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La salud mental debe ser prioridad en agenda política tras pandemia de COVID-19, destaca nuevo informe de OPS

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Tegucigalpa /Washington – Los líderes y tomadores de decisión deben procurar y garantizar que la salud mental ocupe un lugar prioritario en la agenda política y se integre en todos los sectores y políticas, para abordar el agravamiento de la salud mental en las Américas tras la pandemia de COVID-19, instó este viernes el director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), doctor Jarbas Barbosa.

«La pandemia ha puesto de relieve el papel central de la salud mental en nuestro bienestar», dado que la COVID-19 y sus efectos han repercutido en «nuestras vidas, economías y sociedades», afirmó el doctor Barbosa.

Las declaraciones del profesional se dan en el marco de la presentación del nuevo informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), denominado -Una nueva agenda para la salud mental en las Américas- mismo que fue elaborado por la Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental y COVID-19 de la OPS.

Si bien la salud mental ha representado históricamente una fuente importante de discapacidad y mortalidad en las Américas, al representar casi un tercio de todos los años vividos con una discapacidad, la pandemia aumentó aún más los factores de riesgo de los problemas de salud mental, como el desempleo, la inseguridad económica y el duelo y la pérdida.

Informe Una nueva agenda para la salud mental en las Américas.

El informe expone que, a pesar del alto nivel de problemas de salud mental en la región, la gran mayoría de quienes padecen una condición no reciben la atención que necesitan. En 2020, más del 80 % de las personas con una enfermedad mental grave, incluida la psicosis, no recibieron tratamiento.

Asimismo, el director de la OPS destacó que esta falta de acceso a la atención se debe a diversos factores previos a la pandemia, entre ellos: la escasa inversión en el área, sólo el 3 % de los presupuestos de salud de los países se destina a la salud mental; la dependencia de la hospitalización de larga duración; la escasez crónica de personal de salud mental capacitado; y el acceso reducido a los servicios para las personas que viven en situaciones de vulnerabilidad.

Por su parte, Néstor Méndez, copresidente de la comisión y director general adjunto de la Organización de los Estados Americanos (OEA) dijo que «hoy no lanzamos simplemente un informe; lanzamos un faro de esperanza, una hoja de ruta para el cambio en la forma en que vemos, tratamos y priorizamos la salud mental en las Américas. Ahora está en nuestras manos cambiar la forma en que abordamos la salud mental, especialmente tras una crisis mundial que la ha afectado profundamente», añadió

En ese sentido el informe de la Comisión ofrece diez recomendaciones para mejorar la atención a la salud mental: Elevar la salud mental a nivel nacional y supranacional, integrar la salud mental en todas las políticas.

Además, aumentar la cantidad y mejorar la calidad del financiamiento para la salud mental, garantizar los derechos humanos de las personas con problemas de salud mental. Promover y proteger la salud mental a lo largo de toda la vida; mejorar y ampliar los servicios y la atención de salud mental a nivel comunitario.

También se destaca que se debe fortalecer la prevención del suicidio, adoptar un enfoque trasformador frente a las cuestiones de género en pro de la salud mental, abordar el racismo y la discriminación racial como determinantes de la salud mental, mejorar los datos y las investigaciones sobre la salud mental.

Finalmente, los panelistas coincidieron que es crucial invertir en salud mental para promover un desarrollo humano equitativo y sostenible que permita a todos vivir con bienestar. LB

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