Agencias – El uso de informantes secretos por parte de las autoridades de Estados Unidos ha conducido a los recientes arrestos de varios importantes actores del narcotráfico internacional; sin embargo, estos logros pueden estar ocultando los peligros potenciales de esta práctica.
– Informantes secretos: “arma de doble filo” para los organismos de seguridad de EEUU.
Según documentos judiciales de Estados Unidos a los que InSight Crime tuvo acceso, dos informantes secretos les ayudaron a las autoridades de ese país a elaborar un caso contra Héctor Emilio Fernández Rosa (alias «Don H») -el presunto líder de una importante red de tráfico de cocaína que opera en San Pedro Sula, Honduras-.
En julio de 2012, “Don H” supuestamente se reunió en San Pedro Sula con Luis Alberto Ascanio Blanco, un venezolano que habría actuado como intermediario entre diferentes organizaciones narcotraficantes de Colombia, México, Honduras y República Dominicana. Según los documentos judiciales, los informantes secretos «CS-1» y «CS-2» estuvieron presentes en esta reunión, en la cual Don H y Ascanio Blanco «discutieron, entre otras cosas, la venta de aproximadamente 350 kilogramos de cocaína en Nueva York, Nueva York».
Eric Francisco Mendoza Zúñiga y Juan Camilo Restrepo, quienes parecen ser delincuentes menos importantes, también fueron blanco de la operación. Los documentos judiciales dicen que Mendoza Zúñiga le envió instrucciones de pago a «CS-2» el 7 de agosto de 2012. Más tarde, ese mismo día, «CS-1» y «CS-2» supuestamente se reunieron con Camilo Restrepo en Nueva York para inspeccionar y hacer el pago del cargamento de cocaína previamente acordado.
Don H y Ascanio Blanco fueron imputados de conspiración para violar las leyes de drogas de Estados Unidos, mediante una acusación confidencial de noviembre de 2012, junto con sus presuntos cómplices Mendoza Zúñiga y Camilo Restrepo. Ascanio Blanco fue detenido en Colombia en enero de 2014 y más tarde se ordenó su extradición a Estados Unidos. Don H fue capturado por autoridades hondureñas en octubre de 2014 y extraditado a Estados Unidos en febrero de este año.
Otro caso reciente también involucró la participación de un informante de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés). Dos parientes cercanos del presidente venezolano Nicolás Maduro fueron arrestados en Haití y extraditados a Estados Unidos después de supuestamente haber establecido contacto con un informante secreto de la DEA en Honduras. Fuentes consultadas por la agencia española de noticias ABC dijeron que el informante afirmó que los acusados, Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas -quienes fueron procesados de manera confidencial en una corte de Estados Unidos- coordinaban regularmente el envío de cargamentos de droga desde un terminal exclusivo del gobierno en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, de Venezuela.
Análisis de InSight Crime Como lo demuestran los ejemplos anteriores, los informantes secretos pueden cumplir un papel crucial en muchas investigaciones sobre el crimen organizado, por lo cual suelen ser utilizados por las autoridades estadounidenses. Un informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos, del año 2005, estima que tan sólo la DEA tiene aproximadamente 4.000 informantes secretos activos en un momento dado. Sin embargo, como lo ha señalado la compañía de inteligencia geopolítica Stratfor, recurrir a informantes puede ser un «arma de doble filo». A menudo, los informantes secretos son criminales que se han «torcido» o que reciben algún tipo de incentivo para cooperar con la ley, de modo que los agentes de seguridad deben evaluar adecuadamente las motivaciones que subyacen al consentimiento de una persona cuando decide trabajar como informante. Pero esta evaluación no siempre se realiza. Un informe de la Contraloría General de Estados Unidos (GAO por sus iniciales en inglés), publicado en septiembre, demostró que la DEA sólo cumple parcialmente con las normas del Departamento de Justicia que exigen que el organismo evalúe los antecedentes y las motivaciones de sus informantes secretos. El informe de la GAO también criticó a varios organismos de seguridad estadounidenses, entre ellos a la DEA, por no aclarar hasta qué punto sus informantes pueden participar en actividades ilegales. Específicamente, el informe de la GAO descubrió que la DEA no cumple con el requisito de darles a los informantes instrucciones por escrito sobre ciertas actividades. Los informantes siempre deben firmar un documento en el que admiten que han recibido dichas instrucciones, pero a menudo eso no ocurre, dijo la GAO. Sin esa documentación, indica el informe de la GAO, queda en riesgo la capacidad de la DEA para más tarde enjuiciar a los informantes en caso de que participen en actividades ilegales no autorizadas. Es importante llevar a cabo un adecuado proceso de evaluación y supervisión porque los organismos de seguridad a menudo autorizan a los informantes a que lleven a cabo actividades ilegales, como comprar y vender drogas. En un conocido caso, a algunos miembros del poderoso Cartel de Sinaloa se les permitió continuar con actividades de narcotráfico mientras les proporcionaban a las autoridades estadounidenses información sobre organizaciones rivales. Cuando más tarde los miembros del cartel fueron acusados por estas actividades ilegales, sus abogados argumentaron que ellos no podían ser enjuiciados porque estaban actuando a instancias de autoridades estadounidenses. Así como los criminales pueden manipular su condición de informantes para su propio beneficio, las autoridades también pueden explotar a los informantes. Este año, the Huffington Post informó sobre el caso de Carlos Toro, miembro del Cartel de Medellín que trabajó como informante de la DEA durante casi tres décadas. Toro quería evitar ser blanco de las organizaciones criminales colombianas, por lo que le pidió a la DEA que le ayudara a obtener la residencia legal en Estados Unidos. Sin embargo, Toro afirma que la DEA se aprovecha de su estado inmigratorio para forzarlo a continuar con su arriesgado trabajo como informante de la agencia contra su voluntad. Recurrir a informantes secretos es una práctica necesaria y riesgosa, y por ello la evaluación y la supervisión son tan importantes. «Se necesitan políticas para establecer normas,» dijo el doctor Jon Shane, profesor de John Jay College of Criminal Justice, quien recientemente publicó un libro sobre el uso de informantes secretos. «Las políticas protegen a los oficiales, protegen a los [informantes secretos], protegen a la comunidad… No es bueno que los policías improvisen a medida que hacen su trabajo». |