Por Alberto García Marrder
Especial para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras
Los cubanos han estado tres días sin electricidad y ante las “caceroladas” de protestas callejeras, el gobierno ha advertido que se viene una mayor represión “a aquel que se atreva a romper “ la tranquilidad y decencia del pueblo”.
Es lo único que puede ofrecer una revolución fracasada tras 63 años, una mayor represión, porque las obsoletas plantas eléctricas ya no dan para más y habrá más cortes.
Y para que no quepa duda de la firmeza del gobierno, el presidente (puesto por Raúl Castro a dedo), Miguel Diaz- Canel, salió en televisión con el uniforme verde oliva para advertir de las consecuencias de las “caceroladas”.
Una periodista cubana amiga, cuyo nombre me ha pedido que no revele por miedo a represalias, me explica lo que son las “caceroladas”. “Es la única forma de protesta que tenemos después que se nos haya arruinado la poca comida que teníamos en el refrigerador. Cogemos una cacerola de la cocina y una cuchara grande, salimos al balcón y empezamos a hacer ruido, a pesar que la “gobernanta” o la “chismosa” del barrio está tomando nota de quienes son ”los revoltosos”, que en su mayoría somos mujeres hartas de los cortes y que tenemos que cocinar con carbón”.
Al gobierno cubano ya no le sirve el pretexto de echar la culpa al embargo estadounidense. Las plantas eléctricas existentes son de la época del gobierno de Fulgencio Batista y no se han mantenido actualizadas. Y países amigos de la revolución cubana, como Venezuela, México o Rusia, ya no pueden seguir ofreciéndole a Cuba carburantes gratis como antes. Y como fuentes de ingresos de divisas solo le quedan las del decreciente turismo, las exportaciones de caña de azúcar y el de las remesas de exiliados cubanos de Miami.
Entre 1959 y 2024, casi tres millones de cubanos han huido, casi un 18 por ciento de la población de la isla. Yo los he visto llegar a Key West (extremo sur de Florida) tras atravesar, en improvisadas balsas, los escasos 150 kilómetros que los separa del extremo occidental de Cuba, el único país comunista del hemisferio.
«La crisis del régimen no tiene precedentes, al punto de que la sensación de fin de ciclo se acrecienta, aunque no se tenga certidumbre sobre cómo será ese fin, quiénes serán los protagonistas y qué rumbo tomará el país. La gente está indignada y cansada de que le pidan sacrificios, pero al no existir canales de participación política y ser tan fuerte la represión, es difícil que la respuesta popular sea acorde a la gravedad del momento», constató para el diario madrileño “El Mundo”, Yaxys Cires, director de estrategias del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH).
Según ese diario, el gobierno de Díaz-Canel, “bajo la impronta de Raúl Castro, resolvió las últimas protestas, con la aplicación de un plan represivo que ha llenado las cárceles cubanas. Según “Prisoners Defenders”, ya son 1.113 los presos políticos en la isla, frente a los 1.936 de Venezuela, los dos países de América que encabezan tan siniestro ránking”.