Tegucigalpa (Especial Proceso Digital /Por Lilian Bonilla) – Con la vista puesta en las elecciones generales de 2025, el oficialismo mueve sus fichas. Y con ello, también se da el retiro -tardío y cuestionado- de tres figuras claves del actual gobierno: la ministra de Defensa, Rixi Moncada; el canciller Eduardo Enrique Reina; y la ministra de Derechos Humanos, Angélica Álvarez.
– Con la mira puesta en las elecciones generales de 2025, el gobierno de Xiomara Castro sacrifica tres piezas del gabinete ¿A quiénes les queda la ardua tarea?
– Pese a logros puntuales que los funcionarios marcan en sus áreas, las salidas de Moncada, Reina y Álvarez dejan más dudas que avances en un momento clave para el país.
Los tres, funcionarios oficializaron sus renuncias ante el Ejecutivo este martes, previo a la convocatoria del CNE, para las elecciones generales, la renuncia de Moncada se hizo efectiva al igual que la de Reina y Álvarez.
Ya oficialmente fuera del gabinete, abandonan sus cargos, para ir a prometer lo que sería la continuación de un gobierno de Libertad y Refundación (Libre) y a criterio de muchos sin haber cumplido las promesas anteriores, ni dejar una ruta clara para resolver los desafíos que enfrentan sus respectivas carteras ministeriales.
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Rixi Moncada: juez y parte
La salida de Rixi Moncada marca el fin de una gestión cargada de cuestionamientos éticos. Desde su nombramiento como ministra de Defensa mientras se perfilaba como precandidata presidencial del Partido Libre, analistas y sectores de sociedad civil señalaron el evidente conflicto de interés. ¿Cómo puede una aspirante presidencial liderar la institución militar encargada de resguardar la neutralidad y transparencia del proceso electoral?
Moncada no escuchó las voces que exigían su renuncia anticipada para no poner en entredicho la credibilidad de las Fuerzas Armadas (FFAA). La dimisión llegó al filo del calendario, cuando el daño institucional ya estaba hecho. Peor aún, deja al frente de las Fuerzas Armadas a un jefe castrense que ha sido señalado por su afinidad política: el general Roosevelt Hernández, quien recientemente protagonizó su última polémica con publicaciones en las que se atacó directamente a periodistas y organizaciones civiles, acciones consideradas impropias y preocupantes en un régimen democrático.
Durante su gestión, las Fuerzas Armadas —una de las pocas instituciones que aún conservaba cierta confianza ciudadana— se vieron envueltas en un proceso de creciente politización, pérdida de prestigio y alejamiento de su rol institucional. Moncada, en lugar de fortalecer la institucionalidad, pareció utilizarla como trampolín político y herramienta partidaria, esto a criterio de analistas consultados como la socióloga Julieta Castellanos y el general en condición de retiro Luis Alonso Maldonado Galeas.

Desacertada gestión
El general en condición de retiro Luis Maldonado Galeas, en entrevista con Proceso Digital calificó la función de Rixi Moncada como ministra de Defensa, como “una de las más desacertadas” en la historia reciente de la institución castrense.
Según el exjefe militar, la designación de Moncada al frente de la Secretaría de Defensa, fue un error de origen, pues en el momento de su nombramiento ya figuraba como precandidata presidencial del partido oficialista Libertad y Refundación (Libre). Fue una decisión de la presidenta Xiomara Castro inapropiada y debió ser corregida a través de un análisis técnico y respetuoso por parte del Estado Mayor Conjunto, la Junta de Comandantes y la Inspectoría General”, sostuvo Maldonado Galeas.
El general en retiro enfatizó que la Secretaría de Defensa forma parte del alto mando militar, junto con la presidenta de la República —quien actúa como comandante general— y el jefe del Estado Mayor Conjunto. Desde esa perspectiva, consideró que Moncada tenía responsabilidades clave en el diseño e implementación de la política de defensa, incluida la garantía del libre sufragio y la custodia del material electoral, según lo manda la Constitución.

“Su presencia en ese cargo, bajo las circunstancias políticas en que se dio, provocó una distorsión dentro del mando militar, afectando severamente la mística institucional, el espíritu de cuerpo y las tradiciones de las Fuerzas Armadas”, expresó.
En relación con el futuro de la Secretaría de Defensa, Maldonado Galeas hizo un llamado al nuevo ministro o ministra a asumir el cargo con una visión clara de las misiones constitucionales y a reparar los daños institucionales dejados por la anterior gestión.
Entre las principales tareas que deberá asumir el nuevo titular, destacó: Reestablecer relaciones de cooperación con el Departamento de Defensa de Estados Unidos, especialmente a través del Comando Sur, en temas de logística y respuesta a crisis climáticas.
Asimismo, planificar y garantizar la disponibilidad de recursos para el cumplimiento de la misión constitucional relacionada con las elecciones generales de 2025. También coordinar institucionalmente con el Consejo Nacional Electoral (CNE) para asegurar un proceso electoral transparente y libre de amenazas internas o externas.
Revisar y ajustar el papel de las Fuerzas Armadas en materia de seguridad interior, en apoyo a la Secretaría de Seguridad y la Policía Nacional, buscando equilibrio entre esta función y la responsabilidad electoral.
Pero sobre todo “es fundamental que el próximo titular alinee su gestión con la Constitución y los intereses nacionales. La defensa de la democracia y la institucionalidad deben volver a ser el norte del alto mando militar”, concluyó el general Maldonado Galeas.

