Tegucigalpa – Una acelerada devaluación del lempira frente al dólar en combinación con un pírrico ajuste al salario mínimo y un constante aumento en el precio de los productos de la canasta básica, en el mejor de los escenarios estos elementos combinados aprietan los bolsillos de los hondureños.
– Casi a diario se reportan incrementos en los precios de los productos de la canasta básica, lo que asfixia las economías familiares que solo encuentran un escape a la realidad del país en la migración irregular.
– La canasta básica se cifra en 15 mil lempiras, muy por encima de un salario mínimo promedio.
En los casos más comunes el desempleo como bandera, es decir, sin una fuente de ingreso, lleva a los hondureños a vivir una cruenta realidad en la que el dinero ya no alcanza para cubrir las necesidades básicas que den dignidad humana a las personas.
Lo anterior es producto de una multicrisis originada desde la estamenta política del país que lejos de buscar soluciones comunes interpone sus ideologías e intereses personales.
Desde las calles de la capital Proceso Digital conoció esta dura realidad de todos los hondureños, quienes para ajustar la canasta básica deben desajustar otra necesidad, en muchos de los casos se ven obligados a descuidar la salud.
“El dinero no alcanza”
Leticia Cerrato, viaja cada semana en bus desde la colonia Canadá, hasta la quinta avenida de Comayagüela, donde pretende encontrar precios más bajos, una realidad que ya solo existe en su imaginario, en esta ocasión se regresó a su casa con las manos vacías ya que buscaba un medicamento por el que hasta hace unas pocas semanas paga 800 lempiras, pero hoy cuesta mil 200 lempiras, narró a Proceso Digital la capitalina.
Con 62 años de edad ya no puede aspirar a un trabajo en Honduras, su sustento económico yace en la voluntad de sus tres hijos y en la tarifa que su esposo pueda hacer como taxista.
Entonces ahora, debe desajustar lo que destinaba para la canasta básica para poder ajustar su necesario medicamento el cual le permite tener vida desde el año 2006 cuando fue diagnosticada con diabetes.
Su ingreso económico son 300 lempiras, que es la tarifa que su esposo puede percibir como taxista; sus tres hijos, dos de ellos mujeres ya casadas y un varón soltero le ayudan, pero no se trata de un ingreso fijo, sino más bien de algo voluntario, esta es su realidad, no muy distinta de la miles de hondureños.
Con sus pocos ingresos debe “hacer malabares”, en sus palabras, para poder comprar comida y sus medicamentos, pero hoy toca “tapar un hoyo y después pensar en rellenar otro”, dijo respecto al desajuste que debe hacer para comprar su medicamento.
Ir a comprar sus medicamentos al mercado es “técnica de pobre”, según ella, ya que buscarlo en farmacias es caro. No obstante, el escenario lógico es que ella reciba este medicamento de forma gratuita cuando acude a consulta médica, pero esto ya no es una realidad en Honduras.
Futuro incierto
Para esta hondureña el futuro es incierto ya que el combustible registra aumento de precios cada semana, al menos en las últimas semanas ha sido así, eso tiene un impacto directo en su economía familiar ya que su esposo ahora percibe menos ya que el taxi que conduce no es propio y debe entregar una tarifa al dueño con 65 años su esposo es la única forma que tiene de llevar ingresos a su hogar, pero estos disminuyen cada vez más.
Su enfermedad se agrava y sus hijos ayudan “hasta dónde pueden”, ya que también tienen sus propios hijos.
La canasta básica se cotiza en los 15 mil lempiras, una cifra que no percibe ni en un mes bueno para ella, una ayuda inmediata sería que vuelva a recibir sus medicamentos de forma gratuita como sucedió en el pasado.
“Todo está caro, el dinero ya no alcanza”, sollozó ante la cámara y micrófono de Proceso Digital en un intento desesperado por retratar la dura realidad que vive y que no es diferente para miles de hondureños.
Escaladas de precios
Doña Martha también acude a los mercados de Comayagüela en busca de productos a menor costo, pero después de años de esta práctica aceptó que ya no hay nada barato, que las ofertas no existen y que al contrario, existe una escalada en los productos.
Ejemplifico a Proceso Digital que ella ha notado un acelerado incremento en los precios de las verduras. Ejemplificó que la papa la compraba un precio el año pasado y hoy está a otro precio más elevado.
En su caso, acude a los mercados por comestibles, es decir los productos de la canasta básica, misma que cubre con los pocos ingresos de una pensión después de años de servicio como empleada pública.
“Ahorita está difícil la situación”, expresó al tiempo que compartió que también debe destinar recursos para medicamentos ya que no los recibe de forma gratuita, aunque debería, cada vez que va a consulta médica y acude a la farmacia, en este caso del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), solo recibe la expresión “no hay”.
Pese a contar con un ingreso como pensionada, la situación es difícil para esta hondureña ya que el Estado no cumple su parte, como el acceso a la salud gratuita.
Aun así esta hondureña forma parte de los denominados “privilegiados” que cuentan con un ingreso económico, más cercanos a todos se encuentran otros hondureños que no tienen ingresos y deben afrontar esta dura realidad como puedan.
Nadie escapa a esta realidad
Mercedes Ramos, con 85 años, desde adolescente inició a vender productos en la quinta avenida de Comayagüela y aunque es dueña de su puesto, no escapa a la realidad, la vive desde un escenario diferente, como comerciante, pero también se ve afectada. Este año ofrece uniformes escolares y confesó a Proceso Digital que pese a mantener los precios, es decir casi renunciar a una ganancia, en varias ocasiones ha tenido que regalar los mismos ya que los comparadores no ajustan.
Mucha gente pide rebaja, eso no deja un margen de ganancia al comerciante, apuntó.
Sin embargo, en su corazón dijo sentirse bendecida, pero aceptó que la realidad es difícil y cada año parece ser más dura.
En promedio un uniforme escolar ronda entre los 400 y 600 lempiras, dijo, pero la gente siempre pide rebaja y para cuidar la clientela hay que darles para aspirar a que vuelva, es la única forma, exclamó.
Nuevo trancazo
La Asociación de Defensa de la Canasta Básica de Honduras (Adecabah), notificó el viernes un aumento de 100 lempiras por cada quintal de frijol en los mercados de la capital.
“El mes de enero hemos empezado con pie izquierdo porque los golpes son certeros para los consumidores”, señaló el presidente de Adecabah, Adalid Irías, al revelar que el quintal de frijol rosado pasó de mil 800 lempiras a mil 900 lempiras en los mercados capitalinos.
Los frijoles rojos también reportan un aumento de 100 lempiras, ya que se cotizan en la actualidad a mil 800 lempiras el quintal.
“Esto colateralmente significa que la medida (de 5 libras) que estaba entre 90 y 95 lempiras, ya se está cotizando a 100 lempiras, si lo compramos en bodega, en reventa este precio podría ir más arriba”, indicó Irías.
Trancazos como este son casi cotidianos en los productos de la canasta básica, que pese a los esfuerzos de las autoridades por regular su precio, el costo varía según conveniencia de sectores y también como una consecuencia directa de otras acciones inevitables como el incremento al precio de los combustibles.
Sin defensa el bolsillo del pueblo hondureño y eso asfixia las economías familiares detonando cada vez en acciones de escape a la realidad como la migración irregular, es así la cruenta realidad del pueblo hondureño. PD