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Casco histórico, entre las huellas del tiempo y el apremio por su renacimiento

Tegucigalpa – A pesar de la millonaria inversión y el caos que generó durante casi dos años que llevó la remodelación de la avenida Cervantes para rescatar esta joya de la arquitectura colonial, en el centro histórico de la capital todavía persiste la maraña de cables y edificaciones en evidente deterioro y muchas en abandono, el cambio es palpable únicamente en las primeras tres cuadras de esta recién remodelada zona.

El sitio, que fue la cuna de Tegucigalpa, fundada en medio de los cerros que rodean la ciudad y que hoy están habitados con construcciones que se extienden hasta donde alcanza la vista, sigue ocultando su encanto original entre las construcciones modernas, vendedores ambulantes, ventas de achinería, verduras o de ropa y artículos usados, mientras el tráfico infernal por el paso de buses de la ruta urbana y decenas de puntos de taxis asfixia la circulación vial.

Las marañas de cables siguen contaminando el casco histórico de la capital.

Igualmente se observan en la mayor parte del centro las casas antiguas con pinturas descascaradas, además de mostrar las clásicas pintas que se realizan tras las marchas y protestas que realizan grupos organizados de gremios, creando un impacto visual violento.

En 1994, cuando se realizó la Declaratoria de Monumento Nacional del Centro Histórico del Distrito Central y Zonas Aledañas, mediante el acuerdo 527 de fecha 20 de diciembre, sobrevivían varios negocios de antaño como la famosa Moda de París, ubicado en la avenida Miguel de Cervantes o la Terraza de Don Pepe, pero hoy todos fueron sustituidos por comercios. Otros, como El ‘New Bar’, más conocido como ‘Tito Aguacate’, siguen allí, 80 años después de su fundación, ofreciendo sus apetecidos “calambres”.

Pero muchos de esos negocios de la Tegucigalpa clásica dieron paso a las ventas de artículos usados y ropa de segunda, mientras que en las antiguas oficinas o despachos de bufete prevalecen la venta de alimentos preparados.

La renovación de la avenida Cervantes y su pronta destrucción

La rehabilitación de los 1.3 kilómetros de la avenida Cervantes, que le llevó a la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC), una inversión de 130 millones de lempiras, se llevó el alambrado del tendido eléctrico, pero persisten los postes cargados de metros de cables. En tanto, el espacio a los ciclistas cada vez es menor.

Si bien se muestra una notoria transformación en las primeras cuadras de la icónica avenida, la misma se va perdiendo conforme se avanza, no solo por la proliferación de tiendas de ropa y accesorios de segunda mano, también porque muchos lugares famosos, y edificios de locales permanecen completamente cerrados, aun otros, como la Biblioteca Nacional Juan Ramón Molina que recientemente fue remodelada, comienza ser usada como pizarrón, con sus paredes rayadas con mensajes de diversa índole.

Aunque la remodelación de esa avenida apenas lleva siete meses, la destrucción de la obra que le devolvió el brillo a la capital ya deja su huella. Los polines metálicos instalados para aislar el carril de los vehículos con el espacio de los peatones y los ciclistas están siendo arrancados. Según el relato de los policías municipales, desde hace unas semanas se volvió común encontrar unidades desprendidas. Ellos suponen que los conductores que entran al centro son los responsables de ir eliminando las piezas.

Conforme el recorrido se acerca a la Plaza Central, aparecen edificaciones en ruinas, que dejan ver que en la época en que fueron construidas, el tipo de material que se usaba era adobe, una especial de bloques de tierra cruda, herencia de la Tegucigalpa de principios del Siglo XX.

El vuelco en el corazón llega cuando la vista se topa con las ruinas del negocio más famosos de la Tegucigalpa de ayer, el reconocido negocio Chinda Díaz, que el 22 de julio fue reducido a cenizas, junto a otros siete locales, donde las llamas se llevaron décadas de memorias de los capitalinos y el patrimonio de estas familias.