Enrique Reina: una diplomacia ideológica
El segundo en salir es el canciller Eduardo Enrique Reina, quien se despide tras una gestión marcada por una política exterior con fuerte carga ideológica, a criterio de analistas y expertos en relaciones exteriores.
Lejos de fortalecer vínculos estratégicos y recuperar la imagen internacional de Honduras, Reina apostó por decisiones polémicas: el abandono de Taiwán en favor de China y el respaldo incondicional a Palestina, tensando la relación con Israel y otros socios occidentales, entre otros temas.
Reina tampoco logró avances significativos en temas clave como el Estatus de protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés, para los hondureños en Estados Unidos o las negociaciones del TLC con China. Ni hablar del lobby millonario contratado en Washington, que no rindió frutos tangibles. Su gestión concluye sin haber posicionado a Honduras en el diálogo político global, y con temas pendientes que dejan poco margen de maniobra a su sucesor en los pocos meses restantes de gobierno.

Muchas tareas pendientes
El experto en relaciones internacionales, Graco Pérez, en conversación con Proceso Digital, calificó como negativo el desempeño del canciller hondureño Eduardo Enrique Reina, a quien acusó de haber ejecutado una política exterior “sectaria, ideológica y alejada del verdadero interés nacional”
Para Pérez, el principal error de Reina fue carecer de autonomía y de criterio propio. Un canciller no puede limitarse a ejecutar instrucciones sin analizar sus implicaciones. Se supone que debe tener la capacidad de orientar a la presidenta, no de seguir órdenes a ciegas, dijo el analista, señalando que en ningún momento Reina mostró desacuerdo con decisiones que dañaron la imagen internacional de Honduras.
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Uno de los episodios que Graco Pérez destacó como el inicio del deterioro diplomático fue la negativa de la presidenta Xiomara Castro a asistir a la Cumbre de las Américas, a pesar de haber sido formalmente invitada.
Además de decisiones ya conocidas que alejaron a Honduras de sus tradicionales aliados de Occidente, se señalan otros temas que a criterio del analista son clave en la política exterior iniciado con el incumplimiento de la instalación de la Comisión Internacional contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (CICIH), en el que la Cancillería tiene una responsabilidad.
Además, el experto llamó la atención sobre otro tema de alta sensibilidad nacional que ha pasado desapercibido en el debate público: el juicio que se desarrolla en la Corte Internacional de Justicia entre Guatemala y Belice por su frontera terrestre, marítima e insular, y en el cual Honduras no ha solicitado intervenir, a pesar de tener intereses directos en el mar Caribe.
“Este juicio comenzó prácticamente al mismo tiempo que el actual gobierno asumió funciones, y ya está por entrar a su fase oral. Pérez explicó que, al no estar presente en el proceso, Honduras podría ver definida su frontera marítima en el Caribe sin haber defendido sus derechos.
Finalmente, denunció que el canciller Reina deja su cargo sin gestionar la recepción de cartas credenciales de varios embajadores europeos, como los de la Unión Europea, Reino Unido, Suecia e Israel. Y con esto a su criterio “hasta el último momento se evidenció el sectarismo ideológico con desaires diplomáticos imperdonables”. No hubo política exterior, lo que hubo fue un manejo ideológico de las relaciones internacionales del país”, concluyó Pérez.

Angélica Álvarez, la ministra ausente
La tercera en salir es Angélica Álvarez, ministra de Derechos Humanos, una cartera sensible en un país con altos niveles de violencia, impunidad y abusos. Su paso fue, en palabras de activistas, «el de un comodín», un intento de apagar los incendios dejados por su antecesora Natalie Roque, pero sin mostrar capacidad real para enfrentar los desafíos estructurales y en la mayoría de conflictos se le vio ausente.
El panorama actual en derechos humanos es preocupante: aumento de denuncias contra fuerzas de seguridad, condiciones precarias en centros penitenciarios, conflictos por tierras y una alarmante falta de acceso a la justicia. Álvarez, sin embargo, deja el cargo sin un legado claro ni una hoja de ruta para su sucesor.
El presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (CODEH), Hugo Maldonado, criticó que “esa Secretaría deja mucho que desear”.

Para el defensor de derechos humanos, la situación es sumamente grave, ya que la secretaría, lejos de proteger a los sectores vulnerables, ha sido utilizada como escudo para beneficiar a funcionarios afines al actual gobierno. “El mecanismo de protección ha sido consumido por funcionarios del gobierno, mientras periodistas, operadores de justicia y defensores de derechos humanos están en total indefensión”, expresó.
Maldonado recordó que los mismos empleados de la Secretaría protagonizaron una huelga hace meses, lo que evidenció las fracturas internas de la institución. Si bien algunos cambios se realizaron después de la protesta, aseguró que “la gestión ha sido opaca” y que la institución continúa arrastrando una enorme deuda con las víctimas de violaciones a derechos humanos.
¿Y ahora qué?
Con sus salidas, Moncada, Reina y Álvarez dejan atrás el gabinete en que operaron hasta el último suspiro, sin preparar una transición responsable. Para muchos, se van sin “dejar la mesa servida”, como se dice popularmente. Al contrario: dejan pendientes enormes, poco tiempo para resolverlos, y una institucionalidad desgastada.
En los meses que restan de gobierno, será una hazaña que los nuevos titulares logren revertir el daño o siquiera avanzar en temas tan complejos. Lo más probable, temen algunos observadores, es que simplemente se sienten a esperar que pase el tiempo, repitiendo el patrón de opacidad y desinterés. LB