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Casa Alianza, permanente ayuda a niños y jóvenes en riesgo

En la capital de Honduras, hace 21 años, mientras los ciudadanos de Tegucigalpa conmemoraban los 409 años de fundación de la capital hondureña por un puñado de españoles, otro ciudadano español, acompañado de un grupo de jóvenes profesionales, salía en busca de niños y niñas que sobrevivían en las calles para brindarles protección bajo el paraguas de la organización humanitaria Casa Alianza.
 

—En 21 años de servicio Casa Alianza ha atendido unos 30.000 niños a través de los diferentes programas que desarrolla. La institución también opera en Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala y Nicaragua.


— La labor de Casa Alianza ha sido reconocida a nivel internacional. Este año el Gobierno de Estados Unidos le otorgó el Premio “Héroe, luchando para terminar con la moderna esclavitud de hoy”.


— José Manuel Capellín “es como un padre que Dios nos ha enviado”, dicen algunos menores atendidos por Casa Alianza, institución que%26nbsp; también hace denuncias sobre asesinato de niños y jóvenes.

El 29 de septiembre de 1987 marcó el inicio de Casa Alianza en Honduras, cuyo director actual en Tegucigalpa es José Manuel Capellín, el mismo español que hace 21 años inició la cruzada a favor de los niños y jóvenes en situación de riesgo.


Capellín, natural de Asturias, norte de España, donde nació el 2 de febrero de 1949, hizo un repaso para Efe sobre lo que han sido 21 años de Casa Alianza en Honduras, marcados por su misión de “servir con amor incondicional y respeto absoluto a todos los niños y niñas desamparados que viven y sufren en las calles, y a proteger y salvaguardar a todos los niños”.


INSTITUCIÓN CONTINENTAL


En 21 años de servicio Casa Alianza ha atendido unos 30.000 niños%26nbsp; a través de los diferentes programas que desarrolla. La institución también opera en Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala y Nicaragua.


“Iniciamos con mucho entusiasmo y con la firme convicción de servir y proteger a los niños y niñas contra la violencia social de que eran objeto,%26nbsp; por parte de una sociedad indolente e indiferente ante su sufrimiento y ante la escasa o ninguna atención de las autoridades de ese entonces”, expresó Capellín.



Aunque Capellín no ha estado al frente de Casa Alianza en Honduras durante los 21 años que han transcurrido desde 1987, ha seguido de cerca el trabajo en equipo que se ha desarrollado en Tegucigalpa con los educadores de calle, a través de quienes se ha ido ganado experiencia y conociendo mejor las necesidades, preocupaciones, tragedias y también los sueños e ilusiones de los niños y niñas.


El primer programa que Casa Alianza puso a funcionar en Tegucigalpa fue el de%26nbsp; atención de patio, para que los niños llegaran a participar de actividades de higiene corporal y oral, juegos, curaciones de sus heridas,%26nbsp; guardar sus pertenencias como cajas de lustrar zapatos, un par de tenis rotos y para%26nbsp; recibir calor humano.


En el primer hogar que tuvo Casa Alianza en Tegucigalpa también se atendía a los niños y niñas en sus múltiples problemas como abusos sexuales, maltrato físico y psicológico, adiciones e inhalación de drogas, entre otros.


Más tarde Casa Alianza se instaló en un edificio propio más amplio, que se localiza cerca de mercados y puentes capitalinos donde siempre ha sido fácil localizar a niños en situación de riesgo.


Además, se ampliaron los equipos de trabajo con personal multidisciplinario como psicólogos, médicos, trabajadores sociales, educadores residenciales y terapeutas entre otros, y se establecieron programas formales de atención y protección a los menores.


Entre los programas de Casa Alianza figuran el de educadores de calle, salud integral,%26nbsp; reintegración familiar, apoyo legal y talleres de formación vocacional en los que se les capacita en las áreas de carpintería, estructuras metálicas, mecánica, electricidad, cosmetología, panadería y repostería; hostelería y turismo; computación y elaboración de alimentos para restaurantes y hoteles.


Otros jóvenes estudian bachillerato en música, computación,%26nbsp; ciencias comerciales, o inician estudios universitarios con apoyo de Casa Alianza porque no han tenido opción familiar y por sus condiciones de extrema pobreza.


PROGRAMA DE REINTEGRACIÓN FAMILIAR


El Programa de Reintegración Familiar se encarga de restablecer%26nbsp; los lazos afectivos que se han roto entre el niño y su familia.


