
Pocas obras de la literatura universal poseen la trascendencia de La Orestíada de Esquilo. Esta trilogía no solo ofrece un profundo estudio sobre la naturaleza de las pasiones humanas —en particular, la venganza y la lealtad— sino que también presenta una visión novedosa del papel que la justicia y la razón pueden desempeñar en moderar y canalizar dichas emociones.
La tragedia griega es un género teatral caracterizado por conflictos profundos, generalmente vinculados al destino, la justicia y la moral. Sus historias giran en torno a personajes nobles que enfrentan dilemas que los conducen a la desgracia, muchas veces debido a una maldición familiar o la intervención divina. El protagonista, conocido como héroe trágico, posee un defecto fatal (hamartia), como el orgullo excesivo (hybris), que lo lleva a su ruina. El destino es ineludible y, aunque intente cambiarlo, termina por cumplirse.
La tragedia griega representa la lucha del ser humano contra fuerzas superiores, pero también refleja los conflictos internos de los personajes al tomar decisiones difíciles ante influencias contradictorias: el honor, la justicia, el deber hacia la patria o la familia, las obligaciones sociales, la costumbre y los compromisos asumidos. Por ello, estas historias resultan mucho más complejas e interesantes que otros géneros donde los personajes se dividen de manera clara en «buenos» y «malos».
La Orestíada es una trilogía de tragedias escrita por Esquilo, compuesta por Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides. La obra narra la maldición de la casa de los Atridas y la evolución de la justicia en la antigua Grecia. Es importante recordar que estas piezas fueron concebidas como obras teatrales para ser representadas y solo más tarde se consolidaron como parte de la literatura.
En Agamenón, la historia comienza con el regreso del rey Agamenón a Argos tras la Guerra de Troya. Su esposa, Clitemnestra, lo recibe con falsas muestras de afecto, pero en realidad planea asesinarlo en venganza por el sacrificio de su hija Ifigenia antes de partir a la guerra. Con la ayuda de su amante, Egisto, Clitemnestra mata a Agamenón y a su esclava y concubina, Casandra, iniciando así un ciclo de venganza.
En Las Coéforas, años después, Orestes, hijo de Agamenón y Clitemnestra, regresa a Argos por mandato del dios Apolo para vengar a su padre. Con la ayuda de su hermana Electra, Orestes asesina a su madre y a Egisto. Sin embargo, su crimen no queda impune: las Erinias, diosas vengadoras del matricidio, comienzan a perseguirlo sin descanso, sumiéndolo en la locura.
En Las Euménides, Orestes busca refugio en Atenas, donde la diosa Atenea interviene y organiza el primer tribunal de la historia para juzgarlo. Apolo defiende a Orestes, mientras que las Erinias exigen castigo. El juicio se decide con votos divididos y, finalmente, Atenea emite el veredicto que absuelve a Orestes. Para apaciguar a las Erinias, la diosa les otorga un nuevo papel como protectoras de la justicia y les concede el nombre de Euménides («las benévolas»), marcando el paso de la venganza personal a la justicia institucional.
En la primera parte de la trilogía, el ciclo de violencia está impulsado por las pasiones humanas más elementales: la ira, la venganza y el deseo de retribución. Clitemnestra mata a Agamenón por venganza, y Orestes, a su vez, la asesina para hacer justicia a su padre. Este patrón de represalias refleja una sociedad gobernada por la ley del talión, donde la justicia es un asunto personal y perpetúa el sufrimiento.
Sin embargo, en Las Euménides, Esquilo presenta una transformación clave: en lugar de continuar con la venganza, Atenea interviene y establece un tribunal, introduciendo un sistema de justicia basado en el juicio y la deliberación. Esto simboliza el paso de una sociedad primitiva, regida por la emoción y la represalia, a una sociedad civilizada, donde los conflictos se resuelven mediante la ley y la razón. La conversión de las Erinias en Euménides representa también la integración de fuerzas antiguas en el nuevo orden, mostrando que la justicia no debe ser solo racional, sino también capaz de conciliar lo humano y lo divino.
En este sentido, La Orestíada es una reflexión sobre el progreso humano. Esquilo muestra que la civilización solo avanza cuando las sociedades logran superar sus instintos primarios y establecen instituciones que regulen los conflictos de manera equitativa. El tribunal ateniense introducido en la obra es un claro elogio a la democracia y la legalidad, valores fundamentales en la Atenas del siglo V a. C. y pilares del pensamiento occidental sobre la justicia.
Para leer PDF gratuito:
http://www.ctvteatro.com/Biblioteca/Esquilo/La.Orestiada.pdf