Tegucigalpa – Este sábado un reconocido cantante de los denominados “corridos alterados” se presenta en la occidental Santa Rosa de Copán, ante una amplia expectativa entre sus seguidores. Se trata del famoso Komander.
La presentación musical hace retomar los planteamientos sobre un controversial subgénero musical y su influencia en Honduras y en el resto de las Américas, especialmente en el corredor que se extiende desde el sur de los Estados Unidos pasando por México, Centroamérica hasta Colombia, países donde el narcotráfico y el crimen organizado marcan su influencia en la música, la moda y hasta en el estilo de vida.
Los narcocorridos
Son una variación de la música popular norteña mexicana. Se les conoce desde hace poco más de una década como narcorridos y en ellos se relatan historias populares cercanas a la muerte, al disfrute intenso de las vidas cortas de los capos de la droga.
Los protagonistas son jefes de carteles y de bandas delictivas a quienes se les ubica en escenarios que muestran su origen pobre, su “valentía” para enfrentar riesgos extremos y el fruto de su “esfuerzo” que les coloca en lugares de riqueza, lujo, mujeres y, en fin, una opulencia de oropel hasta aberrante, a más no poder.
Algunas historias también les colocan en papeles casi de héroes, les retratan como si fueran modernos Robin Hood y eso porque protegen poblados y comunidades estratégicas para sus negocios, donde requieren la buena voluntad y la complicidad de todos.
Son canciones compuestas, en muchos casos, por encargo de jefes de carteles de la droga. Inicialmente hechas para capos mexicanos, pero pronto también arregladas en otros países de la región para los jefes locales de la mafia, capos de la droga y hombres del crimen organizado, Honduras entre ellos. La música generalmente es a base de acordeón, guitarra, requinto y bajo entre otros.
Lejos quedaron las historias musicales mexicanas de las infidelidades, las venganzas familiares y las corridas de caballos. La violencia intrafamiliar y los homicidios por pasiones y amoríos, eran el plato fuerte de este género que, aunque aún tienen su público ya no lo acaparan en su totalidad.
Corridos alterados: desde Olancho hasta el Occidente
Pero como si los narcorridos no fueran suficiente en lo que respecta la apología al crimen, toma vida una nueva mutación: los corridos alterados, historias explicitas que detallan ejecuciones, ajustes de cuentas, actos sanguinarios, de verdadero terror, ligados a la parte más descarnada de los grupos criminales.
A la división de música alterada hace honor el Komander, un exponente del “subgénero”, quien ha visitado Honduras para ofrecer su música a un sector amplio de seguidores que disfrutan de sus canciones. Olancho ha sido el sitio donde se le ha recibido especialmente.
Los grupos locales olanchanos de este subgénero también han cobrado especial auge. En Olancho su llegada fue todo un éxito, que ni el corte de energía sufrido a mitad del concierto, impidió que la cantada siguiera y concluyera ya en la madrugada en la casa de uno de los hacendados de la zona, cuentan los lugareños.
El vasto departamento de Olancho, junto a Colón, Atlántida y Gracias a Dios, constituye una región hondureña minada por la presencia y actividad del narcotráfico. En esa zona operan bandas que empezaron, en los últimos dos años, a ser desmovilizadas en operativos que han desnudado la riquezay el poder de los barones de la droga, algunos ya extraditados, otros en proceso y algunos en plena huida.
Otra de las zonas conocidas como parte del corredor caliente hondureño es la occidental, conformada por Copán, Lempira, Ocotepeque y Santa Bárbara. Las operaciones en ese sector del cartel de los Valle Valle y otros grupos como los AA y Don H , han marcado una historia que en parte ha quedado retratada en canciones como “Cuna de Oro”, compuesta por un grupo hondureño conocido como “El roble copaneco”.
Las composiciones a los capos locales son múltiples y grupos musicales ya son varios en este país.
Justamente a Copán llega este 19 de noviembre, el Komander por primera vez. El cantante y su equipo visitan Santa Rosa de Copán, este sábado y la expectativa de los seguidores del llamado género alterado es alta, reportan las ediciones de espectáculos de los medios hondureños donde además se anuncia la página web donde pueden adquirirse las entradas al concierto, precios de las mismas y demás información.
Alfredo Ríos, nombre real del cantante, es famoso por sus coplas cargadas de violencia y apología al narcotráfico. Su presentación se realizará en el estadio de la ciudad y los precios de los boletos para presenciar su espectáculo varían desde los 3,530 lempiras hasta los 830. Las adquisiciones, además de Internet, también pueden hacerse en quioscos señalados en la norteña ciudad de San Pedro Sula.
