Los ácaros que viven en las aves se comen los hongos, bacterias y detritos que hay en la base de las plumas, una relación mutualista que beneficia a ambas partes.
Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en la revista Molecular Ecology y liderado por investigadores de la Estación Biológica de Doñana (CSIC).
Hasta ahora se pensaba que los ácaros eran parásitos pero la investigación, dedicada a la dieta de estos arácnidos, ha determinado que se alimentan de los hongos y las bacterias de las plumas, y de la secreción uropigial, que sirve al ave para impermeabilizar e higienizar sus plumaje.
En ningún caso, los ácaros ingieren recursos propios del animal como la piel o la sangre, concluye la investigación, dirigida por el investigador de la Estación Biológica de Doñana, Roger Jovani.
Estudiar las interacciones entre el hospedador y el simbionte (ya sea parásito, mutualista o comensalista) es esencial para entender gran cantidad de procesos como el origen de ciertas enfermedades infecciosas o el efecto del cambio climático sobre la biodiversidad.
“En este trabajo, hemos estudiado la dieta de los ácaros de las plumas de las aves a escala global”, explica Jorge Doña, investigador de la Estación Biológica de Doñana.
“Primero, hemos realizado observaciones al microscopio del contenido de 1.300 ácaros individuales de unos 100 géneros. Segundo, usando secuenciación masiva y “DNA metabarcoding” hemos determinado el contenido intestinal de 1.833 ácaros de 18 especies”, detalla Doña.
Confirmado: los ácaros no son parásitos
Los simbiontes son el grupo de organismos más diversos del planeta y son cruciales para la estabilidad de los ecosistemas. Un ejemplo: solo los parásitos son responsables del 75% de las interacciones en las redes tróficas.
En el caso de los ácaros de las plumas de las aves, estos arácnidos son unos simbiontes permanentes, es decir, que viven toda su vida sobre el mismo hospedador.
Aunque históricamente se les ha considerado parásitos, lo cierto es que no había evidencias directas de realmente fueran perjudiciales para sus hospedadores.
Ahora, este estudio demuestra que ácaros y aves tienen una relación comensalista o simbionte, por lo que estos ácaros se alimentan de micropartículas presentes en la superficie de las plumas de las aves (hongos, bacterias y polen, principalmente), es decir, son los ‘barrenderos’ de los pájaros.