El funcionario se solidarizó con los familiares de las víctimas y señaló que la muerte de los taxistas, en la forma impune como está sucediendo, es la respuesta del Poder Ejecutivo a la demanda de seguridad pública del pueblo.
El defensor de los derechos humanos recordó que los taxistas antes eran objeto de asaltos pero que ahora no sólo los asaltan sino que hasta son víctimas de asesinatos, lo que quiere decir que sus quejas no fueron escuchadas antes ni ahora por las autoridades encargadas de la seguridad.
Ante los constantes atropellos que ponen en peligro la vida y la seguridad de los taxistas, el defensor del pueblo solicitó al titular de la Secretaría de Seguridad y a los directores generales de policía, que implementen medidas oportunas, con el propósito de brindarles una mejor y efectiva seguridad a los miembros de este sector del transporte en el país.
Lamentó que ser taxista, en Honduras, es una ocupación de alto riesgo y que el riesgo aumenta por la incapacidad de la policía de velar por su seguridad.
“Primero fueron objeto de asaltos, ahora de asesinatos, entonces -quiere decir- que la alerta temprana no fue escuchada por las autoridades competentes, insistió.
Custodio también se refirió al “impuesto de guerra” y dijo que esto se ha practicado en las rutas del transporte colectivo, en los negocios de la gente pobre -que tiene pulperías-, con los taxistas y aunque se han hecho las denuncias oportunamente ante las autoridades encargadas de seguridad pública, los resultados han sido completamente negativos.
Según el ombudsman hondureño, los taxistas son una parte importante en la sociedad y el servicio público que prestan es apreciado y respetado, ya que gracias a ellos nos hacen llegar a tiempo cuando vamos con retraso a algún lugar.
Las asociaciones de taxistas han denunciado ante el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos la comisión de actos delictivos en perjuicio de los usuarios y algunos de sus miembros, que no sólo han sido víctimas de extorsión sino que hasta han perdido la vida.
Aunado a lo anterior, los taxistas también se quejan que son víctimas del robo de sus unidades, sin que las autoridades den con los responsables, y que cuando las encuentran quedan inservibles porque previamente fueron desarmadas.