Tegucigalpa, Honduras. Esta semana revivimos la polarización entre «rojitos» y «blanquitos» en medio de una vibrante acuarela política, en donde la mayoría de los sectores terminaron por «darse color».
Le montaron la paralela a la sociedad civil. Una respuesta directa (inicialmente, visceral) que más que ring para medir fuerzas dejó mal parados a los supuestos vencedores. ¿Por qué? Por pura política, por pura diplomacia, por pura intolerancia, por pura niñería.
Y es que el partido de gobierno en vez de barrer por donde pasa la suegra, exhibió el reguero frente a la visita internacional que, precisamente, anda viendo qué tan «limpios» somos.
¡Vaya recibimiento para los tres de la ONU! Un clima político con torrenciales aguaceros que hasta desembocó en un sismo de 6.5. Total convulsión social. La naturaleza es sabia.
El Estado del tiempo se veía inestable desde el fin de semana, cuando todo indicaba que la paralela obligaría al Centro de Estudio para la Democracia (Cespad) y sus amigos a recular.
La atmósfera se tensó más con el discurso de la presidenta Xiomara Castro durante su intervención en la Cumbre de la Unión Europea-Celac. Quedó claro a quiénes atribuyó la pareja presidencial dicha convocatoria y la «feroz campaña» de la que se dicen víctima.
La respuesta inmediata de parte del coordinador de Libertad y Refundación fue un «venite, pues», con un golpe directo que buscaba afianzar el caos vestido de poder popular. Si ya saben que el niño es llorón…
¿El valor agregado? Vigencia, fulgor, populismo, remembranza, revivir la lucha que los movilizó hacia la victoria, los cánticos refundacionales, las consignas libertarias. Primer round.
Lo que resta: intolerancia, displicencia, credibilidad, bloqueo a la libre circulación, percepción negativa a nivel internacional, inmadurez (diplomática, no política).
No fue rabieta ideológica, fue un grito de «¡no nos vencerán!» nacido del trauma de aquel aciago 2009.
¡Vaya forma de caminar viendo hacia atrás! Tropezando con problemas de país que se resuelven en otras trincheras, no precisamente en la calle.
¿Qué pensarán los tres jueces de boxeo que andan viendo qué tan abiertos son los espacios y las mentes de quienes prometieron la CICIH? De momento, solo ven, escuchan y analizan. ¡Ay, la CICIH! Tan cerca, pero tan lejos.
Podrán creer que hicieron bien, podrán pensar que ganaron, pero ya hay varios sectores que se preparan para el segundo round. El problema es que si no se actúa con sensatez y primando el bien común es toda Honduras la que quedará de guantes caídos. A este nivel de crispación social, ya no se trata de qué color somos, pero sí de cuántos. ¡Cuidado! Porque aquellos que quieran seguir donde están para el próximo proceso electoral van a tener que contarnos bien. ¡Vamos pueblo! Que para gustos, los colores.