Influencia silenciosa
Para el sociólogo Pablo Carias, si bien la música es un arte que además genera entretenimiento y es una vía de transferencia cultural, también es una influencia silenciosa.
Par él la música regional de banda mexicana “ejerce una influencia silenciosa que debilita la identidad musical de Honduras”. Hay que “verlo con mucho cuidado”, dijo siempre refiriéndose a ese sub género.
A renglón seguido habló de generalidades de ese tipo de música también y expresó que “lamentablemente esta música fomenta el machismo, el consumo de droga y de alcohol, aunque no sean todos los grupos”, reflexionó.
Doble discurso
El sociólogo hondureño opinó que en cuanto a este estilo de música existe un doble discurso de parte de sectores sociales del país quienes pretenden ser “cultos” y la rechaza de día, pero la escucha de noche, especialmente cuando están influidos por el consumo del alcohol.
Consideró -por la influencia que genera este tipo de música- que Honduras es una especie de colonia musical, influidos por la capacidad de expansión y desarrollo.” Esto les ha dado ventaja para poder influir en nuestra sociedad y nuestra cultura”, opinó.
“En nuestro caso por cuestiones de idioma e históricas tenemos una dependencia musical muy ligada a México”, concluyó.
Sin fronteras
Las amplias posibilidades del Internet y los espacios de la televisión abierta, que además de novelar las historias del narco en Latinoamérica también las acompañan de su música, son otra fuente poderosa de divulgación masiva de la llamada “narco cultura”, en una apología expuesta sin ambages.
El veto
Varios grupos musicales que, según las autoridades hacen apología del narcotráfico, han sido vetados en algunos estados de México, no obstante Centroamérica aún no legisla específicamente sobre el tema, por lo que, estos grupos se presentan ante un mercado animoso.
El Gobierno de Honduras, a través la Secretaría de Derechos Humanos, Justicia, Gobernación y Descentralización (SDHJGD), busca en cada concierto que se realiza en el territorio nacional, ya sea de índole comercial o privado, promover la moralidad y las buenas costumbres, dijo a Proceso Digital José Ángel Herrera, quien es el director de Régimen Departamental de la SDHJGD, dependencia encargada de otorgar los permisos para los conciertos que se realizan en el país.
“Como Estado protegemos la moralidad y las buenas costumbres, si vemos que un evento es muy perverso se puede dar el lujo de cancelarlo”, sostuvo el entrevistado.
Al respecto, explicó que los artistas o grupos musicales, independientemente del género, deben cumplir una serie de requisitos entre los que destacó registrarse en la Dirección General del Régimen Departamental, presentar solicitud formal de presentación musical, solicitar permiso de emergencia de parte del Cuerpo de Bomberos, Pagos correspondientes por mandatos de ley, y finalmente un demo de la presentación integra que se realizará en el territorio nacional.
En ese orden, dijo que una vez analizada esta documentación, se remite al Servicio de Administración de Rentas (SAR), antes Dirección Ejecutiva de Ingresos (DEI), así como a la Dirección General de Migración y Extranjería.
Agregó que, el día del evento personal de la SDHJGD supervisa que se cumplan los principios de la moralidad y las buenas costumbres.
Reiteró, que todos los artistas internacionales deben cumplir los requisitos en mención, aunque se trate de un concierto privado, los cuales -dijo- son más comunes en la ciudad de San Pedro Sula, norte de Honduras.
“Prohibir la música es darle más publicidad”
De su lado, el sacerdote Carlos Rubio, párroco de la Iglesia San Martín de Porres en Tegucigalpa, dijo que existe una influencia directa en el mensaje que transmite a la sociedad hondureña al tiempo que etiquetó esta cultura como “mundana”.
El religioso consideró que la solución en Honduras no radica en prohibir este tipo de música ya que “es darle más publicidad”.
Arguyó que, no se puede prohibir porque a la gente le gusta lo prohibido y sería incitarles a que sigan escuchando esta subcultura musical.
No obstante, recomendó educar a la población sobre el mensaje y la influencia cultural que genera este tipo de música que es del agrado de miles de hondureños.
“Al final cada quien es libre de escuchar la música que quiere y con las facilidades que ofrece el internet sería difícil prohibir escuchar este tipo de música”, concluyó el párroco.