Campaña preelectoral aviva y calienta ánimos en el tripartidismo

Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – A escasos meses del lanzamiento oficial para las elecciones primarias e internas de marzo de 2025, la campaña política sigue la intensidad con la que inició en enero de este año.

Los plazos electorales no se han respetado, y los partidos políticos que conforman el tripartidismo han entrado de lleno a la arena política, con mayor intensidad en el oficialismo que representa Libertad y Refundación y el Partido Nacional, el mayor en la oposición.

A la canoa política se ha sumado el otro partido en la oposición, el Partido Liberal, que ya empezó a sacar sus cartas con el lanzamiento de algunos precandidatos dispuestos a resucitar un partido que languidece por la asfixia en que lo tienen su cúpula partidaria y los caciques que estiman que ese instituto político es una hacienda de uso privado que les pertenece.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) sigue, a su vez, con un cronograma electoral que de entrada indica que se ha vencido uno de los plazos más estratégicos para dar certidumbre al proceso: el llamado a licitación internacional para la contratación de la firma responsable de la transmisión de resultados.

El calendario electoral dice que esa fase debe estar lista en noviembre próximo, pero las autoridades electorales no han llamado a la licitación y se corre el riesgo que se repita la costumbre en este tipo de procesos: compras directas de emergencia que abre el espacio a la opacidad y a las empresas de dudosa reputación.

Los plazos electorales no se han respetado, y los partidos políticos que conforman el tripartidismo han entrado de lleno a la arena política.

El CNE tampoco ha salido de forma enérgica a imponer su autoridad sobre los partidos políticos para frenar esa loca carrera proselitista y de financiamiento de campaña en que han entrado algunos movimientos con masivas concentraciones y uso de recursos, sin que puedan rendir cuentas, porque de acuerdo con los consejeros del ente electoral, la campaña no ha iniciado y sus eventos lo hacen bajo techo y la ley lo permite.

El financiamiento de campañas políticas no puede rastrearse ahora porque no hay convocatoria oficial, será hasta ese momento cuando se pedirá a los movimientos que abran sus cuentas bancarias para reportar sus gastos y el origen de la plata. Asimismo, los consejeros indican que están a la espera de que asuman las nuevas autoridades en septiembre ya que no quieren asumir responsabilidades que después les cuestionen en sus cúpulas partidarias.

Las campañas políticas prematuras discurren así entre la complacencia de la autoridad electoral, los discursos de conveniencia de los aspirantes presidenciales sobre la procedencia de los recursos, las negativas a algunos precandidatos a que abran su cuenta bancaria para rendir cuentas, la autorización a otros, y el calentamiento de ánimos y confrontaciones en el principal partido que aspira a retener el poder, como es Libertad y Refundación (Libre).

Libre ha sido el partido que arrancó en el mes de enero, cuando la entonces ministra de Finanzas, Rixi Moncada, anunció su renuncia al cargo y su aspiración política. El coordinador de Libre, el asesor presidencial y expresidente de la república, Manuel Zelaya, dio la bienvenida a Moncada y posteó en sus redes sociales: ¡ha iniciado la campaña!

Los presidenciables del Partido Libre.

Libre no aplaca división

Libertad y Refundación tiene así tres movimientos internos: el de Rixi Moncada, el del diputado fundador del partido y ahora en la disidencia, Jorge Cálix, y el del diputado y vicepresidente del Congreso Nacional, Rasel Tomé, quien, a su vez, es parte de la Lista Engel publicada por el departamento de Estado de Estados Unidos.

La confrontación a lo interno de Libre se ha suscitado entre el movimiento que respalda el oficialismo en la figura de Rixi Moncada y el del diputado Jorge Cálix, último a quien han lanzado toda la batería del oficialismo con acusaciones e intervenciones en dependencias gubernamentales que le habían sido cedidas como parte de la negociación con la cúpula del partido cuando le hicieron deponer su cargo como presidente del Congreso Nacional, en enero de 2022, cuando Libre presentó su primera crisis política interna, en torno a la presidencia del Poder Legislativo.

Jorge Cálix, fue electo presidente del Congreso Nacional con amplio apoyo del oficialismo y sectores políticos conocedores aseguran que tenía la venia del coordinador de Libre, Manuel Zelaya, pero existía un pacto entre la presidenta electa en ese entonces, Xiomara Castro, con Salvador Nasralla, con quien hizo alianza para ganar las elecciones presidenciales, de que la presidencia del Congreso sería dada al Partido Salvador de Honduras (PSH) en la figura de Luis Redondo. Para zanjar esa crisis, Libre dio cuotas de poder a Cálix como parte de un pacto interno.

El oficialismo de Libre se decanta por Rixi Moncada.

El pacto se mantuvo a lo largo de un poco más de dos años, hasta que Cálix empieza a denunciar incumplimientos y trabas para competir en las internas de su partido, y contrataca sumándose a las denuncias de corrupción en el gobierno en círculos de poder ligados a la Casa Presidencial como planillas fantasmas en el IHSS de San Pedro Sula. Revela que el expresidente, asesor gubernamental y coordinador de Libre sufre de un cáncer e igualmente declara que están atacando a sus bases y militancia sin fundamento.

