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Migración con remesas económicas y de conocimiento

Ricardo Puerta

Tegucigalpa. – Para el hondureño que se va como emigrado de Honduras, por causas múltiples, con el objetivo de conseguir un trabajo digno y rentable, es falso que cualquier tipo de migración es buena para lograr ese propósito. Los resultados a lograr tienen que evidenciarse especialmente en tres unidades claves del migrante: país de origen, emigrado y país de destino. Entonces, ¿Cuál es la mejor forma de emigrar tanto para el migrante como para Honduras, si los Estados Unidos es el mayor país receptor de esa migración?

Con este artículo, en su primera parte trato de responder a esa pregunta. Abro la segunda parte definiendo qué son remesas de conocimiento. Cierro el artículo comentado alternativas posibles a corto plazo, al combinar las remesas económicas con las del conocimiento en un contexto de co-crecimiento y co-desarrollo en ambos extremos de la experiencia migratoria.

Empiezo el análisis por los “inmóviles o quedaditos”.  Son los hondureños que se han quedado toda su vida viviendo donde nacieron. Desde 1982 hasta hoy 2022, por 40 años, Honduras evidencia en ese período más años de pobreza y menos con un crecimiento y desarrollo incluyente y equitativo. Es decir, más tiempos malos que buenos.

Pero no a todos los quedaditos les ha sucedido eso. Y a quienes no, dicen “tener la suerte” de contar con parientes y “adoptados” que, habiéndose ido al extranjero, les han mandado dólares o euros, que al recibirlos en Honduras en lempiras “les han mejorado sus vidas y las de sus dependientes”.

Y aquí va la esencia: de todas las alternativas de emigración transnacional que existen hoy para el hondureño que nunca ha salido de su país, escapar, irse forzado o libremente a trabajar al extranjero es aconsejable, si es a través de “una migración legal, ordenada, circular y temporal”.

Con esa etiqueta me refiero al movimiento que hace legalmente el emigrado hondureño por varios años; y donde por año, labora por menos de 12 meses. Lo antes expresado sucede con más frecuencia en hombres que en mujeres, si el hondureño se va Estados Unidos, y más en mujeres, si la migrante se va a España. Por razones de espacio, en este escrito  me limitaré a la migración a  Estados Unidos.

Para asegurar su beneficio, el emigrado temporal que se va a trabajar a los Estados, debe hacerlo en la misma empresa, por años seguidos, y con el mismo empleador, gringo o puertorriqueño, pues Puerto Rico, es también parte de EUA. Hacerlo es posible porque su patrón en el extranjero está satisfecho por el liderato que tiene y el desempeño laboral efectivo que ha demostrado hasta ahora el inmigrante. Y al despedirse ambos al fin de temporada última, su empleador gringo le pidió que volviera, y con un número tantos trabajadores más, todos seleccionados por él.

¿Por qué, como autor de este artículo, llego a ese planteamiento? Por lo aprendido de la realidad, sin idealizarlo. Pues como sugiere Karl Popper (1902-1994) filósofo, politólogo y profesor austriaco, nacionalizado británico, el conocimiento tiene un carácter provisional, pues las hipótesis de la ciencia suelen ser conjeturas, que en cualquier momento pueden ser eliminadas a través del contraste, proceso conocido por falseabilidad.  Una hipótesis es falseable si existe un enunciado ya evidenciado (o un conjunto de enunciados observables), entre los lógicamente posibles, que sea incompatible con lo hasta ahora conocido, esto es: que en caso de ser establecido como verdadero, refutaría tal propuesta”. Un ejemplo típico para ilustrar esto es el de los cuervos. No porque todos los cuervos que hemos visto hasta el momento sean negros implica necesariamente que todos lo sean. En cambio, al toparnos con uno que no lo es, sí podemos afirmar que no todos los cuervos son negros.

Con esa perspectiva he estado analizando, críticamente, el fenómeno migratorio laboral desde mayo de 1972, cuando empecé a trabajar como investigador y observador de trabajadores migrantes temporales, de origen chicano y puertorriqueño, en la agricultura del Estado de Nueva York. Meses después inicié mis estudios doctorales en la Universidad de Cornell, ubicada en Ithaca, Nueva York.

Esa universidad me abrió los ojos y la mente. Es privada y pública, creada por, Erza Cornell (1807-1874), un rico hombre de negocios, político y filántropo, estadounidense de origen inglés. Fundó Western Union y cofundó la Universidad de Cornell. Fue también presidente de la Sociedad de Agricultura de Nueva York y senador de su Estado. La Universidad de Cornell, por ser un land grant college posee también tierras públicas, donadas por el Gobierno Federal, Washington, y eso la hace responsable  del  crecimiento y desarrollo agrícola y rural del Estado. Y además tiene staturory colleges, que son escuelas y facultades creadas y mantenidas con fondos públicos provenientes cada año del Congreso del Estado de Nueva York. En este caso son 4 las facultades: de Agricultura y Ciencias de la Vida, de Desarrollo Humano, de Relaciones Industriales y Laborales, y de Veterinaria y Medicina.

