No es tan solo palabra a secas, es el razonamiento profundo que da origen a todo lo bello, lo estético, a lo poético y a todas aquellas imaginaciones que luego después se convierten en obras cumbres como la Iliada y la Odisea de Homero, los diálogos de Platón, La República, sin soslayar a Aristóteles con La Retórica y toda su contribución Axiológica en su tratado de Ética y su contribución al mundo de la Política, o los grandes y famosos textos y códices, que descansaron en la famosa Biblioteca de Alejandría y que luego fueron arrasados por las llamas y consumidos hasta quedar en cenizas.
No es tan solo la palabra, es más que una simple retahíla de verborreas vacías que no evocan nada al final. La Palabra es lo que da origen a inmensas obras como el Quijote de La Mancha, en las musas del ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes y Saavedra. La palabra son los cuentos maravillosos en la pluma de Jorge Luis Borges, además, es abrirse paso al pensamiento crítico y evocando memorias históricas en la creatividad y cultura de Eduardo Galeano en “Las Venas abiertas de America Latina”. La palabra es esa oralidad que va de generaciones a generaciones desde la Torah de Moises hasta los sendos escritos que contiene el Talmud Judio.
La Palabra en cualquier idioma es el arma más poderosa que tienen los que escriben porque recogen el pensamiento de aquellos que no se atreven a hacerlo, es ese profundo océano bello de los poetas como Machado, Molina, Rubén Dario, que más da decir mencionar a extraordinarios premios Nobel de Literatura como Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda, Octavio Paz, Vargas Llosa, y Gabriel Garcia Marquez, que este último, con Cien Años de Soledad pinta a Macondo como ese mundo encantador e irrepetible en donde se encierran interminables historias que el mundo conoce tan solo por la imaginación y pensamiento de este famoso escritor. La palabra son más que líneas escritas, es la capacidad de ir punteando cada hilo e irlo poniendo para tejer las grandes historias, metáforas, poemas y canciones bellas que bordan cosas maravillosas que desembocan en lindas figuras cargadas de ilusiones e iluminadas vidas con las que nos vamos identificando a medida leemos y nos adentramos en sus tramas que nos envuelven y nos hacen protagonistas de sus desenlaces finales.
La literatura antigua nos ilustra de hombres como Virgilio, que escribieron obras en la Antigua Roma, o en los escenarios del Parnaso en la Grecia de los poetas y los filósofos. Fueron frívolos, divertidos, nostálgicos y con fascinantes maneras que nos emocionan al leerlos.
Si pasamos por la Edad Media, nos encontramos con sendas obras como las de Giovannni Bocaccio, con su Decameron, la Divina Comedia de Dante Alighieri, el Cantar del Mio Cid, que aún en nuestros días buscan su autoría, y El Conde de Lucanor de Don Juan Manuel, en fin hay una prolífica obra literaria de diversas historias y de géneros increíbles.
No podemos dejas de mencionar a Kafka con su metamórfosis, o a Joyce con su Ulises, a Vargas Llosa, con sus obras como “El pez en el agua, la verdad de las mentiras, la ciudad y los perros” por mencionar algunas de ellas, o la misma Irene Vallejo con “El infinito en un junco”, que nos ilustra desde la primera hasta la última página de su libro como la palabra une el pasado con en presente y el futuro.
Para mencionar a algunos de nuestros escritores hondureños, como Froylan Turcios, José Antonio Domínguez, Rafael Heliodoro Valle, Ramón Amaya Amador, Mario Berrios, Lucila Gamero de Medina, Mario Argueta, Longino Becerra, Cesar Indiano, Clementina Suárez, Alfonso Guillen Zelaya, y en este escrito, también debemos recordar al profesor de generaciones, Juan Antonio Medina Duron, José Adán Castelar, Augusto C Coello, Cesar Coto, Victor Caceres Lara, Edilberto Cardona Bulnes, y no digamos la obra de Roberto Sosa que sus libros se leen y se discuten en las aulas universitarias, así como las de Jorge Luis Oviedo. Óscar Acosta, Rigoberto Paredes, Rolando Kattan, Antonio Jose Rivas, Victor Ramos, Felipe Elvir Rojas, Pompeyo Del Valle, Leticia Elvir, Waldina Mejía, Marcos Carias Reyes, Luis Andrés Zuniga, Melissa Merlo, Soledad Altamirano, Juana Pavón y les ofrezco una altísima disculpa por aquellos nombres que escapan de mi memoria, pero que sin duda han dejado huellas indelebles en las mentes y corazones de sus dilectos lectores.
La palabra se vuelve tan viva como laten nuestros corazones, como saltan en los pensamientos, dulces melodías y poemas entrañables, y qué decir de los inmensos escritos del Sudeste asiático, de la Antigua Mesopotamia, o del Antiguo Egipto, que con sus escritos analizaron e interpretaron las artes, la Ciencia y la Literatura, mundos que tenemos que conquistar, agregado a lo anterior los idiomas indoeuropeos, riquísimos y altamente hablados en los negocios y la diplomacia internacional en nuestros días.
Hoy cuando hay un atropello por lo bello que es la palabra, rendimos un homenaje al Idioma Castellano, el cual es tan inmenso, intenso y vasto que solo vasta leerlo para darse cuenta de su riqueza y de sus miles formas y figuras que contiene para saber comunicar las mejores ideas, las piezas literarias más románticas y el increíble mundo de figuras y herramientas que tiene el idioma de Cervantes el cual es nuestro también.