Por: Luis Cosenza Jiménez
Recientemente Transparencia Internacional, TI, publicó su informe sobre la Percepción de la Corrupción en 180 países.
El informe no pretende medir exactamente la corrupción en los países, sino que la percepción que un grupo de personas, principalmente empresarios e integrantes de la sociedad civil, tienen en cuanto a la corrupción que impera en los diferentes países. Como país resultamos, una vez más, muy mal evaluados. Aparecemos en la posición 146, cercana al fondo, y en Centro América solo Nicaragua figura como peor evaluada que nosotros. En América, solo Nicaragua, Haití y Venezuela aparecen peor calificados que Honduras. De todos es sabido que desde hace ya más de una década, salimos muy mal ponderados. Prueba de ello es que, con excepción de la Administración Maduro, no hemos podido obtener el apoyo de la Cuenta del Milenio, precisamente porque no logramos reducir la corrupción. La reciente evaluación de TI ha motivado diversas reacciones, llegando algunos a afirmar que el resultado demuestra el fracaso de la MACCIH. Pero veamos en más detalle lo que nos dice TI en su informe.
Según TI, las medidas a tomar para combatir la corrupción incluyen la vigilancia y el control del financiamiento de las campañas políticas, el fortalecimiento de los pesos y contrapesos en nuestros gobiernos (o sea, el fortalecimiento del estado de derecho), y la participación de la ciudadanía en el proceso de toma de las decisiones fundamentales del país. En nuestro caso, es evidente que en los últimos años se ha concentrado el poder político en una sola persona, debilitando o eliminando los pesos y contrapesos. En cuanto al financiamiento de las campañas políticas, hemos presenciado más de una ocasión en la cual se afirma que ilegalmente se tomó recursos públicos para financiar las últimas dos campañas, sin que eso haya tenido consecuencia alguna para quienes cometieron el delito. Finalmente, en cuanto a la participación de la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones, es evidente que la mayoría de nosotros somos simples espectadores de las decisiones que toman otros. Según TI, si las decisiones son tomadas solo por los políticos y el poder económico, excluyendo la participación de la ciudadanía en el proceso, entonces se adoptará medidas que no favorecen el bien común y se incrementará la corrupción. No obstante, sorprendentemente y como consecuencia de este marginamiento me parece que está aflorando un proceso de consulta popular, promovido por la propia ciudadanía, particularmente en el ámbito municipal y generalmente dirigido a eliminar, o al menos reducir y controlar, los proyectos mineros y los que afectan el uso y control del agua. Este empoderamiento de la sociedad me parece un fenómeno muy interesante y que, de consolidarse, podría impactar muy positivamente en nuestra incipiente democracia.
Pero volviendo al tema de la corrupción, es importante recordar que al arreciar la lucha contra la corrupción, la percepción de corrupción típicamente aumenta. Cuando se ataca la corrupción, las noticias sobre el tema se multiplican en los medios de comunicación, por lo que la población percibe que la corrupción aumenta, aunque esto no sea así. No pretendo decir que en nuestro caso la percepción se ha incrementado, mientras que la corrupción ha disminuido. En nuestro caso, estoy convencido que tanto la corrupción, como la percepción de corrupción, han aumentado, pero es razonable suponer que la actividad de la MACCIH incrementó la percepción de corrupción. Sin embargo, lejos de ser esto evidencia del fracaso de la MACCIH, lo que evidencia es que, entre otras cosas positivas, la presencia de la MACCIH nos obligó a colocar el tema de la corrupción en primera plana. La MACCIH efectivamente contribuyó a combatir la corrupción, y como consecuencia se incrementó la percepción de corrupción. La salida de la MACCIH seguramente llevará a que se reduzca el esfuerzo por combatir la corrupción, lo cual probablemente resulte en una reducción de la percepción de corrupción el próximo año. Sin embargo, lejos de ser esto un factor que nos satisfaga y nos haga sentir optimistas, debería ser motivo de preocupación ya que la aparente buena noticia se deberá a que la lucha contra la corrupción ha pasado a segundo plano.
Al finalizar el convenio con la MACCIH, don Juan Orlando se ha apresurado a decirnos que está diseñando un nuevo sistema para fomentar la transparencia y combatir la corrupción. No obstante, desde nuestro punto de vista es inútil crear ese nuevo sistema sino existe la voluntad política para combatir la corrupción, y lamentablemente todo indica que esa voluntad no existe en el Ejecutivo, y menos en el Poder Legislativo. Yo confieso que estoy convencido que la ausencia de la MACCIH llevará al abandono, o al menos a la disminución, de la lucha contra la corrupción. Celebro la iniciativa del Fiscal General de crear una nueva unidad para combatir la corrupción, a pesar de que según algunos la nueva unidad tendrá menos autoridad e independencia que la UFECIC. Pero, en todo caso, una golondrina no hace verano. Es una lástima, pero todo indica que seguiremos inmersos en la corrupción y la impunidad. Ya las promesas no nos satisfacen. Además de la falta de credibilidad, recordemos que obras, y no palabras, son buenas razones.