Por: Marlon Escoto Valerio
Educar es un acto de altísima solidaridad y compartir. Un docente frente a un estudiante de cuatro a siete años de edad es trascendental tanto en el desarrollo de la capacidad cognitiva como en el sello de afectividad y cercanía que se genera.
Sin embargo, la descripción de una escena donde un estudiante de 15 a 18 años de edad, ayuda u orienta a una persona adulta para que aprenda las primeras letras es también una postal de profunda humanidad.
El Plan Nacional de Alfabetización contempla entre otras variantes la participación de los estudiantes de último año de secundaria como requisito de graduación. Esta actividad es efectiva desde 2013, haciéndose más fuerte en 2014.
Entre 2013 y 2014 los estudiantes de secundaria alfabetizaron más de 150 mil personas adultas en todo el país, incluyendo estudiantes del sector oficial y privado. El Instituto Nacional de Estadísticas señala que existe un 13% de analfabetismo, equivalente a un millón de personas analfabetas aproximadamente.
La Secretaría de Educación con el apoyo de los estudiantes de secundaria realizó una encuesta sobre el la cantidad de personas adultas analfabetas o con bajo índice escolar, encontrándose alrededor de 600 mil personas en esta condición.
La diferencia entre las cifras obedece al tipo de pregunta que plantean las encuestas. Una persona que realizó uno o dos años de escolaridad y no tuvo opción de actualización, normalmente responde que no sabe leer ni escribir.
Considerando las 600 mil personas que no saben leer ni escribir o tienen baja tasa de escolaridad, los estudiantes mediante el trabajo educativo social han atendido el 25% de esta población en lo últimos dos años (150 mil personas atendidas).
Las 450 mil personas pendientes se pretenden atender entre 2015 y 2017. Tres años de trabajo pendientes del actual gobierno que tiene todas las opciones de acercarse a la meta, al cambiar la metodología de trabajo.
Para 2015, en torno a 55 mil estudiantes se espera que atiendan al menos 150 mil personas analfabetas y con baja tasa de escolaridad. Al utilizar la escuela o centro educativo como sitio de reunión de los padres y madres de familia, mediante las escuelas para padres y madres se amplía la opción de atender grupos de personas adultas y no restringir a uno o dos participantes por estudiante.
El reto es grande y requiere del trabajo permanente de estudiantes de secundaria, a cuales bien se podrían unir los estudiantes universitarios, empleados públicos y docentes, tal como lo manda el estatuto del docente y el decreto ejecutivo relacionado con el Plan Nacional de Alfabetización vigente.