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¿Sobrevivirán los partidos bonsai?

Tegucigalpa.- Las elecciones del 24 de noviembre próximo son para los llamados partidos emergentes o bonsái porque nunca crecieron, una especie de ruleta rusa en términos de sobrevivencia, al entrar al ruedo electoral otras nuevas fuerzas que lucharán también por insertarse dentro del sistema político de partidos.
 

Esos partidos bonsai son el de Innovación y Unidad Social Demócrata (Pinu/SD) y la Democracia Cristiana (DC) y el izquierdista Unificación Democrática (UD) que surgieron, los dos primeros, al albor del retorno en Honduras de la era democrática tras los regímenes de fuerza impuestos por los militares y la UD en una coyuntura propia de los acuerdos de Esquipulas y por su naturaleza es propio de otro análisis.

Son partidos que antes de su nacimiento ya tenían historia. Unos ligados a la defensa de la soberanía y las causas político democráticas, y otros forjados en la lucha popular con un alto costo al morir varios de sus integrantes.

El partido de la Democracia Cristiana (DC) fue fundado en 1968 con una clara visión social cristiana que impulsaron líderes de la talla del doctor Hernán Corrales Padilla y Marco Orlando Iriarte, ambos ya fallecidos, quienes dieron a la DC vigor y dinamismo en la búsqueda de opciones políticas de cambio.

En la historia de la Democracia Cristiana se marca un antes y un después. Con la muerte de estos dos líderes de una trayectoria intachable en el país, ese instituto político cambia su visión social cristiana por las comodidades que da el acercarse a gobernar con el poder dirigido por el bipartidismo.

Se definen como “bisagra”

Se le empezó a conocer entonces como el partido “sandía”, “berenjena” y últimamente como el partido “bisagra que se colude o distancia del poder, según la conveniencia partidaria y no necesariamente los intereses de un país o de un Estado.

En el recuerdo quedó el histórico rol que jugaron en el congreso nacional diputados democristianos como Efraín Díaz Arrivillaga, en los años ochenta. También la lucha que libraron los campesinos que pagaron con su sangre la lucha por la tierra y la reforma agraria como el caso de la Talanquera y la Masacre de los Horcones en los años setenta.

De esa vieja guardia de la Democracia Cristiana solo quedó el extinto Alfredo Landaverde, que a dos años de su crimen que se cumple en dos meses, poco o nada se sabe de la investigación. Lo único que trasciende extraoficialmente es la contaminación del caso que impide asomarse a los autores intelectuales, además de una tardía entrega de una libreta a la fiscalía.

Los nuevos líderes de la Democracia Cristiana aseveran que ellos continúan con su filosofía social cristiana, que su apoyo en los últimos co-gobiernos obedece a una efectiva estrategia política de incidencia porque en eso consiste el arte de la política, en incidir para gobernar.

De las elecciones de 1981, año en el cual la DC entra al ruedo político electoral, éste partido ha mostrado altos y bajos en la recaudación electoral. Así de 19,163 sufragios que sacó en 1981, su mayor pico lo tuvo en 1993 con 48,471 votos. En el resto de los procesos su caudal electoral ha andado entre 30 mil y 21 mil electores, según cifras del Tribunal Supremo Electoral.

Su candidato, Orle Solís, tiene el desafío de tratar de mantener vigente el partido en el actual sistema político en vista que el abanico de ofertas electorales se amplió y se corre el riesgo de quedar a mitad de camino sino se obtiene el caudal necesario que exige la ley. Su apuesta está no solo en retener el número de diputados, sino que también elevar el caudal de electores para sobrevivencia del partido.

El Pinu con posturas más centristas

En tanto, el Pinu/SD surge en 1970 pero es hasta en 1978 cuando se convierte en partido político. Su fundador es el ilustre personaje y empresario Miguel Andonie Fernández y se ha caracterizado por ser un partido de centro, con posturas moderadas y propuestas innovadoras.