Cálix y su equipo de campaña, entre ellos más de una docena de legisladores que le acompaña en su aspiración presidencial, ha dado otro golpe al oficialismo de Libre al manifestar que ya no acompañarán ninguna línea partidaria en el hemiciclo legislativo, que votarán a conciencia, complicando así los escenarios a Libertad y Refundación en el manejo de los consensos o la mayoría simple o calificada para aprobar reformas o leyes que son polémicas.

Del lado del oficialismo en Libre, el movimiento que encabeza Rixi Moncada le acusa de traidor, de haber pactado con las cúpulas políticas que se oponen a la refundación e incluso insinúan que tiene presuntos ligues con los grupos paralelos de poder, ligados a la criminalidad organizada. El coordinador de Libre, Manuel Zelaya, también ha respondido a Cálix, dejando entrever su incomodidad por el desmarque, asegura que va a inscribir su movimiento, pero que será arrasado en las primarias por la candidatura de Moncada, aquí ha rechazado fervorosamente que padece de cáncer.

Los aspirantes presidenciales del Partido Nacional.

Cuestionamientos en el PN

Mientras los ánimos se calientan en Libre y el discurso sube de tono, lleno de violencia política, en el Partido Nacional también asoman las fricciones, en especial en el movimiento de Nasry “Tito” Asfura o “Papi a la orden”, a quien acusan de haber pactado con Libre acuerdos para presuntamente no ser alcanzado por la justicia y reparto de instituciones claves. Asfura ha negado este aspecto.

Irrumpe en el nacionalismo la precandidatura de la exprimera dama, Ana García de Hernández, esposa del expresidente Juan Orlando Hernández, que impulsa un movimiento político que asegura busca rescatar al nacionalismo. García tiene como principal bandera reivindicar el nombre de su marido, a quien una corte de Nueva York condenó por narcotráfico y está a punto de recibir a fines de junio la pena individualizada de la condena, es decir, el número de años que le otorgarán en la cárcel.

El diputado Jorge Zelaya es otro de los que aspira a la candidatura presidencial por el nacionalismo y en su estrategia de atraer adeptos, pujó porque el Partido Nacional (PN) reincorporara en sus filas al diputado Rolando Barahona, quien fue expulsado por irse en votaciones legislativas con el oficialismo y no obedecer la línea partidaria. Pero Zelaya no tuvo eco en esa hazaña pues el PN emitió un comunicado ratificando la expulsión de Barahona.

A diferencia de Libertad y Refundación, en el PN se ha autorizado a sus aspirantes a abrir una cuenta bancaria, con el aval de la Unidad de Política Limpia, para que rindan cuentas sobre el uso y procedencia de sus fondos de campaña, algo que no ha sucedido hasta ahora.

Por ahora sólo Maribel Espinoza mantiene su aspiración presidencial en el PL.

El abanico liberal

En el Partido Liberal (PL), las controversias internas no han aflorado con la visceralidad que se vive en Libre, ni los reclamos abiertos en el Partido Nacional, pues apenas empiezan a asomar las primeras precandidaturas, siendo éstas la de la diputada Maribel Espinoza, efímeramente el presentador Darío Banegas, quien en menos de una semana declaró deponer su aspiración, mientras Marlon Lara ha manifestado la posibilidad de aspirar a la silla presidencial, se espera su lanzamiento.

Una candidatura que genera expectativa y entusiasmo en el liberalismo es la del  periodista y dueño de medios de comunicación, Eduardo Maldonado, considerado una pieza clave conocido por su reconocido nivel de influencia mediática.

Igualmente se ha mencionado como un potencial aspirante presidencial al empresario José Azcona Booko, hijo del expresidente José Azcona y quien se desempeñó en el Congreso Nacional como diputado. Azcona junto a Maldonado mantienen altos niveles de popularidad en las mediciones privadas más recientes que se han hecho de temas electorales.

Así, los liberales siguen buscando candidato y en ese afán han consultado a su equipo jurídico la posibilidad de abrir su partido a la participación de aspirantes de otros partidos políticos, como Salvador Nasralla e incluso el propio Jorge Cálix. Esa opción de abrirse a candidatos que no han tenido militancia partidaria ha empezado a generar controversias a lo interno del liberalismo, entre los que están de acuerdo, los que se oponen, y los que creen que ese partido político debe seguir viviendo de las glorias pasadas con una militancia cada vez más raquítica.

Pinta así el ambiente político preelectoral, caracterizado por una polarización y violencia política que tiene en el partido en el poder, Libertad y Refundación, los rasguños más fuertes, las divisiones cada vez más profundas, y las ansias por retener el poder en medio de un desgaste político sin precedentes en tan corto tiempo. La gestión presidencial de Xiomara Castro según un sondeo de opinión pública de los jesuitas, tiene una aprobación de desempeño de 4.2 por ciento en un rango de medición de 0 a 10. El desgaste del gobierno, según el sondeo, es un hecho “sin precedentes” desde que la izquierda de la mano de Libre asumió el poder. (PD).

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