Tegucigalpa – El desempleo entre las mujeres en Honduras ha aumentado en mayor medida con respecto a los hombres durante la pandemia de la covid-19 que sufre su país desde hace un año, dijo este lunes la coordinadora del Programa de Fortalecimiento del Derecho a Decidir de las Mujeres, Regina Fonseca.
La pérdida del empleo que han sufrido muchas mujeres hondureñas, entre otras violaciones a sus derechos, ha provocado, entre otras cosas, que muchas hayan engrosado las filas de migrantes que han salido en las últimas caravanas hacia los Estados Unidos, cargando incluso a sus hijos en brazos, indicó Fonseca a Efe en Tegucigalpa.
«En este contexto de la pandemia, entre las mujeres obreras de las maquilas (ensambladoras) por ejemplo, ha habido despidos masivos», lo que se agravó con los severos daños que en noviembre de 2020 dejaron las tormentas tropicales Eta e Iota, señaló la también directiva del Centro de Derechos de Mujeres de Honduras.
Añadió que son muchas las situaciones difíciles que acumulan miles de hondureñas y hacen más compleja su vida, lo que también afecta a los niños, por lo que «no es casual que en las caravanas de migrantes internacionales que antes eran mayoritariamente de hombres, ahora sean también con una amplia representación de mujeres con sus hijos en brazos y de la mano para buscar salir de la situación en la que estamos».
«Es una situación muy complicada, a veces desesperanzadora y quizás por eso mucha gente se va. Sin embargo, también hay muchas mujeres en pie luchando para acabar con esto que nos tiene tan mal en el país», recalcó.
ALTA IMPUNIDAD EN CRÍMENES CONTRA MUJERES
Fonseca recordó que en Honduras sigue habiendo una alta tasa de impunidad en lo que respecta a la violencia sexual y criminal contra las mujeres.
Dijo que la tasa de impunidad por violencia sexual es del 96 %, mientras que por muerte violenta de mujeres es del 90 %.
El Centro de Derechos de Mujeres prevé que tal como está la situación del país, que además enfrenta desde 2009 una crisis política y social, las mujeres puedan ver más reducido su acceso a la justicia.
Suceden cosas tales como la citación a mujeres violentadas a un juzgado sin que alguien del tribunal siquiera haya sido nombrado, lo que evidencia además una justicia tardía, si es que les van a hacer justicia, expresó Fonseca.
En otros casos, las mujeres que han sido víctimas de tentativa de feminicidio han rendido su testimonio de lo que sucedió con su pareja, pero eso no es suficiente para que se gire una orden de captura hacia el agresor.
Añadió que aparentemente pareciera que se están atendiendo las denuncias de víctimas de agresión ante el 911 o los operadores de justicia, pero eso no significa que hayan dejado de registrarse situaciones de violencia sexual contra mujeres y niñas.
Fonseca recordó que son muchos los casos que se registran en los hospitales de niñas madres menores de 14 años, que han sido víctimas de violación.
Señaló además que la pandemia de la covid-19 no solo ha sido aprovechada para incurrir en actos de corrupción en el país, sino que también se ha dejado de brindar otros servicios como los de salud sexual y reproductiva, por ejemplo.
En el país se dejaron de comprar anticonceptivos, no porque se rompiera la cadena de suministros, que al final sí se rompió, sino porque no los hay porque no se hicieron las compras a tiempo, en octubre de 2019, acotó Fonseca.
MUJER EMBARAZADA POR VIOLACIÓN EN 2015 SIGUE EXIGIENDO JUSTICIA
Una vieja ley contra el aborto que en enero ratificó el Parlamento de Honduras, que además prohíbe el matrimonio entre personas de mismo sexo en el país, ha representado graves daños para miles de mujeres, no de ahora, que quedaron embarazadas producto de violaciones sexuales, muchas muy violentas.
Ese es el caso de la hondureña Cristina López (nombre ficticio para proteger su identidad), quien en 2015 fue atacada por dos individuos que la golpearon en un disfrazado robo a una organización que administra proyectos sociales con la que ella trabajaba, de los que uno la violó y quedó embarazada, según relató a Efe.
Cristina dijo que luego de ser violada fue a la Dirección de Investigación Policial para denunciar el hecho, pero seis meses después acudió a la Fiscalía, donde para empeorar su situación le dijeron que sobre su caso ni siquiera tenían la denuncia.
«Producto del abuso sexual yo quedé embarazada y después fue algo impactante, porque era algo que no estaba en mis planes para ese momento, porque yo ya tenía dos hijos, tenía mi pareja, que entonces estaba trabajando en una zona muy remota de mi comunidad», subrayó Cristina llorando con frecuencia al recordar su dolor.
Añadió que cuando se recuperó de los golpes que le propinaron sus agresores, fue al centro de salud de la comunidad, donde le practicaron la prueba de embarazo, que dio positivo.
«Yo no había tenido vida sexual con nadie más en ese tiempo, fue una situación que marcó mi vida para siempre, entré en depresión y una serie de cosas; me negaba a estar embarazada y comencé a buscar métodos farmacéuticos para abortar, pero no encontré. Luego busqué raíces de plantas naturales, tomé algunas dosis pero no me funcionó, fue imposible y yo me negaba a aceptarlo», afirmó Cristina.
Llegó el quinto mes de embarazo sin que Cristina llevara un control mensual y ante la imposibilidad de abortar se resignó a tener que dar a luz a un nuevo ser humano producto de una violación y pensaba que, si era varón, lo daría en adopción.
Sus planes se le vinieron abajo, afirmó, cuando se enteró que daría a luz a una niña, lo que le hizo cambiar de opinión, y pensó en lo que preguntaría la niña cuando creciera.
SU PAREJA LA ABANDONA LUEGO DE CONOCER LO SUCEDIDO
Cristina indicó que cuando su pareja regresó al hogar, la niña tenía pocos días de nacida. Ella le dijo todo lo que había sucedido, pero él le pidió «un tiempo para asimilar la situación».
Cuando ya transcurría el 2016, el compañero de Cristina, padre de sus primeros dos hijos, «decidió irse para los Estados Unidos y la relación de pareja terminó».
Desde entonces, Cristina, a raíz del daño sicológico el sufrido por su hogar, abandonó su comunidad. Ahora es defensora de derechos humanos y sigue clamando por justicia, ya que los autores de la agresión siguen en la impunidad.
JS