Los fondos, privados y públicos, permiten que el Departamento de Economía Agrícola de la Universidad de Cornell mantenga al día una base de datos que informa sobre la descripción, operaciones, logros y necesidades que tienen todas las empresas productivas y de servicios que operan en el Estado de Nueva York. Que no es un territorio cualquiera en la nación norteamericana. Pues sin tener gas ni petróleo entre sus recursos naturales, Nueva York es el tercer Estado más rico de la nación americana, tras Texas, el mayor productor de ambos recursos en Estados Unidos, y California, productor también de ambos recursos, pero en menor cuantía.

Me gradué de Cornell en 1982 como Sociólogo, con especialidad en Desarrollo e Investigaciones. Y a partir de 1995, me radiqué en Honduras como residente extranjero, y me dediqué observar, analizar e informar, en una forma sistemática,  la migración de los hondureños que legalmente o en forma indocumentada, se van a Estados Unidos a trabajar, de manera temporal o permanente. En ese análisis también incluyo a los extranjeros indocumentados, extraterritoriales, que pasan de tránsito por Honduras para llegar por tierra a EUA. Los nacionales que migran legalmente a EUA para realizar trabajos temporales lo hacen amparados por visas de tipo H2A y H2B, respectivamente para hacer labores agrícolas y no agrícolas. Esas oportunidades de empleos legales que hay en EUA están en la agricultura, carpintería, albañilería, construcción, silvicultura, turismo, transporte, manufactura de alimentos y otras industrias.

¿Dónde está la explotación laboral?

Pero además de las contrataciones legales mencionadas, en los Estados hay un buen número de empleadores, que buscando más rentabilidad en sus inversiones prefieren contratar a migrantes indocumentados, para pagarles un salario y beneficios laborales por debajo a lo que exigen las leyes vigentes. Eso explica por qué al presente en Estados Unidos hay por lo menos 10 millones de migrantes indocumentados viviendo así por más de una década en ese país. Buen número de ellos hasta acompañados con sus respectivas familias. Y el sistema vigente, por la tolerancia e indiferencia demostrada hasta ahora, prefiere que sigan siendo explotados porque ni los deporta, ni los legaliza.

Considerando todo lo anterior quizás ahora entendamos porqué las empresas que contratan trabajadores migrantes, temporales o permanentes, legales e indocumentados, su mayor problema es, y sigue siendo en Estados Unidos, cómo atraer y retener de un año a otro al trabajador migrante que es cumplidor y productivo.

Empeora la situación

Lo antes mencionado y la problemática de la migración en general,  se volvió más masiva, mediática y  compleja a partir del 12 de octubre del 2018 en Honduras,  cuando cientos de connacionales respondieron a la invitación inicial que les hizo Bartolo Fuentes,  cuando dijo que acompañaría a los migrantes hasta Estados Unidos para pedir asilo, si aceptaban partir  de San Pedro Sula,  y desde allí irse por tierra en caravana hasta la frontera de México con Estados Unidos.

Si bien el objetivo de Bartolo probó ser ilusorio, desde el 2018   la caravana en Honduras fue aceptada como la estrategia preferida para los miles de inmigrantes indocumentados, connacionales y extraterritoriales, que anualmente emigran por tierra hacia los Estados Unidos.

Definiendo Remesas de Conocimiento 

Para ahondar en el tema recurro a Juan Antonio Blanco Gil (nacido en Cuba 1947), historiador, filósofo y diplomático, activistas en derechos humanos y especialista en negociación y resolución de conflictos, autor de “Remesas de Conocimiento” una publicación de unas 5,000 palabras.

El autor en su escrito destaca la diferencia que existe en la definición del vocablo “remittance” que da el diccionario Merriam-Webster y la que ofrece el Diccionario de la Real Academia Española. El Webster define remittance como “trasmisión de dinero” (transmittal of money). Mientras que el diccionario de la Real Academia lo describe como “remisión que se hace de una cosa de una parte a otra”, por lo tanto, entre ambas la diferencia no es solo en dinero.

Según Blanco Gil, “denominamos remesa de conocimiento a todas aquellas transferencias de capital humano y social que efectúan -de manera individual o colectiva- los miembros de una diáspora hacia personas o grupos en sus países de origen”.

 Y como todo lo actual tiene su historia, considero que  siguen siendo útiles los aportes hechos por Peggy Levitt con su concepto de “remesas sociales”; al igual que “remesas colectivas”,  término acuñado por los Zacatecas de México,  en su  Programa de Tres por Uno, desarrollado a partir de la inversión hecha por las organizaciones de las diásporas de migrantes, multiplicada por los fondos palanqueados en los tres niveles de gobierno  -municipal, estatal y nacional-  para financiar obras de infraestructura básica, en beneficio a las poblaciones de sus comunidades de origen.

