El periodismo ha recalado en los jardines vallados de Facebook, Snapchat o Apple, compañías que, obsesionadas con ganar la guerra de la atención en internet, empiezan a poner en cuestión la necesidad de las portadas o la propia naturaleza periodística.
En un contexto de salvaje transformación digital y omnipresencia del teléfono móvil, el periodismo sufre una crisis estructural y de identidad.
A la vez que improvisa y prueba con nuevos formatos y modelos de negocio, se sienta en el diván para tratar de contestar a las preguntas de “¿quién soy yo?” y “¿hacia dónde dirijo mis pasos?“.
La ubicuidad de la tecnología y las asfixiantes pérdidas económicas están acelerando, casi obligando a la experimentación periodística: se diversifican las propuestas, aunque la palabra y la imagen siguen siendo las materias primas.
Así, realidad virtual, podcasts, emojis, snaps, gifs, archivos AMP, “streamings” en directo, mapas interactivos, whatsapps o tuits son términos que ya forman parte de la vida del periodista. Al menos de las redacciones más atrevidas, aquellas que no ven con recelo la deriva tecnológica.
La tecnología lo complica todo
“La tecnología lo ha complicado todo porque se ha enriquecido enormemente el proceso de generación de información, de filtrado, de alcance de la audiencia digital. (…) El mercado informativo se ha fragmentado mucho precisamente por las posibilidades tecnológicas de distribuir la información”, explica a Efe el director de innovación digital del Grupo Godó, Ismael Nafría.
“El desafío del cambio del periodismo en la era digital son los modelos de negocio asociados a la tecnología, no la tecnología en sí. Son ellos los que definen qué historias podemos cubrir y con qué profundidad podemos hacerlo”, reflexiona en una entrevista con Efe el consejero delegado de Chartbeat, Tony Haile.
La incontestable escalada de las plataformas sociales, cada vez más dueñas del tiempo de los internautas, ha desatado una guerra feroz por la atención. Y en esa contienda, contar con los mejores contenidos -imagen, vídeo, juego, noticias- es una ventaja competitiva.
Es por eso que algunas tecnológicas han entrado en el negocio periodístico y han asumido funciones que históricamente han sido exclusivas de los medios.
“Nuestro objetivo es conectar a la gente con el contenido que más le interesa. Y para muchos ese contenido son las noticias. (…) Estamos comprometidos con proporcionar a periodistas y medios los recursos necesarios para que puedan contar historias más ricas y alcanzar a una audiencia mayor en Facebook”, declara el gestor de producto de esa red social Josh Roberts.
Noticias con vida propia
El hogar de las noticias ya no es sólo la portada de una publicación: Instant Articles de Facebook, Apple News o Snapchat Discover se han convertido en destino final de las piezas periodísticas, un fenómeno conocido como “contenido distribuido”.
Así, las noticias empiezan a tener vida en un entorno ajeno al de su medio matriz. Por ejemplo, los usuarios de Facebook pueden leer artículos del New York Times -y de otros 349 medios- sin salir de la red social, sin visitar su web.
Google, por su parte, ofrece sus servidores a los medios para que alojen directamente en ellos noticias y que así se carguen rápidamente en los móviles, una de las medidas del proyecto Accelerated Mobile Pages (AMP).
“El periodismo afronta profundos cambios estructurales y necesitará recurrir a una innovación tremenda para sobrevivir y lograr su objetivo de ser un componente esencial de nuestra democracia. La innovación exige capital y las empresas tecnológicas lo tienen más fácil para levantar ese capital que los medios tradicionales”, destaca Haile.
¿Pero se puede erigir la tecnología en salvadora del oficio, en vía para generar ingresos y superar la crisis? ¿Se van a convertir las tecnológicas en medios de comunicación?
“El hecho de que compañías como Google, Facebook, Apple, Snapchat o Twitter esténcompitiendo entre ellas por la atención de los medios es una cosa buena, ¿no?”, piensa el responsable del proyecto Digital News Initiative de Google, Madhav Chinnapa.
Chinnapa defiende en conversación con EFe que en la economía de la información las fronteras se están desdibujando y que la mejor opción en estos tiempos de “cambios y desafíos” es la colaboración de medios y tecnológicas: “En el ecosistema global de las noticias todo interactúa con todo, ya no es una cadena lineal“.
Desde la perspectiva periodística, Nafría es defensor de la cooperación para lograr nuevas audiencias e ingresos, siempre y cuando los acuerdos sean “beneficiosos para las dos partes”.
“Soy partidario, como mínimo, de experimentar. Al final, tecnológicas como Facebook, Google o Apple son capaces de ofrecer cosas a las que los usuarios terminan dedicando todo su tiempo. Y si tú no estás ahí, estás perdido. (…) Ellas no saben hacer información ni creo que lo pretendan”, resalta.
Desde Facebook, Roberts corrobora esa idea: “No creamos contenido, somos una plataforma de distribución”. Es la constatación del abrazo forzoso entre ambos mundos.
Las tecnológicas albergan, seleccionan, distribuyen y monetizan los contenidos, algo exclusivo de los medios hasta hace no tanto, pero aún no han entrado en la generación de esa información.
“Tiene sentido estratégico: saben que habrá demanda de contenido a diario, pero dejan el riesgo de crear el contenido adecuado en manos de otros”, subraya el responsable de Chartbeat -compañía tecnológica que se dedica a analizar cómo funciona la atención en internet y a asesorar a las compañías de contenidos sobre cómo crear productos que seduzcan a las audiencias-.
¿Acabará la fragmentación de la información con las portadas, con la integridad y personalidad de los medios?
Distinguir entre infraestructura e institución es clave para entenderlo, según Haile.
“La infraestructura de impresión y de portada como elementos centrales tienen los días contados. Pero la institución como marca en la que la gente confía para conocer la verdad, para identificar lo que es importante, eso no desaparecerá en el corto plazo. Aun cuando las noticias se distribuyan de maneras totalmente ajenas al medio, la cabecera podrá seguir teniendo entidad y razón de ser”.
Hay innovación periodística, hay imaginación gracias a la tecnología, pero también hay mucho palo al agua porque no existen fórmulas mágicas universales para los medios: las respuestas varían y no son extrapolables, lo que le funciona a uno puede ser desastroso para otro.
Esencia intacta
Pese a los cambios, la experimentación y el futuro incierto de los medios -”no se trata de que todo el mundo tenga que hacer de todo”, defienden desde Google; “desgraciadamente, no hay bala de plata“, concede Haile”- lo que permanece intacto es la naturaleza y la razón de ser del oficio.
La esencia del periodismo no ha variado ni un ápice, corre a aclarar Nafría. Esto va, como siempre ha ido, de identificar y explicar de la mejor manera posible aquello que es relevante para la vida de las personas.
Una visión que comparte el responsable de Chartbeat: “La tecnología ni ha cambiado ni cambiará la naturaleza del periodismo, únicamente la forma en la que se presenta. Se cuentan historias desde hace milenios y la tecnología no ha modificado de manera significativa los ritmos que conforman una gran historia“, sostiene.
El directivo del Grupo Godó incide en ello: “Cuanta mejor gente tengas haciendo información, mejor escriban y presenten las noticias, mejor va a ser tu producto. Blanco y en botella, ahí no hay mucho donde dudar. El reto es cómo se paga todo eso”. EFE