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El escenario sobre el que han montado su teatro no es para eso, recuerda el padre Juan Ángel a políticos

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Tegucigalpa – Hace años que el pueblo hondureño está presenciando enfrentamientos por posturas políticas, y nada de su manera de proceder está justificada por las normas de la ética y las buenas costumbres, recordó el vocero de la Conferencia Episcopal, padre Juan Ángel López.

 “No podemos controlar lo que sucede, pero sí nuestra reacción ante ello”, expuso el religioso en su columna de reflexión en la que anotó que piensa en todo lo que estamos viendo, no en los últimos días o meses, sino en los últimos años, a nivel de los que dirigen el país.

“Bueno, si se le puede llamar dirigir a eso que hacen porque no se sabe ni para dónde vamos”, expuso al tiempo que recordó que la población tiene años de estar presenciando un enfrentamiento entre dos posturas políticas antagónicas incapaces de dialogar y de pensar en nadie más que en sí mismos y en los dueños de sus partidos.

A renglón seguido, el padre Juan Ángel López, subrayó que tampoco aplica que como “los otros lo hicieron, también lo hacemos nosotros”, porque en ese juego al final los que perdemos somos todos.

Payasadas

A criterio del padre, la clase política que dirige la política en el país tienen que entender que en política no todo se vale y que siguen tirando por tierra todas las aspiraciones de un cambio que depositó la población, que aspiraba a tener un cambio para bien y no de uno para peor.

En su escrito el vocero de la iglesia católica remarcó que eso de hacer payasadas parece ser la consigna de la mayoría, aunque por supuesto no todos.

Y esas “payasadas de los señores políticos de nuestro país, no debe ser visto como algo de nuestro diario vivir. Les insistimos por enésima vez que cuando uno va al circo es para disfrutar y pasar un buen rato, pero que el escenario sobre el que han montado su teatro no es para eso, sino para construir un mejor país, encontrar consensos y proponer algo mejor para todos”.

Finalmente, apunta que esas payasadas, de ayer y de hoy, son el producto, sin duda, de la inmensa carencia que “tenemos en el país que no se justifica en la pobreza material, pero que es el peor de los déficits que tenemos: la pobreza moral”. LB

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