Ante una realidad tan cambiante  y caótica como la de los migrantes y las remesas,  como diseñador y evaluador de proyectos estoy precisado a construir modelos conceptuales y operativos que sean capaces de comprender, describir, explicar y poder intervenir eficazmente  con  paradigmas  y guías de aprendizaje, aceptando que la realidad esa la vez estática y dinámica porque  se mantiene y cambia. Y en tal proceso hay una fase inicial, en la cual aún no contamos con una terminología efectiva de uso común, basada en teorías y prácticas surgidas de experiencias exitosas. Eso justamente ocurre en la actual transición conceptual por la que atraviesan los estudios migratorios hondureños.

Y volviendo a las remesas de conocimiento, éstas pueden ser trasmitidas de manera espontánea u organizada, cuando miembros de una diáspora ubicada en el extranjero interactúan directamente con connacionales o personas nacidas en su mismo país de origen. Tal es el caso de las Viajeras, casi todas mujeres emprendedoras, mayormente de Honduras y El Salvador, que casi sin ser notorias, por emprendedoras se dedican a ser mensajeras de historias, de recados, conversaciones grabadas, fotos, paquetes, productos nostálgicos y regalos, entregados antes por sus remitentes. Lo compartido se vuelve más valioso si en cada extremo del intercambio migratorio -país de origen y de recepción- los participantes son parientes, o al menos se conocen y crecieron en una misma localidad.  Con menos frecuencia, las Viajeras les traen a los destinatarios de Honduras remesas en efectivo en moneda dura. 

Las Viajeras entregan “los encarguitos” a sus destinatarios en encuentros personales, programados previamente, siguiendo una ruta ya conocida. También se generan remesas de conocimiento cuando los connacionales emigrados visitan en sus países de origen a familiares, allegados, conocidos o amigos, en tiempo de Navidad, fin de año, Día de Reyes u otras celebraciones (Día de las Madres, cumpleaños, etc.). Con frecuencia, y sin proponérselo, estas reuniones en ambas direcciones transmiten también perspectivas, ideas, valores, experiencias, habilidades, conocimientos y otros valores agregados que son tipo social. En casos a observar e investigar, algunas de esas transferencias, llegan a convertirse después en negocios que ni siquiera fueron parte del intercambio inicial.

Los efectos tanto económicos, como los sociales de las remesas pueden esparcirse a toda la sociedad, en su conjunto, en el país de origen. Para ello, el Estado (el hondureño en este caso) podría fomentar proyectos públicos-privados, de salud, urbanismo, mejoramiento de vivienda, micro-empresas, etc., que saquen de la pobreza a personas y a grupos históricamente marginados o discriminados.

Para convertir las remesas -económicas y de conocimiento- en una estrategia de desarrollo nacional se requiere de una amplia colaboración del sector privado, con prioridad de las entidades gremiales, ambientalistas, de salud, información y también las de educación media y superior. Así como de las ONGs privadas y de la Cooperación que promueven en Honduras proyectos para lograr un crecimiento incluyente, equitativo, anti-pobreza, que reduzca la migración forzada y la indocumentada.

Habiendo laborado por más de 30 años en el complejo institucional privado no lucrativo y no estatal, estoy convencido que, en la experiencia privada de desarrollo en Honduras, desde 1982 hasta hoy, hay prácticas exitosas que sin reconocerlo abiertamente, tienen afinidad ideológica y hasta pueden servir de referentes al actual gobierno de Honduras, cuya Presidenta se declara a favor del socialismo democrático. Siempre que su propuesta la construya para beneficio de todos los hondureños, de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera y desde el presente hacia el futuro, y no al revés.

Por eso, en próximos escritos para mi columna en proceso.hn, periódico digital de Honduras, destacaré  los casos que han tenido éxito en Honduras,  gracias al apoyo técnico y financiero brindado por el sector privado, especialmente cuando éste “promueve el desarrollo local, incluyente,  multisectorial con expansiones hacia lo integral, equitativo y reductor de pobreza”, si está focalizado en la pequeña y mediana empresa; por excepción en el reducido número de empresas grandes que ya han logrado derrames positivos en sus asalariados; maquiladoras, cooperativas; micro-financieras para mujeres y jóvenes emprendedores; niños, niñas y madres solteras migrantes que enfrentan riesgos que con asistencia y servicios profesionales pueden ser eliminados o reducidos; bibliotecas escolares que forman ciudadanía; empresas comunitarias, autogestionarias, familiares; agricultura de jornaleros, de micro y pequeños productores en laderas; productores agrícolas primarios, altamente tecnológicos, que se montarían en el carro del progreso y bienestar, para ellos y sus asalariados, si tuvieran contratos de compra  a sus productos exportables, pagados a un precio mayor al que hoy reciben al vender sus cosechas solo para el mercado local; cajas rurales y grupos de base con créditos realmente cooperativos y solidarios.

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