Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – A seis días de las elecciones, Honduras entra a la recta final del proceso del 30 de noviembre en medio de creciente tensión por los conatos de violencia, dudas sobre si se respetará el resultado electoral y fuertes señales de deterioro institucional, pero con una clara voluntad de la ciudadanía por acudir a las urnas y hacer valer su voluntad.
El país enfrenta violencia política, intromisión entre poderes del Estado que se inmiscuyen en la labor de los organismos electorales, judicialización de los funcionarios electorales y cuestionamientos de la comunidad internacional sobre la integridad del proceso. En medio de todo ello, la ciudadanía, indican todos los sondeos y manifestaciones públicas de la sociedad civil organizada, sigue atenta a participar en las elecciones y hacer valer su voluntad, tal como lo hizo en las elecciones primarias del 9 de marzo.
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A lo anterior se suma que las Fuerzas Armadas quieran asumir un papel más allá que el dictado por la Constitución de la República, que les ordena brindar seguridad al transporte y a los centros electorales a fin de que el voto de ciudadanos sea respetado y con ello asegurar la alternancia en el poder, pero ahora, los militares pretenden incluso contar los votos o tener el control de las urnas o materiales electorales, tarea exclusiva del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Mientras los candidatos presidenciales redoblan esfuerzos para lograr captar el voto indeciso, que según diversas encuestas se mueve en el rango del 10-15 %, además de preparar sus estructuras partidarias a fin que el próximo domingo 30 de noviembre ya estén listas para movilizar a sus parciales.
En este clima tenso, los aspirantes presidenciales apuran sus últimas acciones para captar el voto indeciso, que según encuestas se mantiene entre el 10 % y 15 %.
La oficialista Rixi Moncada (Libre) y los opositores, Nasry Asfura (Partido Nacional), Salvador Nasralla (Partido Liberal) concentran esfuerzos en los principales centros urbanos y movilizar sus bases para llegar a los indecisos.
Mientras Asfura y Nasralla motivan a sus bases y buscan el voto indeciso, con promesas de empleo, descentralización, salud, educación y combate a la corrupción, Moncada hace lo propio, pero más enfocada en adelantar que desconocerá los resultados oficiales que emanen del Consejo Nacional electoral (CNE) a las 9 de la noche del día de las elecciones, aduciendo, por anticipado un fraude que le dará el triunfo a alguno de sus opositores.
Completan la contienda Nelson Ávila (Pinu) y Mario Rivera (Democracia Cristiana), aunque la historia política hondureña evidencia que las pequeñas agrupaciones tienen poca posibilidad de ganar la Presidencia, así como dominar el Congreso Nacional.
El domingo 30 de noviembre los hondureños elegirán un nuevo presidente, renovarán las 128 bancas del parlamento y seleccionarán los 298 gobiernos municipales para el periodo 2026-2030.

Oficialismo busca seguir en el poder
Rixi Moncada, candidata presidencial del oficialista partido Libre busca un segundo mandato consecutivo a Libre y ha centrado la campaña en atacar a la empresa privada, y a los grupos económicos hondureños que lideran las principales actividades económicas, a la vez que habla de “democratizar la economía”.
Ha insistido, especialmente en las últimas semanas, en atacar al sector de las grandes empresas, buscando dividir a las pequeñas, medianas con las grandes.
Libre y la candidata Moncada también se han esforzado en controlar las instituciones del CNE y el Tribunal de Justicia Electoral (TJE), por medio de sus representantes al acusar a sus compañeros ante el Ministerio Público, y no acudir a las sesiones a fin que sus resoluciones sean inválidas.
De hecho, este domingo se denunció que en varias localidades los delegados de Libre no acudieron a recibir las maletas electorales despachadas por el CNE, con lo cual las mismas no han podido ser descargadas de los camiones que las transportaron desde Tegucigalpa.
Moncada también apuesta al papel de las Fuerzas Armadas como cruciales para asegurar su triunfo.
En el cierre de su campaña en San Pedro Sula mandó un mensaje a la comunidad internacional que ha mostrado preocupación por el proceso electoral hondureño al afirmar “a los de la OEA (Organización de Estados Americanos), Unión Europea, Zedes, visitantes, observadores, senadores que vienen de Estados Unidos y de otras latitudes, hoy Honduras tiene unas Fuerzas Armadas no golpistas, unas FFAA demócratas que están respetando la Constitución de Honduras”.
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La apuesta parece ser cortejar a los militares y sus acciones, más que a la conquista del voto ciudadano.

Violencia de colectivos
Otra preocupación de los ciudadanos y partidos opositores es la violencia de los colectivos de Libre.
Ya el sábado en Tegucigalpa atacaron una movilización vehicular, denunció el candidato Salvador Nasralla junto a los liberales en uno de los cierres de campaña.
Nasralla denunció que varias personas salieron golpeadas y que el ataque iba contra su persona. Dijo que encapuchados les atacaron y acusó directamente al oficialismo de Libre y sus colectivos.
Otros grupos han denunciado que los colectivos de Libre, una especie de fuerza de choque irregular, amenazan cuando se movilizan en las calles en caravanas o bien pasan por puntos de atención donde se encuentran militantes del partido oficialista.
Comunidad internacional refuerza vigilancia
Mientras la comunidad internacional ha reforzado la vigilancia del proceso electoral preocupada por lo que consideran ataques al CNE y TJE, entes encargados de organizar y supervisar el proceso.
Tanto la OEA, la ONU y el gobierno de Estados Unidos han llamado a unas elecciones transparentes e íntegras, a respetar y garantizar la autonomía e independencia de los organismos electorales.
También a que las instancias judiciales, Ministerio Público y Corte Suprema de Justicia, no sean utilizadas para perseguir a los altos funcionarios electorales.
Igualmente llamaron a las Fuerzas Armadas a que respeten su papel de ofrecer seguridad al transporte y a los centros de votación, ya que su trabajo no consiste en contar votos.
Pese a la hostilidad que se respira en el ambiente la ciudadanía activa ha mostrado una disposición a acudir a las urnas a fin que se respete su deseo de vivir en plena democracia y libertad. Los medios de comunicación hacen campañas masivas cívicas llamando a la población a no tener miedo y que exprese su voluntad en las urnas. (PD).









