La inseguridad, otro desafío de grandes magnitudes en el Distrito Central

Tegucigalpa (Por Joel Perdomo) – Últimamente las cosas se han complicado aquí, la semana pasada un sujeto se subió al taxi que me llevaba al puesto de ventas en Comayagüela, yo opté por pagar transporte directo (exclusivo), previendo precisamente un posible asalto, me quitó hasta lo que debía pagar por trasladarme desde la Cerro Grande al mercado, dijo una comerciante que accedió hablar en condición de otra identidad con Proceso Digital. Su nombre para este trabajo es “Roxana Rosales”.

– En los buses y taxis del servicio público se cuentan decenas de historias a diario. Muchos viven para contarlo, otros arrastran traumas por mucho tiempo.

– El servicio de taxis VIP no se escapa de los asaltos, muchos conductores denuncian que han sido víctimas de asaltos por bandas que operan e incluso burlan las medidas de seguridad de la aplicación tecnológica.

– En los principales bulevares y centros comerciales operan bandas criminales que dan seguimientos a sus víctimas hasta consumar los delitos.

No pude verle el rostro -recordó y siguió- era un muchacho joven andaba mascarilla y gorra se aprovechó que había tráfico lento para montarse al taxi, no dejó opción para que el taxista al menos intentara hacer algo, estaba armado, me quitó la mercadería y los celulares de ambos, hizo lo que tenía que hacer se guardó su pistola y muy tranquilo salió del lugar, nosotros quedamos atrapados y sin opciones de denunciar el asalto.

Tegucigalpa es desde hace algunos años un escenario donde delincuentes, criminales, sicarios, extorsionadores, maras y pandillas, condicionan el día a día de los capitalinos, pareciera que son ellos la autoridad, los delincuentes no tienen piedad alguna y logran imponerse, cuando de cometer sus fechorías se trata, no les importa a quien llevarse de encuentro, señaló la denunciante.

Los atracos a mano armada ocurren a cada momento en transitados bulevares, muchos de ellos quedan grabados en cámaras de seguridad ciudadana, en tanto los centros comerciales tampoco se escapan de este flagelo ya que redes criminales vigilan sus potenciales blancos, les dan seguimiento hasta consumar los delitos.

Ciudadanos, transportistas, comerciantes y empresarios, deben cumplir con sus actividades cotidianas, en medio de un clima tenso, el temor es parte de su andar laboral. Aseguran que la situación es complicada para todos, porque aparte de que no hay oportunidades de empleo, la delincuencia, los extorsionadores y los corruptos, siguen haciendo de las suyas.

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Secuestro y asalto

En otro costado de la ciudad, cerca de donde hace algunos meses funcionó el Aeropuerto Internacional Toncontín, Carlos, estaba esperando taxi para trasladarse a su centro de estudios, llegó procedente de La Esperanza, Intibucá, departamento del occidente del país, se bajó ahí porque siempre ha creído que es una zona transitada y segura, sin embargo, no todo salió bien, pues las cosas se complicaron en un abrir y cerrar de ojos.

Desde el imponente cerro Juana Laínez se aprecia a las ciudades gemelas de Tegucigalpa y Comayagüela.

Previo a abordar el vehículo, tomó su celular y avisó a su mamá que había llegado bien a la capital; eso fue lo último que se supo de él ese día, su familia desesperada comenzó a llamarle, pero nunca hubo respuesta alguna, entonces optaron por postear fotos en las redes sociales para avisar que estaba desaparecido y en efecto, se montó en un taxi, cuyo conductor en complicidad con dos personas más lo secuestraron por más de 24 horas para asaltarlo.

“El taxista parecía buena persona, nunca me imaginé que se prestaría para algo así, me anduvieron por varios lugares de la ciudad, me golpeaban con el arma para que les diera información mía, les dije todo, por momentos no sabía dónde estaba, no recuerdo mucho, pero desperté al siguiente día muy golpeado en un sector de la colonia El Carrizal, eran tres tipos, gracias a Dios estoy con vida y es todo lo que quiero decir”, contó el joven estudiante.   

