
Carl Gustav Jung fue un médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, nacido en 1875. Es considerado uno de los pensadores más importantes del siglo XX y el fundador de la psicología analítica. A diferencia de otros enfoques, Jung creía que para sanar profundamente, las personas debían explorar su inconsciente, reconocer sus sombras y reconectarse con su “niño interior”. Sus ideas han influido no solo en la psicología, sino también en la educación, la espiritualidad y el arte.
Partiendo de esto, debemos tener claro que todos llevamos dentro a un niño o una niña que alguna vez se sintió sola, rechazada o asustada. A veces, esas heridas de la infancia siguen presentes en la adultez: se notan en nuestra forma de amar, en los miedos que no entendemos o en los enojos que estallan sin razón. Sanar ese pasado es posible.
Jung decía: “Hasta que no hagas consciente lo inconsciente, seguirá dirigiendo tu vida y lo llamarás destino.”
Pero, ¿cómo hacerlo? Aquí te comparto algunas claves para iniciar ese camino de sanación:
1. Reconocer que hubo dolor
Tal vez crecimos en un hogar donde no había espacio para expresar emociones. Tal vez fuimos criados con gritos, castigos o silencios. Sanar comienza cuando te das permiso de aceptar que algo dolió, sin justificarlo ni minimizarlo.
2. Escuchar a tu niño interior
Todos tenemos dentro una parte que aún necesita cariño, atención o protección. Pregúntate: ¿qué necesitaba yo de niño o niña? ¿Qué me faltó? Al responder, puedes empezar a darte eso hoy como persona adulta.
3. Hablar de lo que dolió
Jung creía que los sueños, el arte o la escritura nos ayudan a sacar lo que está guardado. También puedes buscar apoyo en terapia o en alguien que te escuche sin juzgar. Lo que se habla, sana. Lo que se oculta, se repite.
4. Aprender a cuidarte
Ser madre, padre o joven no te hace inmune al dolor. Pero hoy podemos aprender a poner límites, a elegir lo que nos hace bien, y a tratarnos con el amor que tal vez no recibimos. Esto también es “reparar” nuestra historia.
5. Aceptar todas tus partes
No somos solo lo que logramos o lo que mostramos. También somos nuestras dudas, nuestras emociones y nuestras cicatrices. Jung decía que somos luz y sombra, y que crecer es integrar todo eso con compasión.
Recuerda; Sanar la infancia no significa borrar el pasado, sino mirarlo con amor y decidir algo diferente para ti y para las personas que amas. Hoy puedes ser el adulto que tu niño interior necesitaba. Sanar no es volverse perfecto, sino más humano.