Por Alberto García Marrder, desde Madrid
Especial para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras
Es una controversia innecesaria entre España y México la que han creado el ex presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la nueva presidenta Claudia Sheinbaum. ¡Aunque sirve solo para soliviantar a sus seguidores!
Todo comenzó en 2019 cuando AMLO le escribió una carta al rey español, Felipe VI, pidiéndole que pida disculpas por el supuesto genocidio de los españoles durante la Conquista de México… hace más de 500 años.
Y el ex presidente mexicano se enfadó muchísimo por no recibir una respuesta y por eso, y en represalia, Sheinbaum no invitó al rey español a su toma de posesión. Pero sí invitó a los dictadores Nicolás Maduro de Venezuela y a Vladimir Putin de Rusia.
Y la controversia se formó en un conflicto diplomático cuando el Jefe de Gobierno, Pedro Sánchez y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, decidieron no ir en representación oficial de España. Si fueron algunos diputados españoles de ultra izquierda.
Lo que está pidiendo el gobierno mexicano es reescribir la historia. Mejor dicho, politizar la historia.
Si han pedido disculpas, Bélgica por sus “excesos” en el Congo y Holanda por Surinam. España no creo que lo haga, a pesar de las buenas relaciones comerciales que hay con México, donde operan más de 6,000 empresas españolas y es el segundo inversor después de Estados Unidos.
En su discurso de toma de posesión, Sheinbaum como la primera mujer presidenta de México siguió con el tufillo de hispanofobia y mencionó la “invasión española” que extirparon pueblos indígenas como los mexicas de Montezuma que habían erigido grandiosas pirámides.
Pero se le olvidó mencionar que estos Mexicas arrancaban el corazón de sus enemigos antes de comérselos vivos.
España dejó en México su idioma, cultura, mestizaje y religión. Y en comparación con los conquistadores británicos de las seis colonias americanas que no se mezclaron con los indígenas locales, los españoles sí lo hicieron.
El que escribe este artículo, por ejemplo, es hijo de un español de Salamanca y una hondureña, de San Pedro Sula.
El columnista Sergio del Molino, escribe en el diario El País de Madrid que tan ridículo es pretender que el rey Felipe VI o cualquiera otro español vivo, “tuvo que ver con la matanza de Toxcatl en 1520 y debe pedir disculpas por ello, como presumir, a estas alturas del siglo XXI de que el imperio español fue una comuna multicultural y humanista que enseñó a los pobres americanos a hacer los tacos con carne de cerdo en vez de humana”.
Pienso que los mexicanos actuales deben sentirse muy orgullosos de la historia de su país. Pero no manipularla con fines de política interna. Y los españoles, más humildes en reconocer lo bueno y malo de sus años de conquistadores. Y analizar con más precisión la figura, ahora desdibujada, del conquistador Hernán Cortes.