Al seguir avanzando sobre la avenida Cervantes, el tiempo se congela al llegar a la imponente Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel, el lugar de reunión de la feligresía católica, sin embargo, al girar vista, exactamente enfrente, un vetusto y evidentemente abandonado del Palacio Municipal contrasta con la modernidad del edificio que tiene al lado, el Midence Soto, cuyos pasajes reflejan una actividad económica que parece no descansar.

Vendedores ambulantes ocupan el centro

Es en este punto, a unos pasos de la Plaza Central Francisco Morazán donde las aceras se visten del comercio, vendedores ambulantes que ofrecen verduras, frutas y una que otra achinería han vuelto a ocupar los espacios dedicados antes a los peatones.

La plaza, cuyo extremo oriente está en remodelación en la actualidad por parte de las autoridades locales, es un punto de encuentro de miles de capitalinos, allí se encuentran desde vendedores de billetes de la Lotería Nacional, limpiadores de calzado, predicadores evangélicos, y sí, más vendedores.

En un afán por poner orden, la AMDC ha entregado permisos de operación a un pequeño grupo de comerciantes, quienes están instalados justo después de la estatua del general José Francisco Morazán Quezada.

Pero no son los únicos vendedores que tiene en el casco histórico su centro de trabajo, por las tardes, justo en la hora del cambio de turno de los policías municipales es muy común encontrar ventas ambulantes frente a la Catedral y a lo largo del Paseo Liquidámbar, un espacio que en épocas pasadas era conocido como la Calle Peatonal.

Aquí la presencia de los ambulantes ha desbordado a los agentes municipales, ya que ocupan todo el espacio y bloquean virtualmente a los negocios establecidos y autorizados para sus actividades.

Este tramo de tres cuadras que conforman el Paseo Liquidámbar suele ser muy concurrido por los capitalinos y visitantes que cruzan la zona mientras realizan sus compras o degustar de un café o una comida. Al finalizar el paseo, dos de los edificios más emblemáticos de la capital dan la bienvenida al espacio donde la cultura, el arte y la imaginación cobran vida: el Correo Nacional y el Museo de Identidad Nacional (MIN).

Dos cuadras para el arte y la cultura

El edificio donde se ubica el Correo Nacional de Honduras, que data de 1894, comparte un ala con las expresiones artísticas, donde la Galería Nacional de Arte mantiene exposiciones, como las que exhibe en la actualidad, una que rinde tributo al maestro Pablo Zelaya Sierra y otra al general unionista Francisco Morazán Quezada.

Enfrente, el Antiguo Palacio de los Ministerios, transformado hace dos décadas en uno de los museos más importantes de Honduras: el Museo para la Identidad Nacional (MIN), mantiene las puertas abiertas a quienes quieran adentrarse en el arte y el conocimiento.

En la actualidad, y hasta el 10 de agosto, el recinto alberga “Guancasco”, un encuentro entre Honduras y Japón, unidos por la cerámica.

La exposición celebra el arte como punto de encuentro entre culturas, de la mano de la hondureña Regina Aguilar y el japonés Tomo Kobayashim, cuyo trabajo se entrelaza en un diálogo artístico profundo, cargado de simbolismo, oficio y sensibilidad.

Unos pasos más adelante, el recién remodelado Teatro Nacional Manuel Bonilla. Esta joya de la arquitectura de estilo neoclásico, fue construida en 1915, con un aforo de 425 espectadores.

Así, el Casco Histórico que debería invitar a locales y visitantes a transportarse a la Tegucigalpa de antaño, disfrutar de la belleza colonial, apreciar el arte y la cultura y revivir o crear recuerdos, se transformó en un gigantesco mercado informal de venta de productos de segunda mano o actuales de bajo costo, mientras sus edificios y locales históricos van cediendo poco a poco por el abandono, la falta de mantenimiento y por el fracaso en el control de los vendedores.

Ello aleja a las decenas de miles de capitalinos del centro y con ello la joya cultural que representa el Casco Histórico va perdiendo interés entre los habitantes para preservarlo como parte de la riqueza de la ciudad y del país de su pasado. VC

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