¿Y cómo fue que lo encontraron? Le consultó un enviado de Proceso Digital a Carlos: “pues mi familia denunció el caso le dieron seguimiento y luego avisaron a mi familia donde estaba yo, fue complicado porque me quitaron el celular y lo abandonaron en el lugar donde me interceptaron, cuando lo rastrearon me fueron a buscar ahí y solo encontraron el aparato, de mí no sabían nada, por momentos pensé que vivía mis últimas horas.

El servicio de transporte público se torna una travesía para los capitalinos.

La travesía del transporte público

Regina trabaja en el bulevar Morazán, reside en la colonia John F. Kennedy, todos los días aborda dos taxis para poder llegar su trabajo, habitualmente en Plaza Cuba, en el bulevar Centroamérica, donde hace su primera estación para tomar su segundo taxi. Es una rutina que lleva haciendo hace más de tres años y donde ha sido víctima de asalto en más de tres veces “la primera vez fue aterrador, eran dos hombres que hacían fila conmigo”, recordó.

Ella nos relató que no porta objetos de valor y dinero, solo carga lo que estima gastará en un día normal. “En el punto -de taxis- todos nos conocemos, a veces cuando hay personas extrañas uno tiene que esperar o ceder su lugar para no irse, si se tiene alguna mínima sospecha, o sí no se anda con mucho tiempo, pues hay que pagar el valor de los cuatro pasajeros para irse sola en el taxi, no es rentable, pero a veces no queda de otra”, externó.

Está entre otras, son algunas de las realidades a las que se enfrentan los capitalinos, en el afán de cumplir con sus labores, también los visitantes de la ciudad en sus eventuales quehaceres, sin embargo, hay personas que no viven para contar la historia, que corrieron con otra suerte cuyo destino fue indeseado y doloroso para las múltiples familias víctimas de la ola de delincuencia, violencia y criminalidad en la que está sometida la capital.

La titular del OV-UNAH, Migdonia Ayestas.

La ciudad más violenta de Honduras

Datos dados a Proceso Digital por el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH) indican que la capital es el municipio donde más actos violentos homicidas se han presentado al primer semestre del presente año con casi 170 casos que dejan una tasa parcial de 12.6 muertes por cada 100 mil habitantes.

Datos oficiales de la Policía registran mil 934 crímenes a nivel nacional, Cortés y Francisco Morazán, son los departamentos más violentos con 370 y 290 homicidios respectivamente, el Distrito Central es el municipio que más actividad criminal registra de todo Honduras, le sigue San Pedro Sula, en ambas ciudades ocurrieron a la fecha 418 crímenes. 

La violencia va en crecimiento -explica a Proceso Digital Migdonia Ayestas-, directora del OV-UNAH, ya que en julio se registraron 13 homicidios por cada 100 mil habitantes, y a nivel nacional las cifras se mantienen, unas 10 personas mueren diariamente producto de la violencia y criminalidad en Honduras.

El Distrito Central es una de las dos ciudades más violentas de Honduras.

De las 32 masacres que van este año, cuatro ocurrieron en el Distrito Central, incluida la del pasado 14 de julio, donde fueron asesinados cuatro jóvenes, entre ellos el hijo del expresidente Porfirio Lobo, a la salida de una discoteca en el Bulevar Morazán. Curiosamente después de ese hecho criminal la ciudad tuvo ocho días sin registran una sola muerte violenta, un hecho poco antes visto en la historia reciente.

La capital es, además, el municipio más violento para las féminas (40), es también donde se registra la mayor cantidad de muertes para los transportistas, solo en este año ya suman unos 30 crímenes. “Lamentablemente más de 30 jóvenes menores de 18 años han sido asesinados este año en el Distrito Central”, reveló la experta en seguridad.

Hay barrios y colonias donde la autoridad no llega porque son controladas por las maras y pandillas.

