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El muralista nato que da vida a la piedra

Tegucigalpa / Especial Proceso Digital / Por Isis Rubio – ¿Quién es el muralista que esculpe la piedra que impresiona a los capitalinos que admiran sus obras expuestas en la galería de la vía pública?

– “El arte no es para obtener ganancias, es para sacar lo que uno lleva dentro”, asegura el escultor.

¿Quién es ese artista que de la noche a la mañana transforma un árido muro callejero en un espacio de infinita belleza que derrama gotas de aliento en medio de una pandemia que abate a los capitalinos?

Don Alejandro David Espinoza Salinas de 43 años, crea su obra en el viejo bulevar Comunidad Económica Europea, una vía que interrumpe su estela gris, marcada a lo largo de su trayecto por actos violentos, accidentes brutales y tantos desencuentros, con su arte en el que mezcla paisajes tradicionales, con símiles de figuras mayas.

Don Alejandro David Espinoza Salinas de 43 años, escultor nato hondureño.

Este artista autodidacta realizó estudios en el icónico instituto Central Vicente Cáceres y luego en el Jesús Aguilar Paz y aunque no logró graduarse debido a las necesidades económicas, si recibió conocimientos que le han servido en la cotidianidad en la que ha desempeñado múltiples tareas para sacar adelante a su familia.

Don Alejandro reside en la colonia Tres de Mayo de Tegucigalpa, una zona vulnerable y populosa en la que junto a sus dos hijos y su esposa comparten el hogar al que lleva los pequeños aportes que le brindan quienes admiran su obra.

Orgulloso cuenta que su hija es graduada de la Universidad Pedagógica Francisco Morazán (UPNFM), con especialidad en Ciencias Naturales, mientras su hijo de 13 años cursa el séptimo año en el Instituto Abelardo R. Fortín.

Este hombre que refleja plenitud pese a las carencias económicas rememora su infancia y dice que, aunque hubo carencias puede decir que fue una etapa feliz que recuerda con agrado.

“Las necesidades siempre van a estar, lo que se necesita es tener fe para poder salir adelante”, dijo Alejandro David Espinoza

“De pequeño decía que quería ser médico, al final no pudo, pero tengo este talento que también es para servir a los demás», dice satisfecho.

Y entre la rutina y los sueños, Alejandro decidió no quedarse en casa durante la pandemia que ha generado devastación en Honduras y en particular en Tegucigalpa, uno de los epicentros por la cantidad de afectaciones. Por ello intensificó su trabajó en los muros aledaños al boulevard en los que por meses y más, durante el confinamiento, ha podido realizar su obra.

“Las necesidades siempre van a estar, lo que se necesita es tener fe para poder salir adelante”, dijo reconociendo los aportes de los transeúntes.

«Yo esto lo hago porque me gusta, me nace, lo descubrí poniéndome a tallar la piedra»

Su arte, dice Alejandro, nace de la pasión y de lo interno de su ser.  “Nunca he sacado un curso y creo que es mejor porque uno demuestra así el talento natural, en mi mente no hay un libro que me diga cómo hacer las cosas, yo solo hago la forma de hacerlo, muchas veces lo que hago es ver la imagen y luego la hago y me sale tal y como la vi o me la imagine”, relató.

Agregó que él hace su arte porque le gusta. “Yo esto lo hago porque me gusta, me nace, lo descubrí poniéndome a tallar la piedra, solo me hago la idea que es lo que quiero hacer y lo hago”, aseveró.

Su espíritu se nutre de ver a otros disfrutar su obra. “lo que me anima a seguir adelante, es ver a las personas que se paran en sus vehículos o cuando van a pie y me dicen que tengo talento, que está quedando bien o que va quedando bonita”.

“La gente que pasa me regala una propina o me traen alimentos, lo que tienen voluntad, ese aplauso del público no tiene precio”, subrayó.

Amor que embellece

Alejandro dice que una inspiración especial en su obra es la cultura maya de la que siempre fue un apasionado, especialmente en su época de niño.

“Cada estructura que voy haciendo la hago con amor, amor a mi país, a mi familia y a lo que Dios me dió, mucha gente me dice dedíquese a venderlo, pero yo lo hago para embellecer la ciudad, que conozcan el talento que uno tiene”, arguyó.

Este artista piensa en la posibilidad de extender su obra a otros muros en otras ciudades y llevar a ellas la belleza de su obra por lo que sueña con alguien que auspicie su trabajo el que hace con rústicas herramientas, muchas de ellas también forjadas por sus manos.

Alejandro dice que una inspiración especial en su obra es la cultura maya de la que siempre fue un apasionado, especialmente en su época de niño.

Para él, su vida está en Honduras, forjando sus obras cada día y pese a las circunstancias, muchas veces complicadas, dijo que nunca ha pensado en migrar. ” La migración es dolorosa, muchas personas optan por irse del país y no saben de los peligros a los que están expuestos, muchos pierden su vida, otros una pierna, un brazo y los que logran pasar la vida es difícil para ellos ya que se pierden de lo más hermoso que Dios nos dio que es nuestra familia, los momentos que se puedan pasar se deben de disfrutar al máximo”

La gente que pasa le regala una propina o le lleva alimentos, expresándole su admiración por su obra

“Yo nunca tuve el deseo de irme, muchos amigos me han dicho que nos vayamos y yo les digo que no porque en mi país, aunque sea pobremente siempre hay comida en la casa, aunque sea un tiempo, pero se consigue”, reseñó.

Espinoza hizo un llamado a la juventud hondureña a no desaprovechar el tiempo, alejarse de los vicios. “Yo estuve sometido al vicio y le pedí a Dios que me sacara de eso, si les gusta el arte denle vida, quizás está oculto y no saben cómo expresarlo, el arte no es para obtener ganancias, es para sacar lo que uno lleva dentro”, puntualizó.

(ir)

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