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Consummatum est

Luis Consenza

Esas se cuentan entre las últimas palabras pronunciadas por nuestro Señor Jesucristo en la cruz, dando a entender que con su muerte se completaba lo profetizado en el Antiguo Testamento sobre el Mesías.  Con el devenir del tiempo, la frase se utiliza para señalar que un proceso ha llegado a su fin, y eso es lo que ha ocurrido con los contratos espurios para el suministro de energía y potencia aprobados por el Congreso Nacional.  Mediante uno de esos contratos una afortunada empresa podrá vender energía y potencia a la ENEE mediante una contratación directa, violentando en el proceso la Ley General de la Industria Eléctrica, LGIE, la cual estipula que las contrataciones deben hacerse mediante licitación pública internacional.  Pues bien, resulta que don Juan Orlando decidió enviar el contrato a La Gaceta y el 1 de octubre, se supo que el contrato ya había sido publicado, convirtiéndose así en Ley.  Consummatum est. No hay duda que este es un duro golpe a la lucha por adecentar nuestro país, pero no podemos darnos por vencidos.  Debemos continuar en la batalla a pesar de las dificultades.  Aprendamos de esta experiencia y veamos cómo podemos ser más efectivos en el futuro.

Me parece que lo primero que debemos entender es que nuestros políticos en las más altas esferas del gobierno han perdido todo pudor y vergüenza.  Ni siquiera intentaron desvanecer los argumentos de quienes hemos alegado que el proceso de adjudicación del contrato estuvo plagado de ilegalidades.  No les preocupa guardar las apariencias.  Están convencidos de que pueden hacer lo que deseen y que nosotros dócilmente agacharemos la cabeza.  Se han revertido los papeles.  Nuestros representantes se han erigido en nuestros amos.  Ellos deciden que debemos pensar y creer, lo que debemos hacer y a lo que debemos aspirar.  Poco importa que nos hayan sumido en un mar de corrupción, narcotráfico, ilegalidad, incompetencia y banalidad. Poco importa que actúen como mareros y nos extorsionen obligándonos a pagar contratos y concesiones leoninas que benefician a unos pocos.  Ellos son los dueños de la verdad y debemos obedecerles sin chistar.  ¡Triste situación la de nuestro país!

También pienso que no debemos subestimar a quienes se benefician personalmente de usufructuar el poder.  Saben cómo generar crisis, o aprovecharlas si ya fueron generadas por otros, para distraer y salirse con la suya.  Vea sino las condiciones en las cuales se da la reciente publicación en La Gaceta.  Estamos en medio de una pandemia, abrumados por acusaciones de corrupción relacionadas con la misma pandemia, en presencia de otra caravana para Estados Unidos, enfrascados en un debate referente a las ZEDES, y en discusiones sobre nuestro próximo proceso electoral.  Es en estos turbulentos momentos cuando se hace la publicación en La Gaceta.  Saben que la población está distraída con todos esos temas y se aprovechan para hacer sus sucios negocios.

Resta ver quienes alzarán sus voces frente a la consumación de este vergonzoso acto.  En particular, habrá que ver la reacción del COHEP.  Ellos entienden muy bien la ilegalidad que permeó toda la adjudicación del contrato, pero están en una difícil situación ya que los empresarios involucrados en la trama son miembros del COHEP.  Existe claramente un conflicto de intereses. ¿Optará el COHEP por pronunciarse públicamente sobre el caso? ¿Preferirá manifestar privada y discretamente su opinión?  Lo peor que podría ocurrir sería que decidieran no involucrarse del todo.  Eso los convertiría en cómplices en la ilegal trama.  La lucha contra la corrupción se beneficiaría de un pronunciamiento público del COHEP, pero entendemos que los intereses creados en este caso son poderosos, así que probablemente eso sería mucho pedir.  Sin embargo, démosles el beneficio de la duda y esperemos.

La decisión tomada por don Juan Orlando tendrá consecuencias negativas para el país.  Para comenzar, cierra las puertas al financiamiento de apoyo presupuestario por parte de los organismos financieros internacionales, OFIs.  Ese tipo de financiamiento se basa en la confianza en la palabra empeñada por el gobierno.  Claramente que un gobierno que se compromete a respetar la LGIE y luego la viola no puede tener en absoluto credibilidad.  Posiblemente haya algún financiamiento para proyectos, siempre y cuando las licitaciones no las maneje el sector público.  El caso de los contratos que venimos analizando ilustra claramente por qué el sector público no debe manejar licitación alguna.

Al final, el gran perdedor es el sector eléctrico.  Don Juan Orlando pasará a la historia como el mandatario que más daño haya causado al sector.  Se demoró seis meses en publicar la LGIE y en ese plazo propiciaron una piñata de PPAs carísimos.  El es el responsable de los leoninos contratos para el suministro de energía fotovoltaica y del contrato con EEH. Está cerrando con broche de oro con la publicación de un contrato surgido de la ilegalidad, aunque es posible que veamos otras “joyas” antes de que complete su ilegítimo segundo mandato.  Según se dice, ya se gestan otras negociaciones directas para proyectos en el Valle del Aguán y para la introducción de gas natural en el país.

El otro gran perdedor es el Congreso.  Es cierto que no goza de prestigio alguno, pero en el caso que nos ocupa ha puesto en evidencia que en efecto es una máquina lavadora.  Los procesos sucios e ilegales son enviados al Congreso y este, ni corto ni perezoso, rápidamente aprueba una ley que en efecto lava la suciedad de los procesos y blinda a quienes participaron en ellos.  Ni el Tribunal Superior de Cuentas, ni el Ministerio Público pueden proceder a deducir responsabilidades a los actores de estos actos ilegales ya que dejan de ser ilegales al aprobar el Congreso la adjudicación de esos contratos. ¿Qué le parece el sistema que han creado?  ¡No podemos negar que los corruptos son creativos!

Concluyendo, la lucha por adecentar nuestro país ha sufrido un revés.  Hemos perdido una batalla, pero no la guerra.  Recordemos la Plegaria de la Serenidad del teólogo y filósofo estadounidense, de origen alemán, Reinhold Niebuhr, que dice,

Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,

Coraje  para cambiar lo que soy capaz de cambiar,

Y sabiduría para entender la diferencia.

Ánimo.  No desfallezcamos.  Sigamos en la lucha.

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