Termina 2024. ¿Qué nos deja?
Un país cada vez más roto por la confrontación, esa que ni siquiera es política o ideológica, sino larvada en el resentimiento, en la envidia y el deseo de acabar con el de enfrente, que no es visto como contendiente. Más bien como el enemigo.
Una economía en caída libre, con un déficit comercial creciente, explicado por la sistemática baja en la producción y precio internacional de bienes y servicios de exportación, agravada por la impericia a la hora de negociar, de los funcionarios a cargo. Con un subempleo rampante y vejatorio, una inseguridad jurídica y ciudadana que en nada conntribuyen a mejoorar las expectativas de bienestar futuro.
Para rematar, la política monetaria exhibió en 2024, uno de los comportamientos mas desordenados de los últimos años. En efecto, la veleidosidad en las decisiones del directorio del Banco Central, provocó que, junnto al inusual deslizamiento del tipo de cambio en los últimos meses y el encarecimiento de las tasas de interés provocada por la subida abrupta de la TPM, el deterioro en la liquidez bancaria genere aun mayor incertidumbre en los ya asustados agentes económicos.
El gobierno central se esfuerza en mostrar resultados. La presidenta, inicialmente callada y parca, comenzó en septiembre una ofensiva mediatica en la que, día tras día, anuncia sus acciones en favor de los más pobres. Pero sus esfuerzos se difuminan al ritmo de las pifias en que caen sus colaboradores.
En educación nada que mostrar: las mas de 20 mil escuelas continúan en su inmensa mayoría sin energía y saneamiento. El ministro, pese a sus buenas intenciones, se ve limitado por el exiguo presupuesto otorgado. Como avezado dirigente gremial que es, se las ha arreglado para que no haya huelgas, pero ¿Y el acceso a tecnologías? ¿La capacitación a los docentes? ¿La merienda escolar? Sigue el sector huerfano de las cosas que requiere el futuro del país para darnos esperanza.
En salud nada bueno que decir. La señora que “lidera” esa secretaría se distingue menos por sus capacidaddes profesionales que por su lenguaje procaz y el histrionismo de sus arranques de furia. Para premiar su indecoro, la presidenta la nombró lider de una comisión que interviene por enesima vez al Instituto Hondureño de Seguridad Social, un ente condenado al descalabro debido a la sempiterna corrupción e ineficacia con que ha sido manejado.
En infraestructura las cosas marchan como siempre. El joven ministro, un profesional de primer nivel, que muestra, no solo eficiencia, pero también deseos de hacer bien su trabajo, ha logrado poner al día la deuda pendiente en buenas carreteras, caminos de acceso y otras obras tan necesarias para el desarrollo. Se las ha sabido arreglar para evitar la involuntaria conspiración que ejercen sobre él sus “socios” de SEFIN. Punto positivo para doña Xiomara.
El tema ambiental y de gestión de riesgos, las cosas continúan en guardabajo. No fueron huracanes, ni siquiera tormentas de gran magnitud las que asolaron el territorio durante 2024. Sin embargo, la destrucción y daños colaterales fueron similares a los de ETA e IOTA. ¿Por qué no aprendemos de las lecciones de tragedias pasadas? ¿Qué nos hace tan testarudos?
Para finalizar, es menester hablar del proceso electoral. Sin una buena democracia no hay posibilidades de gobernanza y mejora social. Pero al respeco, todo discurre como siempre, sin el menor asomo de voluntad de cambio. Nada hace pensar a la población que esta vez habrá más apertura. Los 3 partidos hejemonicos se escuecen y desangran para mantener secuestrada a una ciudadanía cada vez más catatónica y abúlica. En resumen, seguiremos como siempre, en la cabeza del esperpento, sin salida ni esperanza por otros 4 años.
¡Que se va a hacer! A seguir esperando que Dos nos inspire o ampare.
No me atrevo a decir feliz 2025, está claro que la felicidad no es para todos. Solo deseo un año más democrático que el que se nos va. Eso ya es demasiado.