Por Alberto García Marrder
Para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras
Joe Biden, con cara de amargado y pidiendo más tiempo, deja el poder a un Donald Trump avasallador que viene a eliminar de un plumazo todo lo bueno, que es muy poco, que deja su predecesor.
Pero Trump no podrá borrar la advertencia que ha hecho Biden del peligro que representa para la democracia de Estados Unidos el surgimiento de una “oligarquia” de billonarios, en una clara alusión a Elon Musk, asesor presidencial (el hombre más rico del mundo) y de otros asesores también billonarios.
Y esa decisión, de última hora, de eliminar a Cuba de la lista de países patrocinadores de terrorismo, seguramente que será eliminada por Trump y su nuevo Secretario de Estado (Relaciones Exteriores), el ex senador cubano-americano Marco Rubio, pensando en el influyente voto del exilio cubano en Miami.
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El legado de Biden como presidente es pésimo a pesar de sus cinco décadas de vigoroso político en Washington, como el que yo conocí -como corresponsal extranjero de una agencia de noticias- durante sesiones del Comité de Asuntos Exteriores del Senado. Entonces, tenía el pelo negro y ahora blanco a sus 82 años.
Pasaba más tiempo en su casa de playa en Delaware que en la Oficina Oval de la Casa Blanca , mientras que la inflación subía en el país. Su vejez y su estado de casi demencia senil quedó evidente durante el ultimo desastroso debate televisado con Trump.
Entonces comenzaron las humillantes peticiones de líderes del partido Demócrata para que no se presentara a la reelección. Incluyendo a los ex presidentes Bill Clinton y Barak Obama.
Y en la Casa Blanca, su asesores y familiares -principalmente su esposa Jill Biden-escondían la realidad y lo protegían. Y retrasaban lo inevitable.
Cuando ya era tarde, pensaron en la vicepresidenta Kamala Harris como candidata con apenas tres meses de las presidenciales del 5 de noviembre. La victoria de Trump fue aplastante con el voto popular y el control de la dos cámaras del congreso. Fue una derrota humillante para Harris, pero dirigida a Biden. El votante americano buscaba a un hombre fuerte y no a un anciano.
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Y Kamala Harris, nunca olvidará y perdonará las palabras de su amigo y jefe, cuando este dijo que le hubiera ganado a Trump, como lo hizo antes si hubiera sido el candidato demócrata a la reelección.
Mientras tanto, a Trump le estarán esperando unas cien órdenes ejecutivas para firmar saltándose el Congreso. Hay prisa para demostrar que hay un nuevo gobierno que gobierna de verdad.
Y ya para reflexionar, un año después, en el 2026, que pensaran los americanos, del lejano Joe Biden y del segundo Donald Trump. No quiero ni pensarlo!!!.