Tegucigalpa, Honduras. Salvador Allende dijo que «no hay revolución sin canciones». Tampoco hay conmemoración sin convenciones.
Este 28 de junio se recordarán los 15 años del golpe de Estado contra el expresidente José Manuel Zelaya Rosales (2006-2009) y también tendrá lugar el Foro de Sao Paulo y la reunión del Grupo de Puebla.
Amargos 15 años
Historias del golpe, represión, vulneración de derechos y todos los hechos derivados de esa época antidemocrática se cuentan con un micrófono, una guitarra, una letra transgresora, un canto libertario y muchas conciencias y memorias que registran las gestas libertarias de este y otros pueblos de América Latina.
Contar cantando y cantar contando. Para que suene bonito el horror de las represiones. Las críticas sonoras son la mejor forma de llevar mensajes y crear conciencia en medio de un adoctrinamiento que impide que los pueblos levanten la cabeza.
15 años después, la música sigue siendo bastión de luchas sociales, políticas y culturales; su influencia y conciencia se preserva a lo largo de los tiempos, y en Honduras no es la excepción.
Canciones de golpe
Conmemorando el primer año luego de aquel fatídico 28 de junio de 2009, cantantes hondureños agrupados en la Fundación Artistas Construyendo la Esperanza (Fundarce) crearon un disco homenaje denominado «Honduras en resistencia. Un año de lucha».
Cada una de las 12 melodías recogía en esencia los hechos políticos por los que atravesaba la Honduras post golpe, como un recuerdo imborrable de la ruptura democrática. Vamos a intentar rescatar algunas de esas letras que se convierten en historia musicalizada.
La Cuarta Urna
Se registra como el inicio (al menos mediático) de los hechos que detonaron en un conflicto social sin precedentes, terminando en un golpe de Estado.
«Esperábamos ese día con inmensa emoción / La encuesta se realizaría por el bien de la nación / Pero esa madrugada la tristeza imperó / La horda uniformada al presidente expatrió / Por orden de la oligarquía, golpe de Estado daban / El Congreso Nacional, la Corte y la Fiscalía». (Canción: Ni olvido ni perdón).
La intención del expresidente era habilitar una Cuarta Urna en las elecciones de noviembre de 2009, con el fin de consultarle al pueblo hondureño si estaba o no de acuerdo con Una Asamblea Nacional Constituyente.
«Forjar la nueva Asamblea Nacional Constituyente / Es trascendental tarea de un pueblo que está consciente / Que el neoliberalismo tenemos que erradicar / Que no haya más injusticia en la patria de Morazán… Con la Constituyente, el pueblo es el que propone / Con la Constituyente, también es el que dispone». (Canción: La Constituyente, que invita a unirse, organizar y concientizar al pueblo para ganar la lucha).
El domingo 28 de junio de 2009, fuerzas militares detuvieron y expatriaron a Costa Rica al presidente Zelaya.
«El hecho que es aberrante, hiere nuestra dignidad / En la encuesta no vinculante, ellos se quieren justificar». (Canción: Golpistas canallas).
Rápidamente, la noticia dio la vuelta al mundo y las condenas internacionales no se hicieron esperar. En Honduras, las manifestaciones protestando contra el golpe eran el pan de cada día.
«Esta marcha es del pueblo que por justicia reclama». (Canción: La marcha del pueblo, que habla sobre el carisma del expresidente entre los sectores sociales y las luchas populares emprendidas).
Previo y posteriormente al golpe de Estado, se había activado el movimiento de «Las camisas blancas» en un llamado a «marchar por Honduras, por el orgullo de ser catrachos, para respaldar la Constitución y preservar la armonía y la paz».
«Yo quiero mi camisita blanca / De esas que se dan para ir a marchar / Hechitas a la medida / A plazos para pagar / Yo quiero mi camiseta para ir a protestar… / Yo quiero mi cancionero blanco / Con himnos blancos para la paz / Para cantar con Canelo “Los lazos de la amistad” / Yo quiero mi cancionero pa´ cantar y no pensar». (Canción: Camisita blancas, una sátira contra los grupos de poder que se autoconvocaban para preservar el statu quo que les favorecía).
Protesta con conciencia
«La voluntad de mi pueblo, es la voluntad de Dios / Y estamos muy decididos a luchar por la liberación / Morazán enseñó el camino de la transformación social / Y hoy forjamos nuestro destino exigiendo el poder popular». (Canción: Golpistas canallas).
