Tegucigalpa – Europa y Latinoamérica se encuentran en caminos cruzados respecto al ámbito electoral. La vieja liberal Europa se decanta ahora por la derecha que le ayude a enfrentar sus miedos de las olas migratorias de África, mientras la joven y conservadora Latinoamérica se libera de su pasado y apuesta a la izquierda para que haga posible sus cantos de lograr una mejor redistribución de la riqueza y reduzca los altos niveles de inequidad que la marcaron desde el siglo pasado.
Parece que los dos continentes, el viejo europeo y el nuevo continente que es América, optaron por seguir caminos distintos, con oleadas electorales diferentes y donde los ciudadanos apuestan a distintas soluciones que reciben de los diversos catálogos electorales.
Europa regresa a su pasado
La vieja Europa vuelve a apostar por la derecha, y no una derecha tradicional surgida de la segunda guerra mundial, sino una nueva más ultra, la que no teme a romper los moldes tradicionales y abiertamente muestra sus dientes contra los inmigrantes provenientes de África, Medio Oriente y de las naciones latinoamericanas.
Desde el llamado oasis de convivencia en la gélida península escandinava, en el rico norte, hasta las más cálidas aguas del Mar Mediterráneo, en el empobrecido y endeudado sur de Europa, la ultraderecha con su discurso contra la inmigración y a favor de la familia va tomando los centros electorales que luego son redituados con el control de los gobiernos.
Primero fue la Suecia de ensueño e igualitaria la que sorprendió en los comicios pasados cuando los comicios fueron ganados por el bloque de derecha, en detrimento de la izquierda gobernante, pero siendo el partido ultraderechista los Demócratas Suecos quienes se convirtieron en la primera fuerza de ese arco político y la segunda en número de votos de todo el país escandinavo.
El líder de los Demócratas Suecos, Jimmie Akesson, fue considerado el ganador de los comicios, ya que su agrupación logró el 20.5 % de los votos, siendo el primer partido de todo el bloque derechista.
Akesson escribió en su cuenta de Facebook “Se acabaron ocho años de Gobierno socialdemócrata. Ha llegado el momento de recuperar la seguridad y el bienestar en Suecia”.
Aunque su partido ha sido excluido del gobierno conservador que dirige el ahora primer ministro Ulf Kristersson, se sabe que Akesson y los Demócratas Suecos pondrán parte de los puntos del plan de gobierno, especialmente el de migración y seguridad.
Mientras en Italia, el débil gobierno de izquierda dio paso a uno de derecha pura con el triunfo de la ultraderechista formación Hermanos de Italia encabezada por Giorgia Meloni, creando un terremoto electoral en el país, ya que la agrupación es neofascista.
Meloni, igualmente con su discurso antiinmigrante, nacionalista y de seguridad, logró transformarse en la fuerza electoral de su bloque derechista y vencer en los comicios a una izquierda que no logró retener el poder.
Los gobiernos europeos son de formación parlamentaria, de manera que el ganador de la mayoría de bancas legislativas es el llamado a dirigir el país.
Francia fue a elecciones presidenciales y renovó el mandato del partido de derecha del presidente Emmanuel Macron. Igualmente, en los siguientes comicios parlamentarios el bloque de derecha se hizo con el control de la Asamblea Nacional.
Mientras en Hungría, los votantes ratificaron al primer ministro Vikor Orbán, que logró incluso más de los dos tercios de la cámara.
Orban, uno de los grandes exponentes de la derecha populista y cercano a Donald Trump, lidera la oposición al mandato liberal de Bruselas, donde está asentado el gobierno de la Unión Europea.
«Hemos conseguido una victoria tan grande que se puede ver desde La Luna, pero seguro que también puede verse desde Bruselas», espetó Orbán, en un claro mensaje a la burocracia europea con la cual no congenia en diversos temas.
Mientras en el Reino Unido, la oposición de izquierda del partido Laborista, a pesar de tener la mayoría de las simpatías electorales de acuerdo a los sondeos, fue incapaz de aprovechar la crisis de gobierno y forzar al partido Conservador a convocar a elecciones anticipadas tras los desastres provocadas por las renuncias de los primeros ministros Boris Johnson y Liz Truss.
Latinoamérica apuesta rojo
Mientras Latinoamérica ha apostado fuerte por la opción de la izquierda, la apuesta para ver si al fin logra sacarla de la pobreza extendida en sus poblaciones, tras décadas de mandato de la derecha regional.
Los partidos de izquierda cerraron el 2022 con una maratón de triunfos electorales que venían desde el año pasado, cuando Gabriel Boric en Chile y Xiomara Castro en Honduras impulsaron gobiernos izquierdistas en el continente.
Previamente Pedro Castillo, primer presidente impulsado por un partido abiertamente marxista y post Sendero Luminoso, volvió a derrotar al fujimorismo y dejar a Perú en su clásica versión de un gobernante surgido de una coalición de facto contra el exmandatario derechista de origen japonés.
Pero el mapa regional se terminó de pintar de rojo con los triunfos del izquierdista Gustavo Petro en Colombia, derrotando a las fuerzas de derecha que por dos décadas controlaron el país y derrotar la corriente mayoritaria del uribismo.
Pero la joya de la corona regional la lograron hace pocas semanas con el triunfo de Lula da Silva que regresará a la Presidencia de Brasil, para suceder al actual mandatario Jair Bolsonaro.
Aunque el triunfo de Lula fue ajustado, en detrimento de lo que planteaban las encuestas, y evidenció que Brasil, una nación tradicionalmente de izquierda, ahora tiene conformado un sólido electorado derechista seguidor de Bolsonaro.
El triunfo de Lula y su bloque de izquierda dejará a Latinoamérica con unos pocos gobiernos de derecha como el de Paraguay, Ecuador y Guatemala, mientras Costa Rica y El Salvador tienen la etiqueta centrista.
Los latinoamericanos tienen la esperanza que votando a la izquierda podrán reducir la extendida pobreza que les aqueja, así como la enorme desigualdad económica y social que muestran sus sociedades.
Pero la estrategia para vencer la pobreza y la desigualdad es lo que muchos esperan. Muchos países tienen economías pequeñas y los gobiernos de izquierda suelen no ser amigos de las empresas y del capital. JS