“Se trabaja en la reconstrucción del tejido familiar para que se convierta en un factor de protección para los pequeños y jóvenes, y se reduzca o elimine la posibilidad de que sean expulsados nuevamente a la calle, se apoya a los adolescentes para continuar sus opciones educativas y vocacionales y se les brinda todos los materiales educativos y apoyo con el transporte”, indicó Capellín.


El mismo programa también desarrolla una escuela para padres en la que la mayoría, como siempre, son madres solas, para que aprendan a conocer%26nbsp; a sus hijos y mejorar sus relaciones afectivas y puedan apoyarlos.


También se capacita a los padres en temas de derechos y deberes de la niñez, salud y opciones o alternativas productivas que les puedan generar ingresos económicos.

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En 21 años de labor social, Casa Alianza ha reintegrado a sus familias a unos 20.000 niños.


A través de dos programas residenciales de atención integral, Casa Alianza también atiende día y noche, durante todo el año, a unos 200 menores que necesitan los servicios de alimentación, albergue, salud, formación humana y recreación.


En el programa denominado Hogar “Querubines” se atiende diariamente a unas 30 niñas víctimas de explotación sexual comercial.


Al año se atienden unas120 menores víctimas de explotación sexual, algunas de ellas rescatadas de prostíbulos y centros nocturnos de Guatemala, México y de diferentes ciudades de Honduras.


Este programa trabaja con una red de educadoras apoyadas por terapeutas, psiquiatras, enfermeras y trabajadoras sociales, que intentan reconstruir las fragmentadas y dañadas vidas de las niñas, relató José Manuel Capellín.


La acción de Casa Alianza se extiende a la lucha por el respeto a los derechos fundamentales de la niñez y juventud de Honduras, en lo que han chocado con una fuerte resistencia y muchos obstáculos en los diferentes gobiernos que ha tenido este país desde que retornó a la democracia, en 1980.



EL ABUELO «MENÍN»


Con apoyo legal, Casa Alianza ha librado varias luchas con el poder judicial hondureño, además de denunciar en forma permanente decenas de asesinatos de niños, niñas y jóvenes menores de 23 años registrados en los últimos diez años, algunos cometidos por agentes de la Policía Nacional.


Uno de los informes más recientes de Casa Alianza señala que desde enero de 1998 a agosto de 2008 se registraron 4.352 asesinatos, de los cuales 1.415 eran menores de 18 años (niños y niñas de acuerdo a las leyes del país y la Convención de los Derechos del Niño).


En la actual administración que preside Manuel Zelaya, quien asumió el 27 de enero de 2006, han muerto violentamente más de 300 niños y 1.044 jóvenes con edades entre 18 y 22 años.


La labor de Casa Alianza ha sido reconocida a nivel internacional. Este año el Gobierno de Estados Unidos le otorgó el Premio “Héroe, luchando para terminar con la moderna esclavitud de hoy”.


Varios niños atendidos por Casa Alianza conversaron con Efe y coincidieron en que en ese centro han encontrado el afecto y amor que no recibían en su hogar, en el que, por lo general, según sus relatos, siempre ha imperado la violencia doméstica y otros flagelos como la pobreza y el alcoholismo por parte de sus padres.


Los chicos no ocultan su admiración y afecto a Capellín, un misionero de la Compañía de Jesús que en 1980 llegó a Honduras, donde fue asignado a la parroquia de Tocoa, en el caribeño departamento de Colón.


En Tocoa, José Manuel Capellín llevó a cabo trabajos de desarrollo comunitario con campesinos, organizó cooperativas agropecuarias, grupos juveniles y un trabajo pastoral y de desarrollo en el Bajo Aguan, una de las zonas más fértiles del país.


También se destacó por la promoción%26nbsp; y defensa de los derechos de las personas que fueron perseguidas por aspectos de ideología y la defensa de sus tierras. A Honduras llegó como sacerdote jesuita procedente de África.


Su misión de solidaridad humana, que ha sido reconocida en México, Estados Unidos, Honduras y Guatemala, le ha llevado a desarrollar trabajos de mucho compromiso en una época conflictiva en la región centroamericana, especialmente en territorio hondureño.


En 1985 fue contratado por la Asociación Covenant House, para fundar y ser el primer director de programas de Casa Alianza en Honduras.


Los menores que Casa Alianza atiende en Honduras no lo llaman por su nombre, sino por “Menín” o el “Abuelo Menín”, aunque para los menores J.P. y A.M. “es un padre de verdad que Dios nos ha enviado”.

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