Sin duda, las iglesias fueron uno de los sectores que no se escaparon a la condena social («Cristo al servicio de quién», preguntarían Los Guaraguaos -en su popular versión de esa melodía- y acompañarían ese cuestionamiento con el estribillo: «no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz»).
Pero la paz no llegaba… ni la conciencia. Es más, otros grupos orquestaban su fuerza para mantener la fachada de una democracia que ya ni siquiera estaba decadente, sino muerta.
El papel del Congreso Nacional, Corte Suprema de Justicia, Procuraduría General de la República, fiscales del Ministerio Público, fuerzas del orden, grupos empresariales y medios de comunicación también quedó plasmado en el registro histórico musical, en canciones como: «Ni olvido ni perdón», que recuerda a los mártires de la Resistencia, a quienes les promete patria, mientras que a los traidores y golpistas les dedica el título.
«¡Y cómo hemos de olvidar! / Al Congreso que en sesión / Tramó la fechoría / ¡Violó la Constitución!… / ¡Y cómo hemos de olvidar! / Que sin motivo ni razón / Con artificios el fiscal / Al presidente acusó… / ¡Y cómo hemos de olvidar! / Al presidente de la Corte / Que con cinismo y cobardía / A los gorilas absolvía / Sabiéndolos culpables / De asesinar a sangre fría / A heroicos patriotas / Que a su pueblo defendían… / ¡Y cómo hemos de olvidar, al pseudo comisionado, que al igual que en el pasado, a su pueblo traicionó!».
Este último fragmento retrata la polémica con las «balas de goma», acaecido el 05 de julio de 2009, en donde sería ejecutado Isi Obed Murillo. Nuevamente, las cruentas represiones se ensañarían con las y los jóvenes, arrebatándoles la vida («Juventud, adelante». Canción interpretada por Los Guaraguao).
En declaraciones sobre el hecho (acontecido en las afueras del aeropuerto de Toncontín, en Tegucigalpa, mientras se esperaba el retorno aéreo del mandatario), el entonces Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Ramón Custodio López (QDDG), dijo que el Ejército solo había utilizado balas de goma para dispersar a la multitud. Lo anterior, pese a testigos que aseguraron que ningún manifestante tenía en su poder armas de fuego.
«Somos un pueblo que lucha / Somos un pueblo que avanza / Unidos y organizados / Construimos nuestra esperanza / La sangre de los caídos / Levantamos con honor». (Canción: Unidos lo lograremos).
Una publicación de Human Rights Watch, que data del 08 de julio de 2009, tituló el hecho «Honduras: Pruebas sugieren que soldados dispararon contra personas indefensas», en relación al uso de «fuerza excesiva» contra manifestantes que apoyaban al presidente depuesto.
«Muchas cosas han pasado / Desde la sangrienta acción / No las hemos olvidado / Las guardamos en el corazón». (Canción: Ni olvido ni perdón).
Aún así, nada detenía las protestas. Es más, se fortalecían…
«Gases y palos que ellos nos dan / De coraje nos han llenado / Las balas que nos disparan / A mi pueblo han enlutado / Pero no tenemos temor / Ante tanta represión / A la patria damos amor / Con valentía y devoción». (Canción: Golpistas canallas).
Soldado, ¡únete!
Y para los militares también hubo dedicatoria: «¡Óyeme! / Si apuntas y disparas / Y bombas tú lanzaras / Lo hará contra ti mismo / Dime tú, ¿por qué si eres del pueblo / Vienes a obedecerles / Y llegas a reprimirnos». (Canción: Soldado únete).
Las coberturas periodísticas daban fe de la situación que se vivía en las calles, una notable militarización en donde las fuerzas represivas amedrentaban a las y los manifestantes, quienes se oponían aún en medio de enfrentamientos desiguales.
«Soldado / Si vienes de nuestro lado / Con el pueblo habrás ganado / Honor y dignidad / La lucha / Es contra quien ha causado / La miseria de mi pueblo / Lo tienes que comprender / Reflexiona, compañero / La historia te juzgará / Solo el pueblo salva al pueblo / ¡Únete!». (Canción: Soldado únete).
Aún la historia sigue sin juzgar al general en condición de retiro, Romeo Vásquez Velásquez, quien era la persona a la cabeza del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras.
«Oiga, soldado / Usted es utilizado / Véngase de mi lado / Consígase un tolete / Hágase una clave / Que no suene grave». (Canción: La Cacerola).
No solo salió avante y condecorado por el Congreso Nacional, le dieron la gerencia general de la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones e, incluso, fundó un partido político: Alianza Patriótica Hondureña. Dentro de sus propuestas de campaña estaba crear una policía escolar. Se enorgullece de su rol durante el golpe de Estado. Ahora es líder de opinión.
