Se llama «Clear» y es una tarjeta que contiene un pequeño «chip» en el que quedan registrados los datos biométricos (iris, huella dactilar) del pasajero, de forma que la identificación del mismo se realiza de forma automática pasando el dispositivo por un lector.
Este sistema funciona ya en una decena de aeródromos, entre los que se encuentran el JFK de Nueva York, Orlando, Cincinnati, Indianapolis, Reno, Newark y, más recientemente, se ha instalado en las terminales 1 y 3 del aeropuerto de San Francisco.
El precio de la tarjeta es de 100 dólares al año y su tenencia no evita tener que pasar por los detectores de metales.