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Los ‘erectos’ principios de El País

(PD).- ¿Legitima la fama o el poder cualquier acceso al ámbito de lo íntimo? El País siempre defendió que la intimidad es un derecho y no tuvo reparos en atacar a la prensa rosa cuando los paparazzi se pasaban tres pueblos. Pero esos derechos pueden volar por el aire si el buque insignia de Prisa decide ir a por un rancio plutócrata como Berlusconi. ¿Se hubieran ensañado con Aído o con Zerolo de tener un material similar en su poder? ¿Seguirán pontificando sobre el derecho a la intimidad luego de que Berlusconi anunciara que los empapelaría por mostrarle ‘empalmado’ en su piscina?
 

Se escandalizaron con el «periodismo de chequera tienta» que practican los tabloides británicos. Se horrorizaron con el asedio de la prensa rosa francesa a la ex candidata socialista a la presidencia de Francia Ségolène Royal… Y no les tembló el pulso a la hora de ser los inquisidores del mal gusto y los defensores del derecho a la intimidad. Al igual que Pedrojota, se la agarran con papel de fumar.

¿Se está contaminando de amarillismo la prensa seria? ¿Se está deslizando El País por la pendiente de la frivolidad? Se lo preguntaba la mismísima defensora del lector del diario de Prisa a propósito de las fotos de Carla Bruni y Letizia. Los dos culos subiendo las escaleras, vamos. El periodismo serio se sonrojaba por imitar a la prensa rosa. ¿Qué les dirá este fin de semana Milagros Pérez Oliva a sus lectores cuando le pregunten por las fotos de Berlusconi en pelotas? ¿A qué artículo de su sacrosanto Manuel de Estilo nos remitirá para defender ese ataque por tierra, aire y mar a un político que quieren destruir a toda costa?

Nuestro admirado columnista del diario de Prisa Enric González también pontificabarecientemente sobre los límites de la intimidad:

«La intimidad, como la dignidad, ya no forman parte de la esfera moral, sino de la económica. No son valores, sino mercancías, lo que explicaría su banalización».

Lo que él llama «oferta de intimidad ajena» ha fomentado, en su opinión, «el voyeurismo colectivo». «Los mismos afectados por un acontecimiento terrible, y pienso en el padre de Mari Luz, -recalcaba el periodista a Efe- son partidarios de la explotación comercial, en la creencia, muy comprensible, de que una recreación en la pantalla (de su tragedia) ayudará a que no se repitan desgracias de este tipo y a mantener la memoria de la persona desaparecida».

Pero ver a Berlusconi montándosela con señoritas no es voyeurismo. No. Es otra cosa porque la izquierda se siente legitimada a traspasar todos los límites cuando se trata de destruir al oponente. Ya encontrarán la coartada para explicarnos que eso no es ni mercancia ni banalización. Que eso no es periodismo basura. Tendrán que demostrarlo en los tribunales. Berlusconi quiere ‘vendetta’.

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