San Juan – Los puertorriqueños están en pie de lucha contra el aumento de la presencia militar estadounidense en la isla por las tensiones en el Caribe con Venezuela, ante los temores de que la Marina vuelva a contaminar con residuos armamentísticos sus playas y reactive las bases.
«Da ansiedad, nervios, malestar, sabiendo bien cómo nuestra comunidad ha sido afectada directamente por la militarización del archipiélago, no me gustaría pensar en una repetición de la historia», afirma a EFE con aflicción contenida Ilandra Guadalupe Maldonado, nacida en Vieques, Puerto Rico, con un estatus político de Estado Libre Asociado a Estados Unidos.
La Marina de Guerra de EE. UU. utilizó parte de las islas -municipio de Vieques y Culebra (en el este del archipiélago)- como campo de tiro, alquiló esas zonas a otras naciones para que probaran su armamento y, a día de hoy, la limpieza de los restos de munición sin detonar todavía no ha concluido.
«Seis décadas de militarización nos han dejado con terrenos contaminados, población contaminada, educación fracturada, cultura, identidad, la lista es larga», enfatiza Maldonado, de 27 años y miembro de la Alianza de Mujeres Viequenses, organización nominada al Premio Nobel de la Paz en 2005, que demandó a EE. UU. por las violaciones de derechos humanos por las maniobras militares.
La veinteañera de la conocida como Isla Nena, territorio con la mayor prevalencia de cáncer de Puerto Rico, cuenta que sus familiares rememoran con euforia cuando las manifestaciones populares lograron en 2003 expulsar a los militares estadounidenses de Vieques.
Ahora, ella lucha para que no se desmorone todo lo conseguido, aunque el mayor obstáculo es el Gobierno local encabezado por Jenniffer González.
Apoyo gubernamental sin fisuras al Ejército de EE. UU.
Al recibir esta semana al secretario de Guerra estadounidense, Pete Hegseth, la gobernadora González afirmó que el Gobierno de Puerto Rico «está comprometido en esta lucha contra el narcotráfico» y calificó al presidente venezolano Nicolás Maduro como «líder del cartel en Venezuela».
«Esto acaba de comenzar, el reposicionamiento en la isla de fuerza militar para atacar el narcotráfico en toda la jurisdicción del Caribe», subrayó en rueda de prensa.
Las actuales maniobras de las Fuerzas Armadas estadounidenses incluyen desembarcos anfibios y operaciones de vuelo en la isla, que se prepara también para recibir diez aviones de combate F-35.
El deseo de la gobernadora de convertir a la isla en el centro de operaciones y logística del Ejército estadounidense en el Caribe no es compartido por la oposición ni por muchos ciudadanos.
La organización Madres contra la Guerra reunió a cientos de personas en un piquete el pasado domingo para rechazar esta remilitarización y ha vuelto a convocar a una manifestación el próximo sábado.
Recordar para no repetir la historia
«Denunciamos la presencia en Puerto Rico de bases militares y también que Puerto Rico sea utilizado para invadir países latinoamericanos. La Marina de Guerra que invadió a Vieques y Culebra es la misma que está haciendo los ejercicios militares», condena Sonia Santiago, portavoz de Madres contra la Guerra y madre de un veterano de Irak.
Por su parte, el senador del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) Adrián González definió como «una actitud de completa sumisión, de completa entrega, de haz lo que quieras» el buen recibimiento de la gobernadora a Hegseth.
González explicó que Puerto Rico estuvo militarizado desde la invasión de EE. UU. en 1898 hasta el 2003 y que, cuando abandonó Vieques y cerró sus bases militares, «no fue voluntariamente».
«Eso fue una lucha cívica pacífica que libró el pueblo de Puerto Rico a través de movimientos de desobediencia civil donde no se derramó una gota de sangre», apuntó a EFE.
EE. UU. llegó a tener once bases militares en Puerto Rico y, actualmente, la Guardia Nacional sigue utilizando Buchanan, el Fuerte Allen, la Base Aérea Muñiz y el Campamento Santiago, así como partes de las bases Ramey y Roosevelt Roads.
Muchos puertorriqueños rechazan una remilitarización y ser cómplices de eventuales invasiones a otros países: «El Ejército practica para matar y no queremos que nuestros patios sean eso», sentenció el senador independentista. EFE
(vc)