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Morazán, la patria grande y los hermanos costarricenses

Por Yanivis Melissa Izaguirre | Periodista, Honduras

Tegucigalpa, Honduras. Entre playa, excursiones, descanso y pura vida, cayó como balde de agua fría que Costa Rica se convirtiera en el primer país de Centroamérica en solicitar visa a las y los compatriotas hondureños.

A propósito del nacimiento de Francisco Morazán, de la semana morazánica y la sorpresiva medida del gobierno de Costa Rica, es propicio rememorar el ideal unionista que cada vez está más lejos.  

No es de extrañar que el país menos morazanista tome esa medida de ipso facto, dejando la diplomacia y diálogos entre naciones hermanas en un segundo plano. Una nación para la que el legado del general Francisco Morazán no significa lo mismo que en Honduras y El Salvador, por ejemplo, en donde su nacimiento y muerte no pasan desapercibidas.

La “hazaña tica” viene a representar un candado entre la visión de una patria grande, bajo el resquemor de bloquear en lugar de habilitar.

¿Qué pasaría si el resto de los países centroamericanos emulan las medidas de Costa Rica bajo el principio de reciprocidad? La región quedaría más aislada, perdida y agonizante, como el ideal morazánico.  

Como bien lo anunció el morazanista Miguel Cálix, en una entrevista que me concedió hace unos años, seguimos siendo “cinco Estados pequeños, débiles y enfermizos”.

Y es que Morazán, aquel hombre adelantado a sus tiempos quizá no contempló que no sería suficiente un bicentenario de independencia para lograr la unión centroamericana y una patria grande que cada vez queda más chica y sola ante disposiciones abruptas e incomprensibles que interponen más barreras entre países hermanos.

Ahora más que nunca, en tiempos difíciles donde la geografía está marcada por narcotráfico y migraciones irregulares, la visión unionista de una República Federal de Centroamérica es una necesidad de supervivencia, pero nada de eso será posible si continuamos con falsos paladines con gestas partidarias que vende sus yerros como hazañas. Al parecer, con estas medidas, Centroamérica se prepara para un nuevo manifiesto, en donde la unión no forma parte de sus proclamas. Pues, al menos en Honduras, lo único que nos queda de Morazán es un devaluado billete de cinco lempiras.

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