Por Alberto García Marrder
Especial para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras
Los columnistas Jess Bidgood y Adam Nagourney del “The New York Times” opinan que el Partido Demócrata necesita una autopsia para averiguar por qué ha sufrido su peor derrota electoral en 40 años.
Sin necesidad de esa autopsia, un análisis provisional, nos lleva a la conclusión que Harris trató de inspirar un programa muy progresivo cuando su electorado es muy conservador. Y que minorías que se esperaban que le iban a votar, la de los latinos y negros, no lo hicieron o se abstuvieron.
Y desde luego, el presidente Joe Biden fue un lastre y decidió muy tarde en no ir a la reelección y dejarle a su vicepresidenta la función.
Donald Trump regresa a la Casa Blanca con todo el poder, con el Senado controlado y posiblemente hasta con la Cámara de Representante. Y con una mayoría en el Tribunal Supremo que lo va a necesitar y con el voto popular y del Colegio Electoral. Todo un absoluto poder y bien ganado.
El propio Trump lo ha advertido. “Seré un dictador el primer día.” El resto ya lo veremos. Yo voy a seguir sus pasos en Ucrania y esperar la cancelación de la ayuda norteamericana a ese país que se defiende de la invasión rusa que ya dura más de dos años y cuyo líder, Vladimir Putin es amigo de Trump.
Presumo que Trump presionará por un acuerdo de paz en Ucrania que respete los territorios ucranianos ya ocupados por los rusos en el noreste del país, además de la península de Crimea. A lo que Kiev se negará.
La revancha de Trump será muy amplia, especialmente contra el Departamento de Justica por los cuatro juicios que le pusieron. Y un fiscal, Jack Smith, será el más perjudicado. Y cierta prensa, especialmente el diario “The Washington Post” será uno de sus objetivos prioritarios.
Falta por ver como Trump cumpla con sus dos promesas electorales y controvertidas: las deportaciones de indocumentados y aranceles de un 20 por ciento a las importaciones, especialmente chinas.
Los latinos le votaron a pesar de haberles llamado “basura” y de comer perros. Les importa la economía y estiman que “el machote de Trump” va a bajar la inflación. Y sobre las deportaciones no creen que les va afectar. Si saben que, si hay aranceles, la cesta de la compra será más cara. Y votar por una mujer, no les entra aún.
Kamala Harris no logró despertar el entusiasmo suficiente entre el electorado, ni entre las mujeres. Por mucha sonrisa que desperdigaba o teorías de izquierda.
Y el Partido Demócrata necesita buscar un nuevo líder o lideresa que no se llame Kamala. Y aguantar todo lo que venga de un tal Donald. Y con mucha fuerza. Y en Washington hay una pánico generalizado y lo explica muy bien David Alandete, corresponsal del diario madrileño ABC en Washington: La profunda depresión colectiva que parece haber descendido sobre la Casa Blanca y sobre el resto de Washington tiene una razón más poderosa que el simple desdén por Donald Trump y su equipo. Una buena parte de estos funcionarios ven su futuro en duda, ante la promesa del presidente electo de desmantelar lo que él llama el estado profundo con despidos masivos y reubicaciones forzosas.
El programa de Trump, titulado ‘Agenda 47’, promete «desmantelar el estado profundo» mediante la «restauración de la autoridad del Presidente para despedir a burócratas rebeldes», a quienes Trump y muchos otros republicanos culpan de haber obstaculizado sus planes en su primer mandato”.