Por: Otto Martín Wolf
Es frecuente que la mayoría de nosotros se queje de “lo terrible que está la delincuencia”.
Donde quiera que uno va tiene que tener mucho cuidado. Si anda celular no lo muestre en público (aunque sea un modelo baratieri).
Cuidado con las calles oscuras y también las muy iluminadas, ojo que hasta en las iglesias asaltan (aparte de otro grupo especializado en robar de las alcancías).
Delinquen dentro de las cárceles, donde hay tráfico de drogas, armas de grueso calibre y toda clase de corrupción. Precisamente ahí, donde se esperaría los criminales se compongan (sí, claro).
Asaltan en taxis y buses. Pero – ojo- también asaltan a los buseros y les queman las unidades o los matan, aunque muchas veces son éstos quienes lo asaltan a uno.
Cuidado en los supermercados porque andan ladrones esperando el menor descuido, diferentes desde luego a los que sacan las cremas dentales de sus cajitas u otros objetos que vienen empacados y se los roban (a veces uno llega a casa con una caja vacía, después de haber pagado por el contenido.
Y ojo dónde estaciona porque en un segundo puede perder la batería, las llantas, los retrovisores, el equipo o el auto entero, para nunca volverlo a ver.
Como dije, tienen razón, la delincuencia está terrible, hay ladrones de todos los tipos, colores y sabores; mujeres, hombres, ancianos y hasta niños.
Y eso que no he mencionado el montón de asesinatos que se realizan diariamente, tampoco me he referido a los vendedores de drogas ni a los extorsionadores –esos del impuesto de guerra-, no he hablado de los estafadores con cheques falsos ni clonadores de tarjetas de crédito. No he hablado del “secuestro express” ni de los que arrebatan cosas de las manos de sus víctimas y huyen con velocidad olímpica.
Estoy dejando por fuera los delincuentes de medicinas y el seguro, también los coyotes que roban a los emigrantes ilegales y a los cajeros que le entregan mal el vuelto en tiendas y almacenes.
Creo que, ante esa realidad, es el momento de preguntarse quiénes son los delincuentes?
Son acaso un pequeño grupo que se mueve de aquí para allá asaltando y robando por toda la ciudad, por todo el país?
O, más bien, es que hay delincuentes por todas partes, ladrones y asaltantes con diferentes “especialidades”?
Será que todos nosotros, o al menos una gran parte de la población, somos ladrones y delincuentes practicantes o en potencia?
Ponga usted alguien a manejar su dinero: necesita un auditor para que lo controle y también un auditor para que controle al auditor y así casi indefinidamente, siendo muy posible que, de todas maneras, dos o más de éstos se pongan de acuerdo para robarle su dinerito.
Haga la prueba del celular: Deje el suyo en la banca de la iglesia a la que asiste durante cinco minutos, regrese a ver si lo encuentra.
En las iglesias? Donde va la gente a rezar?
Pues sí. Además, pregunte a su pastor o sacerdote si confía totalmente en las personas que cuentan y administran limosnas y donaciones o tiene auditores, cámaras y supervisores.
Le pregunto de nuevo: Quiénes son los delincuentes?
Es tanta y tan surtida la delincuencia que, definitivamente, tenemos que ser todos nosotros.
Y para cambiar la situación de nada sirve policía, leyes, jueces, o cárceles… sólo nosotros podemos cambiarla, cambiando nosotros, haciéndonos un poquito honrados.
Ese es el más grande reto que enfrenta nuestra nación.