestra clara de que también hay mensajes optimistas de cara a las festividades decembrinas.
RESTAURANTES Y TIENDAS
Hasta hace unos días, el ambiente en el comercio y la hostelería españoles era de gran negativismo pero, a medida que se van acercando las fechas de las celebraciones, la realidad demostró que no hay por qué echarse a temblar.
A estas alturas es difícil encontrar una mesa en un restaurante de cierta categoría para una celebración navideña de los empleados de una compañía, las costosas viandas para las cenas familiares –que ya han comenzado a disparar sus precios- hay que encargarlas con antelación en tiendas y mercados pues corren el riesgo de agotarse, y algunos de los regalos más demandados para Papá Noël y Reyes Magos ya no quedan en los establecimientos del sector y habrá que esperar a que se repongan en los estantes.
De cara a la galería, algunas personas comentan con los compañeros de trabajo o los amigos que la situación no está como para tirar cohetes. Sin embargo, cuando se empieza a hablar de la cena navideña, se alude al tópico de “una reunión familiar pero sin lujos”. Pero ello no supone que se priven de nada esa noche la mayoría de las familias.
Lo normal es que no falten en las mesas los entremeses variados, los langostinos dos salsas, los patés de selección, los platitos de jamón –si puede ser de “para negra” mejor que mejor- y lomo ibérico, las ensaladas de verduras exóticas, el carísimo besugo al horno, el pavo relleno y los dulces típicos de la época (turrones, polvorones, mazapanes, peladillas, piñones…). Todo ello regado con vinos blancos, tintos y cavas de crianza o reserva.
Y al final de la velada, copitas de anís o de licor mientras se cuentan chascarrillos, surgen los recuerdos de tiempos pasados –que siempre fueron mejores, para algunos- y se cantan villancicos para ahuyentar la crisis: “Hoy es Nochebuena y mañana Dios dirá..”.
Los más piadosos en los lugares de culto católico concluyen la celebración con la Misa del Gallo, donde los oficiantes suelen transmitir mensajes de optimismo.
Como ha dicho en su último libro, “Contra el pesimismo” el cardenal arzobispo de la ciudad sureña de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, aunque “nada hay perfecto, asumamos el riesgo de poder vislumbrar, al menos, algún resquicio por el que se cuele, como de rondón, un poco de luz, de felicidad”. Y ante la afirmación recurrente de que algo “no puede ser y además es imposible”, el prelado se muestra convencido de que es “al revés: es posible y además se debe, al menos, intentar, porque el hombre ni quiere ni puede renunciar al sueño de una vida feliz”.