Nueva York/Bruselas – Los niños, niñas y jóvenes inmigrantes y refugiados que tratan de llegar a Europa se enfrentan a graves niveles de abusos contra los derechos humanos. Según un nuevo informe de UNICEF y la Organización Internacional de Migración (OIM) el 77% de los que viajan por la ruta del Mediterráneo Central denuncian experiencias de abuso, explotación y prácticas que pueden constituir trata de personas.
Harrowing Journeys(Viajes Desgarradores) muestra que si bien todos los migrantes y los refugiados corren un alto riesgo, las niñas, los niños y los jóvenes en movimiento son mucho más propensos a experimentar explotación y ser víctimas de trata que los adultos de 25 años o más: casi el doble de probabilidades en la ruta del Mediterráneo Oriental y a un 13 por ciento más en la ruta del Mediterráneo Central.
Aimamo, un migrante adolescente de Gambia no acompañado de 16 años de edad entrevistado en un refugio en Italia, dijo que se vio obligado a pasar meses de agotadores trabajos manuales por los traficantes a su llegada a Libia. «Si intentas correr, te disparan. Si dejas de trabajar, te golpean. Éramos como esclavos. Al final del día, solo te encierran en el interior.”
El informe se basa en los testimonios de unos 22.000 migrantes y refugiados, entre ellos unos 11.000 niñas, niños y jóvenes entrevistados por la OIM.
Afshan Khan, Directora Regional de UNICEF y Coordinadora Especial para la Crisis de los Refugiados y Migrantes en Europa, dijo: «La cruda realidad dicta que es habitual que los niños y niñas que se mueven por el Mediterráneo sean víctimas de abuso, tráfico, golpes y discriminación. La directora también añadió que «los líderes de la Unión Euroea deben establecer soluciones duraderas que incluyan vías de migración seguras y legales, establecer corredores de protección y encontrar alternativas a la detención de niños y niñas migrantes».
«Para las personas que salen de sus países para escapar de la violencia, la inestabilidad o la pobreza, los factores que los empujan a emigrar son graves y hacen viajes peligrosos sabiendo que pueden verse obligados a pagar con su dignidad, su bienestar o incluso sus vidas», dijo Eugenio Ambrosi, Director Regional de la OIM para la Unión Europea, Noruega y Suiza.
«Sin el establecimiento de vías migratorias más regulares, otras medidas serán relativamente ineficaces. También, debemos revitalizar un enfoque de derechos para los migrantes, mejorando los mecanismos para identificar y proteger a los más vulnerables durante todo el proceso de migración, independientemente de su estatus legal».
El informe también muestra que, si bien todas los niñas y niños en movimiento corren un alto riesgo, los que provienen de África subsahariana tienen más probabilidad a experimentar explotación y tráfico que los de otras partes del mundo: el 65%, frente al 15% a lo largo de la ruta del Mediterráneo oriental, y el 83%, en comparación con el 56% a lo largo de la ruta del Mediterráneo Central. El racismo es probablemente un factor subyacente importante detrás de esta discrepancia.
Las niñas, niños y jóvenes que viajan solos o por períodos más largos, junto con los que poseen niveles más bajos de educación, también se encuentran altamente vulnerables a la explotación a manos de traficantes y grupos delictivos. Según el informe, la ruta del Mediterráneo Central es particularmente peligrosa, con la mayoría de los migrantes y refugiados que pasan por Libia, que sigue siendo un país en el cual las milicias y grupos criminales son preponderantes. En promedio, los jóvenes pagan entre 1.000 y 5.000 dólares por el viaje y, a menudo, llegan a Europa endeudados, lo que los expone a mayores riesgos.
El informe pide a todas las partes interesadas – países de origen, tránsito y destino, la Unión Africana, la Unión Europea, las organizaciones internacionales y nacionales con el apoyo de la comunidad de donantes – que den prioridad a una serie de acciones.
Estas acciones incluyen el establecimiento de vías seguras y regulares para los niños y niñas en movimiento; el fortalecimiento de los servicios de protección de los niños y niñas migrantes y refugiados, tanto en los países de origen como de tránsito o de destino; encontrar alternativas a la detención de niños y niñas en movimiento; trabajar a través de las fronteras para combatir la trata y la explotación; y combatir la xenofobia, el racismo y la discriminación contra todos los migrantes y refugiados.
