Saltaba, retozaba y vivía jocundo el día a día, cantando al viento, agradecido por tenerlo todo, aquel grillo feliz, relajado y musical. ¿Qué podía preocuparle si la madre naturaleza provee todo desde la mañana a la tarde estival en aquel campo ubérrimo y provisorio.
Una sola inquietud ensombrecía su fiesta perpetua: el paso incesante de aquellas hormigas necias, que trabajaban de corrido, sin descanso, proveyendo al hormiguero de viandas y objetos para protegerse ¿De qué? Pues no sabía.
-¿Por qué se afanan tanto? -Preguntó un día el grillito a una obrera- si las hojas crecen y sobreabundan. Basta alargar la mano y comer lo que te plazca. Porque llegará el invierno frío y entonces no tendremos nada -contestó la hormiga sin detenerse- hay que prepararnos para la escasez.
¡Que tontería es esa! Falta muchísimo para el invierno y la vida es corta. ¡Hay que disfrutar mientras podamos! Fue la pródiga respuesta del grillo cantor. Pero la hormiga siguió trabajando y llegó el invierno a llevarse la alegría y también la vida de nuestro trovador.
La moraleja es clara: solo el trabajo, la inversión y sobre todo el ahorro garantizan una vida fructífera y sin sobresaltos. Esa es la diferencia entre los países ricos como Corea, Irlanda o Japón y los aquellos que, como Honduras, seguimos dando tumbos, manteniendo empobrecida a nuestra población.
La semana recién pasada, el Congreso Nacional aprobó ¡Ya era hora! La denominada Ley del Fondo de Reserva Laboral que regulará las aportaciones que los trabajadores hacen para salvaguardar su ingreso en caso de cesantía u otra contingencia laboral. Es un paso muy importante en la salvaguardia del empleo asalariado, pero sobre todo, es un buen comienzo en el duro camino de la generación de una cultura de ahorro en el país.
El fondo se nutrirá mediante los aportes patronales y también de los trabajadores; irá a cuentas individuales y se capitalizará mediante las adecuadas inversiones que haga el Régimen de Aportación Privada (RAP). Ojalá y este esquema sea manejado de manera transparente y evite hacer inversiones inadecuadas que afecten el patrimonio de los ahorrantes. Esperemos también que este ahorro permita generar algún tipo de inversión rentable en el largo plazo.
¿Quién se toma el tiempo para pensar en el largo plazo? A quienes lo hacen les endilgan el mote de soñadores, poco prácticos, nefelibatas… quizás olvidan que ese largo plazo es la suma de las inmediateces, que una década es un suspiro y que solo la persistencia en las ideas y el trabajo en pos de los sueños lleva a individuos, empresas y países al bienestar general.
¿Quién piensa en lo que sucederá en 20 años si no tenemos que comer para mañana? Tal vez si después del paso desolador del huracán Mitch hace 25 años, hubiésemos elegido a cinco gobernantes con equipos visionarios, comprometidos, inteligentes y humildes, muchas de las penurias vividas serían solo un mal sueño y no la horrible realidad con que nos toca caminar día a día.
¡Pero basta de lamentos! Se requiere visión y acción continua y determinada para salir del agujero en que el país se encuentra. Se pueden plantear 3 elementos claves que, desde la perspectiva de la ciencia económica clásica, ayudarán a salir al país del atolladero.
Lo primero, ya lo dijimos, es el fomento al ahorro. Ningún individuo o sociedad tienen futuro si no cultivan el hábito de sacrificar consumo actual por por el futuro. La ley aprobada la semana pasada es buen comienzo, pero es fundamental que veamos este tipo de ahorro como un instrumento de desarrollo y una garantía para un porvenir distinto al presente.
Lo segundo es el estímulo adecuado a la inversión. A la pregunta ¿Cómo se debe utilizar el ahorro? La respuesta obvia es: con proyectos verdaderamente rentables, que incrementen la riqueza de todos y todas. Se requiere, entonces, crear un entorno amigable a los emprendedores; pero para ello es necesario mejorar los servicios públicos, es decir, salud, educación infraestructura y también justicia y seguridad de las personas y propiedades. Eso me lleva al tercer punto: Una burocracia efectiva.
Fue el economista y sociólogo aleman Max Weber quien introdujo en el análisis formal el papel de la burocracia como entidad fundamental en el desarrollo de los países. Si lo que se busca es que el estado sea un aliado de la ciudadanía, es fundamental que se conforme por un equipo capaz, motivado y bien dirigido. ¿Puede lograrse esto en poco tiempo? ¡Claro que sí!, pero solo si entendemos que solo con visión y trabajo decidido es que los hondureños podemos evitar que ser el grillo de la fábula.