De la mano de don Miguel Andonie Fernández, el Pinu/SD logra posicionarse en la opinión pública y electorado al sumarse a sus filas el también prestigiado médico hondureño, Enrique Aguilar, quien fue uno de sus candidatos presidenciales.

A medida que Honduras buscaba encontrarse con la democracia a mediados de los años ochenta, era común escuchar entre la población que los mejores candidatos presidenciales del país estaban en las filas del Pinu y de la DC, por su honestidad, por sus propuestas y su compromiso patrio. Pero ello no bastó para convencer al elector y derrotar al bipartidismo.

Tanto el doctor Miguel Andonie Fernández como el doctor Enrique Aguilar jugaron roles importantes en el retorno a la democracia, en la defensa de la soberanía y en acciones determinantes para impulsar reformas sociales que ameritaba el país.

En el caso del Pinu/SD su trayectoria en la política ha sido de posturas moderadas, centristas y en el parlamento sus posiciones han sido claras cuando consideran que algunas leyes o reformas afectan la democracia.

Uno de sus picos presidenciales lo tuvieron cuando fue su candidato a la presidencia el empresario Olban Valladares y se practicó por primera vez el debate de los presidenciables en Honduras. En ese debate, el ganador fue Olban Valladares, fue el factor sorpresa pero aún así no pudo disputar la presidencia al bipartidismo.

Desde 1980 cuando participó en las elecciones para la Constituyente bajo la cual se redactó la actual Constitución del país, sin necesidad de refundarlo, el Partido de Innovación y Unidad registró un número de votantes de 35,052, su pico lo tuvo en 1997 con 78,495 votos y luego ha fluctuado en los demás procesos entre los 33 mil y los 23 mil sufragio, de acuerdo a datos del tribunal electoral. Diputados como el dirigente campesino Julín Méndez también marcaron la historia por su compromiso y posturas inclaudicables.

El Pinu, a diferencia de la DC, no ha sido un partido bisagra y su más reciente participación en un gobierno fue en el del presidente Lobo Sosa al inicio de su gobierno de integración nacional con el que fuera su candidato presidencial, Bernard Martínez, cuyo final fue desastroso.

La directiva del Pinu explicó que la participación de Bernard Martínez en el gobierno de Lobo Sosa fue a título individual y no una decisión del partido, pero como sea, Martínez puso mal al partido y abandonó el poder en medio de sahumerios y como lo hicieron el resto de funcionarios del humanismo cristiano: enterándose por la prensa de su destitución.

En el parlamento hondureño, los diputados del Pinu en general han tenido una destacada trayectoria, congruentes con sus principios y los idearios de su partido. Son algo así como el balance y aunque junto a la DC y a la UD se les ve como “bancada minoritaria”, en el caso del Pinu sus disertaciones en el hemiciclo han sido de las más claras y coherentes a lo largo de los años.

El candidato presidencial del Pinu, Jorge Aguilar, es el más joven de los presidenciables—junto a Juan Hernández del PN—y ha mostrado un dinamismo por tratar de mantener vivo a ese instituto político al recorrer en su proselitismo casi todo el país. Las caras del Pinu son nuevas a nivel de dirigencia, es quizá el partido que más ha renovado parte de sus cuadros.

No obstante, al igual que la Democracia Cristiana, tiene el enorme de reto de impedir que su partido desaparezca, tanto la DC como el Pinu intentarán apostar a sus estructuras ya conformadas para competir con las nuevas fuerzas políticas, algunas de ellas más mediáticas pero sin estructuras sólidas.

En esta contienda, el Pinu está presentado una oferta electoral a nivel electivo de diputados de la vieja y nueva guardia para intentar llamar la atención de un electorado, joven y tradicional, que en medio de una sábana electoral gigantesca, deberá buscar con lupa los diputados que quiere en el congreso.

Estas elecciones son el turno también para estos partidos emergentes o bonsai, al decidir los electores si siguen en la contienda o los mandan a los archivos de la historia.


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