Epicentro de maras y crimen organizado

Según Ayestas, cuando las ciudades son grandes (1.3 millones de habitantes) muchos factores influyen para hacerlas violentas, estos tienen que ver con la pobreza, desempleo y falta de servicios básicos. Hay barrios y colonias donde la autoridad no llega porque son controladas por las maras y pandillas, quienes ofrecen una falsa seguridad en el entendido que mantienen todo bajo control.

“Entonces la oferta para delinquir en ciudades como Tegucigalpa, es grande; la ciudad está rodeada por maras, pandillas, células del narcotráfico y flagelos como la extorsión, la delincuencia común y la criminalidad organizada”, explica Ayestas.

Un problema mayor es la impunidad en que se mantienen los delitos de criminalidad, ya que, si no se investiga, no judicializa y no se penaliza al responsable, entonces los criminales siguen sus actividades porque saben que el Estado no los va a perseguir, es urgente trabajar temas de prevención, cultura y educación, concluye la experta en criminología.

Dos niños hacen malabares bajo de un semáforo de un bulevar de Tegucigalpa, Honduras. EFE/Gustavo Amador/Archivo

Consecuencias del libertinaje

Seyda Sánchez, psicóloga forense y experta en criminología, atribuye que en la capital se encuentra en esa crítica situación porque se permitió no solo la instalación del crimen organizado, sino de maras, pandillas y el narcotráfico, “ahora son fenómenos insostenibles, son estructuras poderosas y enfrentarlas no es sencillo para el Estado”, externó.

En la capital se encuentra concentrado el poder político, desde donde se buscan atender todos los problemas del país, sin hacer lo propio por la cuidad, donde hay una población grande y eso ya hace a su gente, un blanco perfecto para el tráfico de drogas, extorsión, trata, corrupción y otros males, sin que la autoridad se de abasto, aseveró la experta.

Y añade que la violencia y criminalidad es un tema amplio, está tan arraigado en este país, que resulta insuficiente poderlos enfrentar, pero eso no indica que no se pueda hacer nada, creo que todo pasa por la voluntad que se ponga desde quienes toman decisiones y claro tienen que replantear la política para poder recuperar la tranquilidad de la ciudadanía. 

La ola de violencia, inseguridad y criminalidad, es un alto precio que paga la ciudad por la permisividad que hubo para los antisociales, ese libertinaje del que gozaron por años, les permitió hasta organizarse, que ahora, vemos que operan sofisticadamente y con logística basta para lograr sus objetivos, tienen inteligencia y hasta aleados en el Estado, según la psicóloga forense.

Una mujer camina frente a un grafiti donde se denuncia los feminicidios, hoy en Tegucigalpa (Honduras). I EFE

Silencio y miedo ¿o represalias?

La población por las calles de la ciudad prefiere no hablar, temen que sus victimarios puedan identificarlos y afectarlos nuevamente. La mayoría de las personas han sido víctimas de un asalto por lo menos, pero la situación es todavía más tensa con los conductores de taxis y dueños de negocios en los mercados de Comayagüela o Tegucigalpa.

Las personas de los mercados, claramente rechazan hablar, casi como que se ponen de acuerdo o pareciera que siguen algún tipo de instrucción; un enviado de Proceso Digital intentó hablar con varios comerciantes y ellos de primera contestan que no, el tema no les interesa y denunciarlo menos, consideran que es una lucha perdida y viven sometidos.

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Tampoco los taxistas hablan, ellos abordan el tema de manera muy general, reconocen que son extorsionados y que ahora aparte de pagar la cuota del alquiler del taxi, los propietarios les han trasladado la responsabilidad de cumplir con el pago de extorsión, la situación es crítica y su vida se encuentra en riesgo, porque de no cumplir cualquier cosa puede pasar.

Así transcurren los días en la principal ciudad de Honduras, donde sus pobladores demandan acciones precisas de las autoridades para instaurar un clima de tranquilidad y paz. JP

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