«Soldado / Emprende tu retirada / Que de ese lado no hay nada / Que tengas que defender / ¡Escúchame! / Tú eres quien pone el pecho / Y ellos huyen del lecho / Si ven que van a perder». (Canción: Soldado únete).
Alauca
«Nadie pensó en detenerse / Íbamos para Las Manos / Regresaba el presidente a su terruño amado / Pero el usurpador implantó el toque de queda / Con gorilas sembró el terror / Cerró todas las fronteras / Pero el pueblo enardecido desafió al dictador / Y al encuentro solidario de su líder avanzó». (Canción: Alauca).
La melodía cuenta el retorno del expresidente, momento hecho himno y descrito como: «Donde el cerco del tirano se rompió».
La letra rescata los acontecimientos que tuvieron lugar en la frontera de Honduras con Nicaragua, en Las Manos, Alauca, en el departamento de El Paraíso, cuando el presidente derrocado intentaba ingresar al país a través de un punto ciego.
«… Y en la gesta libertaria / Pedro Magdiel su sangre derramaba / Convirtiéndose en bandera de la lucha enarbolada», continúa la letra, en homenaje a uno de los primeros mártires de la Resistencia, quien fue detenido y ejecutado el 25 de julio de 2009. («Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos», cantó Alí Primera).
«Muchas vidas se perdieron / Mucha sangre derramada / ¡Ninguna será en vano! / Nuestro pueblo lo proclama / Por ellos hoy luchamos / Por ellos hoy juramos / Para ellos habrá patria / Y para los traidores, ¡jamás! / Por el pueblo sentenciamos / Con ferviente devoción / Que para los golpistas / No habrá olvido ni perdón». (Canción: Ni olvido ni perdón).
Sonidos de Resistencia
Las cacerolas sonaron e incomodaron en diferentes barrios y colonias como una forma de expresar la ira por la represión y el rompimiento del orden constitucional, vendido como «sustitución constitucional».
«Señores y señoras / ¡Únanse a la marcha con su cacerola!». (Canción: La Cacerola).
Ni las amenazas ni el toque de queda callaron la «bulla» de la Resistencia organizada y, en medio de la anarquía, las y los hondureños en repetidas ocasiones hicieron sonar sus cacerolas.
«Y que suenen los pitos / También las sirenas / Pa´ que llore la gorila / Como una magdalena». (Canción: La Cacerola).
Durante semanas, «El Cacerolazo» se convirtió en una tradición y en el mecanismo de protesta más popular.
«Toquemos bocinas / ¡Qué suenen las frideras! / Las cacerolas a las gorilas las pone en bol». (Canción: La Cacerola).
Sin embargo, el ruido no llegaba a ensordecer los oídos de los artífices del golpe, que justificaban sus acciones en el supuesto plan continuista del presidente expulsado. Mientras, el pueblo cantaba:
«Golpistas canallas / A la cárcel van a ir» (Canción: Golpistas canallas).
Las rimas, consignas y demandas sociales suenan mejor acompañadas con instrumentos musicales, «Si este no es el pueblo / ¿El pueblo dónde está? / El pueblo está en las calles exigiendo libertad…». «Este movimiento no se detendrá / Y al que se le oponga se le aplastará…». «¡Arriba, abajo! / Golpistas al carajo…». «¡Alerta! / Alerta que camina la lucha popular por América Latina».
Y hablando de América Latina…
Latinoamérica canta
Bien lo dice y canta, Mercedes Sosa: «la guitarra americana, peleando aprendió a cantar». De ello y más pudo dar fe Víctor Jara, a quien ni con 44 balazos pudieron callar y hoy en día sigue sembrando himnos en la resistencia latinoamericana como uno de los padres de «La Nueva Canción Chilena»y suinmortalizado «Canto, ¡qué mal me sales!». ¡A desalambrar, Víctor!
También se reafirma esa lucha en la guitarra y voz de Silvio Rodríguez. Si me dijeran pide un deseo… Silvio es el máximo exponente la «La nueva trova cubana». Con casi seis décadas de carrera musical, ha escrito al menos 560 canciones y publicado una veintena de álbumes que son un exquisito reflejo de la historia revolucionaria.
Como vemos, la revolución es social, económica, política, cultural y, por supuesto, musical. Las y los artistas son garantía de que si -por algún motivo- olvidamos nuestra historia, mientras las cuerdas vivan, la música nos la recordará y será una memoria para que los hechos no se repitan.