Pero la reforma sanitaria es la principal prioridad legislativa de Obama -quien se ha apostado su mandato a la aprobación de la medida- y no está claro, a sólo un día de la votación en la Cámara de Representantes, si los demócratas tienen en la columna de los «síes» los 216 votos que necesitan.
El ritmo de las negociaciones hoy en la Cámara era frenético.
Por un lado, el Comité de Reglas abordaba cómo llevar a cabo la votación y en qué momento. Normalmente un encuentro de esta comisión sólo interesaría a los muy iniciados, pero hoy la prensa se agolpaba a sus puertas.
Según decidió finalmente el Comité, este domingo los congresistas dedicarán dos horas al debate de uno de los proyectos de ley e inmediatamente celebrarán las dos votaciones, de modo consecutivo, indicó el líder de la mayoría demócrata en la Cámara, Steny Hoyer.
Otro de los grandes centros de atención hoy giraba en torno a un grupo de congresistas demócratas católicos, que públicamente permanecen indecisos u opuestos a la medida, y de cuyo voto final -dado que la oposición republicana dará un «no» en bloque- puede depender el éxito de la reforma.
Esta veintena de congresistas, sobre los que se espera que Obama ejerza mayor presión hoy, reclaman enmiendas que garanticen que no se destinarán fondos federales para la práctica de abortos.
El representante más destacado de este grupo, Bart Stupak, canceló este sábado una esperada rueda de prensa en la que tenía previsto exponer sus exigencias para dar el sí a la medida, en una aparente ruptura de sus negociaciones con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
El problema que encuentran los líderes demócratas es que si aceptan la demanda de los anti-abortistas un grupo aún más numeroso de congresistas de izquierda amenaza con retirar su apoyo a la medida.
Una posibilidad con la que se conjeturaba hoy para conciliar las posiciones de ambos grupos era dejar el lenguaje de la medida como está y que Obama emitiera una orden presidencial que precisara que no se usarán fondos federales para las interrupciones voluntarias de los embarazos.
Mientras las negociaciones se sucedían en el interior del Congreso, en el exterior se concentraban cerca de dos mil simpatizantes del movimiento conservador Tea Party, que se opone tajantemente a la reforma.
Públicamente, los líderes demócratas aseguran que en el momento de la votación contarán con los 216 votos y conseguirán aprobar la reforma, un objetivo que no había conseguido ninguno de los presidentes estadounidenses que lo intentaron.
«Claramente creemos que tenemos los votos», aseguró hoy un Hoyer triunfante.
Obama se ha implicado personalmente hasta el final en esta medida, que ha defendido a lo largo de su mandato incluso contra el consejo de algunos de sus asesores más allegados.
A lo largo de esta semana, según confirmó la Casa Blanca el viernes, Obama ha conversado personalmente, cara a cara o por teléfono, con 64 legisladores para recabar su apoyo a la medida.
El presidente estadounidense anunció el jueves que cancelaba una gira por Guam, Indonesia, Australia que debía haber comenzado este domingo para poder estar presente en la recta final del proceso.
En principio, la Cámara de Representantes votará el domingo los dos distintos proyectos de ley.
El primero es el proyecto de ley sobre la reforma que ya aprobó el Senado el pasado diciembre. Si la Cámara da el sí, sólo faltará la firma de Obama para que se convierta en ley.
Un segundo proyecto introduce una serie de enmiendas a la medida, para dejarla más del gusto de los congresistas demócratas. Si la Cámara lo aprueba, pasará al Senado, que podría verlo a lo largo de la próxima semana.