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“Reconocimiento de Ortega fue crucial en Honduras”, según ex canciller nicaragüense

Tegucigalpa – Las recientes elecciones en Honduras, que dieron como ganador a Juan Hernández, tuvieron la particularidad de generar mucho interés en Nicaragua, porque, además de la vecindad y hermandad entre los dos países, se avizoraba una lucha cerrada entre la izquierda, que llevó como candidata a Xiomara Castro, y la derecha, representada por el Partido Nacional, actualmente en el poder, según publica el periódico nicaragüense el Nuevo Diario, que hizo una entrevista al ex canciller de Nicaragua, Francisco Aguirre Sacasa, donde hace un análisis del proceso electoral y destaca algunos detalles que fueron cruciales para que resultara ganador el candidato, Juan Orlando Hernández.
 

¿Cómo valora usted las recientes elecciones hondureñas?

En cuanto a la “mecánica” de las elecciones, creo que en general fueron correctas. Es de todos conocido que Honduras es un país violento -es la nación con más homicidios per cápita del mundo- y que enfrenta serios problemas económicos y sociales, al igual que una polarización política fuerte. Sin embargo, las elecciones se llevaron a cabo de una manera pacífica, con una alta participación ciudadana y con una observación, tanto nacional como internacional, robusta y creíble. Todo esto es positivo. Por otro lado, el conteo de los votos fue algo lento. Esto facilitó los reclamos de Mel Zelaya de que hubo manipulación de los resultados y que esta castigó a su esposa, Xiomara Castro, y al Partido Libre.

Tengo un par de observaciones. Primero, con excepción de Mel Zelaya, nadie cuestiona la integridad del proceso electoral en Honduras y ese país sigue considerándose una democracia, aunque enfrenta grandes desafíos.

Curiosamente el primer extranjero de peso que avaló los resultados de las elecciones fue el comandante Ortega, cuando se habían contabilizado menos del 50 por ciento de los votos. Y, segundo, con estas elecciones se rompió, al menos por ahora, el bipartidismo en Honduras. Al igual a lo que le pasó al liberalismo en Nicaragua y a Arena en El Salvador, el Partido Liberal de Honduras se dividió. Si hubiera ido unido, hubiera logrado un triunfo fácil. Pero por esa división volvió a ganar el Partido Nacional y Juan Orlando Hernández, su abanderado, pero con un porcentaje de alrededor de 36 por ciento. Y un cuarto partido, el Partido Anticorrupción o PAC, obtuvo una cantidad de votos respetable. Las consecuencias de esta proliferación de partidos están por verse. Sin embargo, podría complicar el gobernar a Honduras. Como mínimo, obligará a que Hernández logre -y mantenga- una coalición mayoritaria en el Parlamento.

Usted señala que el reconocimiento del presidente Ortega a la victoria de Hernández fue crucial, pero curioso. ¿Nos explica esto?

Fue curioso porque cuando Mel Zelaya fue separado del poder hace algunos años, uno de los que más criticó al golpe y que más respaldó a Zelaya en su intento de retomarlo fue justamente Daniel. Le brindó prácticamente asilo en Nicaragua y le dio fuerte apoyo político tanto en Nicaragua como en foros internacionales como la OEA. Y justamente por esta historia política, el que el comandante Ortega haya reconocido el triunfo de Hernández en el momento que lo hizo fue mucho más que un gesto diplomático. Fue crucial. Legitimó su triunfo incluso mucho más de lo que hubiera sido el reconocimiento estadounidense, que, por cierto, vino posterior al de Daniel.

¿Por qué esta postura del presidente Ortega?

Habría que preguntarle a él por qué lo hizo. Mi lectura es que fue una jugada maestra que demuestra el pragmatismo de Daniel, producto de su larga experiencia política. Mirá, recordemos que el reconocimiento se da en un momento en que el comandante sabe que su propuesta de amplios cambios a la Constitución Política de Nicaragua ha despertado críticas internas y de inquietud internacionalmente. Pruebas de esto son las posiciones tomadas por los dos principales partidos de oposición, de la Iglesia católica y del Cosep, al igual que el comunicado emitido por el Departamento de Estado el 22 de noviembre. Al ser prácticamente el primero en reconocer el triunfo de Hernández, Daniel dio un sablazo, al menos internacionalmente.

Estoy seguro de que sorprendió a sus críticos en Washington, y especialmente a los de la derecha, que anhelaban una victoria por parte de los nacionalistas. Además, va en contra de la imagen que algunos de nuestros vecinos han intentado pintar a Nicaragua y su gobierno como un “bujoncito” que anda buscando pleitos en el vecindario con países como Costa Rica y Colombia.

En este sentido, repito, fue una jugada magistral en el ajedrez internacional y le ganó puntos a Daniel en un momento en que los necesita. Además, le da credibilidad a la vocación centroamericanista que creo tiene el comandante Ortega y asegura buenas relaciones con nuestro vecino norteño por cuatro años más.

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