Tegucigalpa- En el marco de la 83ª Asamblea del SEDAC, los Obispos de Centroamérica culminaron una semana de reflexión pastoral y de comunión eclesial, en la que llaman a los feligreses de la región a seguir creyendo en Jesucristo.
Los Obispos de América Central reunidos en Asamblea Ordinaria del Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC) compartimos este mensaje al pueblo de Dios. A punto de iniciar el tiempo de Adviento y ya próxima la clausura del Año Jubilar, renovamos nuestra fe en Cristo, «la Esperanza que no defrauda» (Rm 5,5).
En el comunicado señalan que, en nuestro encuentro hemos escuchado las voces de la realidad de la Iglesia y de nuestros países. Conmemorando el 1700 aniversario del Concilio de Nicea, en el que la Iglesia universal redactó el Credo que la asamblea eucarística profesa cada domingo. Con toda la Iglesia renovamos nuestra fe «en un solo Señor, Jesucristo», al que confesamos «Dios de Dios, luz de luz», es decir el Señor y guía de nuestra historia (Cfr Catecismo de la Iglesia Católica 185).
Recordamos que los tiempos del Concilio de Nicea no fueron menos conflictivos que los nuestros. Al levantar nuestra mirada, contemplamos a Jesucristo, a quién confesamos como Hijo de Dios, hecho hombre.
Desde este principio compartimos a los fieles católicos de nuestros países las siguientes preocupaciones y esperanzas:
Es nuestro deseo y así se lo pedimos al Único Señor, que en todos nuestros países se superen los obstáculos y se fortalezcan lo valores democráticos de libertad, paz y justicia, en pleno respeto a la dignidad de todas las personas (Cfr Papa León XIV, Exhortación Apostólica, Dilexi te, 81).
Queremos avanzar en el cuidado de la Casa Común. Como tantas veces ha expresado la Red Ecológica Mesoamericana (REMAM), nos duele el clamor de las comunidades y de las demás criaturas heridas por el avance del extractivismo depredador, especialmente de la minería que devasta, contamina, secuestra el agua y restringe el acceso a los bienes comunes, se apropia de los territorios, sacrifica los modos de vida de las comunidades y se impone como la única alternativa posible. Nos duele el luto por los numerosos líderes socioambientales que han sido asesinados, criminalizados, calumniados o forzados a huir por las amenazas que enfrentan al defender a sus comunidades. Como señala el Documento de Aparecida, existe una explotación desenfrenada «que va dejando una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región» (DA 473).
Deseamos caminar con los jóvenes. Nuestros pueblos son en su mayoría conformados por jóvenes, con todo lo que eso supone de oportunidades, necesidades y riesgos, por lo que hemos de saber ofrecer alternativas.
La Evangelización de los jóvenes, y en ella la Pastoral Vocacional, son una prioridad para la Iglesia en nuestras naciones, a la cual debemos dedicar nuestros mejores esfuerzos (Papa León XIV, Carta Apostólica, Diseñar Nuevos Mapas de Esperanza, 4.1).
No solo el futuro, sino el presente de nuestra Misión depende mucho de su repercusión en la infancia, adolescencia y juventud (Pacto Educativo Global). Para ello se necesitan ambientes adecuados en lo que la educación católica pueda transmitir la identidad cristiana a las nuevas generaciones. «La verdadera educación se propone la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las sociedades, de las que el ser humano es miembro» (Gravissimum Educationis,1).
Aunque con algunas diferencias a años anteriores, pero el fenómeno de la migración forzada sigue siendo una de las cuestiones más vitales que afectan a la mayoría de nuestras familias y comunidades. De ello se ocupa particularmente la Red Eclesial Latinoamericana y del Caribe sobre Migración, Desplazamiento, Refugiados y Trata de Personas (Red CLAMOR).
La Iglesia expresa su cercanía tanto a quienes salen de nuestros países como a quienes llegan, sin olvidar la migración interna dentro de las naciones que tanto influye en la vida de nuestros hermanos.
No olvidamos a quienes ya están instalados en otros lugares, donde aportan su trabajo, pero sufren incertidumbre o rechazo (Dilexi te, 73).
En Conclusión, los Obispos del SEDAC renovamos nuestro compromiso por una perseverante conversión -en clave sinodal- que alcance a todo el pueblo fiel de Dios, renovando la centralidad de Jesucristo, en un ambiente de escucha que favorezca un profundo discernimiento. Para ello la oración y la contemplación nos harán dóciles a las mociones del Espíritu Santo.
De manera unánime expresamos la alegría de caminar juntos en el seguimiento de Jesucristo, el Hijo del Padre, que fortalece y sostiene nuestra esperanza. Con María, Madre del Pueblo fiel de Dios, les expresamos a todos nuestro sincero afecto y bendición. IR








