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Una «limpia» a la política

Por Yanivis Melissa Izaguirre | Periodista, Honduras

Tegucigalpa, Honduras. La política limpia no existe. Ni esta, ni la Unidad creada en 2017 por el Congreso Nacional.

Con las recientes revelaciones que tuvieron lugar en la Corte del Distrito Sur de Nueva York se demostró ese hecho. O se aplica el rigor de su creación, con la fiscalización y sanciones pertinentes, o solo se sumará a los «elefantes blancos» confeccionados a la medida de un sistema corrupto.

Y es que el «Club de los presidentes» que han recibido financiamiento de narcotraficantes para potenciar sus campañas políticas y afianzarse en el poder va a ir en aumento si no se crean estrategias efectivas para rastrear los fondos que reciben las personas aspirantes a cargos de elección popular.

No podemos seguir a expensas únicamente de ese ente encargado de regular, pero que no regula nada y que -sabiendo la ardua tarea que tiene- continúa ejecutando presupuesto sin dar resultados de la función encomendada, pues el poco respeto que se ha ganado hace que ni siquiera los propios partidos políticos atiendan su llamado a presentar informes de rendición de cuentas.

Atendiendo al clamor de la población y a su misión de creación, Como la popularmente conocida como Unidad de Política Limpia convocó a siete aspirantes a cargos de elección para que informen sobre sus actividades proselitistas.

El fin de este llamado tardío ante una campaña prematura es «evitar que el dinero ilícito del narcotráfico, lavado de activos y otro ingrese a la política».

Un momento oportuno para recordar las declaraciones de Alexander Ardón, Devis Leonel Rivera Maradiaga, Geovanny Fuentes, Fabio Lobo, Alexander Monroy, César Gastelum y Joaquín «Chapo» Guzmán, narcotraficantes que aseguran haber financiado la campaña del dos veces presidente de la República, Juan Orlando Hernández, quien espera condena por delitos relacionados a la narcoactividad.

Y eso no es todo, pues las «confesiones» de estos personajes se remontan a otros exmandatarios como Porfirio Lobo Sosa y Manuel Zelaya Rosales.

Pero -volviendo a las precandidaturas actuales- lo curioso es que la campaña electoral no ha comenzado, a menos de forma oficial, pero las concentraciones, conversatorios y giras están a la orden del día.

Y sobre el origen de los fondos que declararon algunos precandidatos, la población se preguntará ¿cuántas rifas y ventas de comida se deben organizar para pautar en redes sociales, hacer donaciones millonarias, movilizar buses, alquilar locales y llenar coliseos? Y a ello hay que agregar la carne con cerveza, el pan con mostaza, los 50 lempiras (o lo que esté de moda) para activistas, militantes y simpatizantes.

No hay que quitarle los ojos ni a esta Unidad de Financiamiento, Transparencia y Fiscalización a Partidos Políticos y a Candidatos, ni a las personas aspirantes que participaran en el proceso electoral, para que se haga una genuina veeduría del origen, monto, destino y aplicación de los recursos públicos y privados de los sujetos obligados, revisar que no haya donaciones anónimas (tal como lo prohíbe la ley) y, en caso de encontrar anomalías, que se investigue y apliquen las sanciones correspondientes. Mientras llega la «limpia», no podemos seguir creyendo en los pobres políticos que se hacen pasar por políticos pobres.

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