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Confiscaciones a judíos financiaron descubrimiento

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Sevilla – Los bienes confiscados a los judíos financiaron en mayor parte el primer viaje de Cristóbal Colón, cuyo costo fue de aproximadamente 66 millones de euros.

– Colón pagó deuda personal  con 400  esclavos, pero los reyes de Castilla y Aragón anularon el vergonzoso comercio…

Cristóbal Colón buscó financiamiento para dirigir una armada a las islas de la Especiería, yendo del “levante al poniente”,  en la corte portuguesa, pero fue desestimado por  Joao II,  por el alto costo analizado por una junta de expertos en 1485.

Posteriormente  viajó a Castilla, donde logró acercarse a los reyes de Castilla y Aragón, Isabel y Fernando de Trastámara. Luis de Santángel, judío converso valenciano, mercader, prestamista del rey Fernando, influyó, prestó dinero y estuvo presente en  las capitulaciones de Santa Fe.

carabela de Colon

La Santa Hermandad, que protegía el comercio, pasaba por una mala racha económica. Por esa razón, Santángel prestó el dinero que aportó la Corona, mismo que ascendía  a un millón 140 mil maravedíes. Gabriel Sánchez, otro judío converso, prestó 17 mil ducados para la misma causa.        

Consta en el Archivo de Simancas (a 10 kilómetros de Valladolid)  la devolución de esa cantidad a Santángel, quien falleció en 1509.

Colón aportaría 500 mil maravedíes como parte de las Capitulaciones, pero dio la mitad que le prestó el mercader florentino, Juanoto Berardi, reconocido tratante de esclavos y representante de la Casa Medici.

Parte de esa deuda  fue pagada en febrero de 1495,  con un cargamento de 400 esclavos en el segundo viaje y cuyo comercio fue anulado por los reyes católicos, y según el testamento de Berardi  en diciembre de 1495, Colón le debía 180 mil maravedíes.

Colón se trasladó  a Huelva y llevó documentos reales para el Alcalde mayor y vecinos de la villa de Palos, condenados por “ciertos desservicios”, a que pusieran a su disposición  dos carabelas armadas a su costa.

las carabelas de ColonLa Santa María, la mayor de las tres carabelas. La nave encalló en la costa noreste del actual Haití el 25 de diciembre de 1492. EFE

Fue el deudor Martin Alonso Pinzón quien seleccionó La Pinta  y La Niña, carabelas construidas en la zona. La nao Capitana  había sido construida al norte de España, propiedad de Juan de la Cosa, que vivía en el puerto Santa María. Colón le cambió el nombre a Santa María. Sus costos ascendían a unos 100 mil maravedíes. Eran 88 tripulantes, entre ellos cuatro sentenciados. Los salarios de los capitanes eran de 35 mil maravedíes.

En su “Diario de a bordo” Colón, escribió que salieron de la barra de Saltés,  Palos a las ocho horas. Navegaron hasta Canarias, pero antes de llegar, La Pinta sufrió una avería. Fue hasta el domingo 12 de agosto, después de la reposición de  víveres, que pudieron salir las naves juntas desde La Gomera, puerto de San Sebastián.

El 9 de septiembre, cuando  habían pasado 40 días,  los viajeros comenzaron a alborotarse.

Desde el 20 de septiembre, cuando  el vino ya se había convertido en vinagre, las señales aparecían y desaparecían.

Por fin,  en la madrugada del viernes 12 de octubre, el marinero Juan Rodríguez Bermejo, conocido como Rodrigo de Triana (Sevilla) gritó a todo pulmón: ¡Tierra, Tierra. . Había ganado el premio, una pensión vitalicia, que le sería disputado nada más y nada menos, que por Cristóbal Colón.

El  Almirante  flanqueado de los hermanos Pinzón, Martín y Vicente, baja en una barca hasta una de las isletas llamada Guanahani,

El 14 de octubre los hombres, que según los nativos, habían caído del cielo, exploran la zona en el batel de la Santa María y las barcas de las carabelas. Eran más sencillas las canoas de los lugareños, que no salían de su asombro y les mostraban las islas vecinas.

Colón bautizó como San Salvador a Guanahani; a la segunda a la que llegaron, Santa María de la Concepción (cayo Rum); otra más extensa y llana fue bautizada como Fernandina. Entre estas islas encontró a un aborigen que trasladaba unas hojas secas que olían bien: eran de tabaco.

 

 

A  los cinco días  Colón  empieza a llamar indios, a los hospitalarios habitantes, porque creía haber llegado a la India oriental. El 19 de octubre,  encuentra otra isla de vegetación verde con agradable olor y agua transparente a la que nombra como Isabela. Otra más extensa Cibao(Cuba) a la que  llama Juana, en honor a una de las hijas de sus protectores. Colón cree que está cerca de Cipango y del reino del gran Khan. Los nativos antillanos  decían al rey Cavila y al pueblo Cami, y el interpretaba el gran Khan. Y Cibao como Cipango. 

El 21 de noviembre, Martín Alonso Pinzón,  se separa de la expedición y toma otro rumbo, desapareciendo por más de 30 días. 

Según el diario de Colón, el 25 de diciembre, un error del grumete que custodiaba el timonel de la Santa María, hizo que ésta encallara. Lo que quedó de la nao sirvió para la construcción del fuerte Navidad. Diego de Arana quedó al mando de 39 hombres.

Pinzón  volvió el 6 de enero de 1493 y Colón se negó a hacer las paces con el viejo marino, aduciendo que se había apartado por codicia al oro. El 16 de enero de 1493 las carabelas Niña y Pinta comenzaron el retorno. En la primera iban indígenas, plantas exóticas y papagallos.

El capitán de La Pinta llegó al puerto de Bayona, Galicia –al noroeste  de España-.

Colón entró a Honduras por Guanaja y salió por el Portal del infierno

Martín Alonso murió a los pocos días de haber retornado a Palos. Mientras, la tripulación de La Niña llegó a Portugal y Colón se entrevistó con el rey Joao II, que conoció de primera mano el descubrimiento.

“…Boluindo a España…con su vitoria, vino forçado de muy grave tormenta al puerto de la cibdad de Lisbona, adonde estaua el serenísimo rrey don Juan de Portugal…”

Colón estuvo 10 días en Portugal. Llegó a la barra de Saltes el 14 de marzo.

En abril de 1493, Colón es recibido por los reyes, con honores. Le otorgan un escudo real, lo sientan a su lado y empiezan a darle el título de Don y Almirante  de la Mar Oceana.

De los seis indígenas que sobrevivieron en el viaje de regreso, Colón deja uno a los reyes y se queda con cinco, que  vivieron en Huelva. Nunca volvieron a sus islas de origen. Igual sucedió con los esclavos liberados por orden real.

Cabe destacar que el segundo viaje de Colón fue organizado por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, con 17 embarcaciones. Aquí los préstamos fueron millonarios participando el duque de Medina-Sidonia. Los bienes arrebatados a los judíos fueron rematados en Medina de Campo. Pero también Fonseca dirigió otros viajes clandestinos.

 

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