Tegucigalpa, Honduras. La corrupción público-privada sigue siendo una de las deudas pendientes de los gobiernos a lo largo de la historia; también es la promesa de campaña infaltable de las y los candidatos que aspiran a la silla presidencial.
La lucha contra la corrupción e impunidad se ha convertido en el estribillo predilecto para conquistar votos, pues de todos es conocido que el mal manejo de los fondos estatales, la eterna impunidad para los delitos contra la administración pública y las millonarias cantidades de perjuicio económico que este flagelo ocasiona, son la causa de que vivamos atrapados en altos indicadores de salud, educación, migración irregular y situado como uno de los países más pobres y desiguales de la región.
El 09 de junio, fecha en la que se conmemora el Día Nacional de la Integridad y Lucha contra la Corrupción, los aspirantes al más alto cargo del país siguen teniendo este tema bandera para endulzar oídos y seducir al electorado.
Para siempre
«Estoy rodeado de los mejores expertos para aumentar el empleo, reducir la pobreza y acabar para siempre con la delincuencia y la corrupción», con este mensaje se comprometió ante las y los hondureños el aspirante presidencial Salvador Nasralla, en el anuncio oficial de su candidatura.
Por su parte, Rixi Moncada, precandidata del Partido Libertad y Refundación (Libre), también encontró en este flagelo su tema de campaña, al hablar de un combate directo a la corrupción público-privada y estructural que tanto daño le ha causado al país. Moncada propone un cambio en el modelo económico que pasa por la aprobación de la Ley de Justicia Tributaria.
En ocasión de esta efeméride, Jorge Cálix, también aspirante por Libre, compartió una postal con una frase del prócer José Trinidad Cabañas, en cuyo honor se celebra esta fecha en ocasión de su nacimiento: «No se trata de fundar la República de algunos, sino la República de todos».
Uñudos
Por otro lado, la precandidata presidencial por el Partido Liberal, Maribel Espinoza, también ha colocado este tema entre sus prioridades, al hablar de una gestión pública más eficiente y transparente y de implementar Inteligencia Artificial (IA) para combatir la corrupción.
«Vamos a llevar la contratación del Estado con Inteligencia Artificial, ahí van a salir todos los uñudos», prometió.
Abrazar esta lucha desde la oposición o mientras se aspira al poder ha sido la costumbre, el problema es que cuando llegan a los puestos de toma de decisiones, descuidan, se olvidan o abandonan estos preceptos, pues otra cosa es con guitarra…
¿Vamos bien?
Honduras se mantiene como el segundo país más corrupto de Centroamérica y el cuarto de Latinoamérica, según el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC).
En el Boletín Laboral 2024 emitido por el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), se advierte que «es probable que la tasa de desempleo regional (América Latina y el Caribe) se incremente en 2024, ubicándose entre 6.5% y 6.8%, como resultado de un crecimiento económico poco dinámico»; mientras que la fuerza de trabajo en Honduras se redujo 96,627 personas en 2023, en comparación al 2022.
Según el Banco Mundial y su panorama sobre Honduras, aún enfrentamos desafíos como «mejorar la gobernanza y la calidad de las instituciones, a través por ejemplo de una mayor transparencia e independencia de los poderes constitucionales».
Además, entre los hallazgos que presentó esta semana el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), a través del lanzamiento del Índice de Transparencia Activa Gubernamental (I-TAG), ocho de 14 instituciones no alcanzaron la media global del I-TAG de 29 %, lo que significa que no cumplen con los lineamientos básicos para el correcto desarrollo y ejecución de la política nacional de transparencia.
Como gobierno, clase política, sociedad, academia y grupos organizados, ¿hemos hecho lo suficiente para unirnos en una cruzada anticorrupción?
Conviene -entonces- preguntarnos si, como dice aquel ministro, ¿vamos bien?
