Por Alberto García Marrder
Para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras.
Donald Trump se ha equivocado de rival. Brasil puede aguantar sus golpes comerciales y darle represalias.
Y Lula da Silva puede parecer un chiquitín (1.68 m. de estatura), pero es un político gigante de América Latina, salvo esa reunión extraña de los BRICS. Y es peleón por naturaleza.
Y Trump tiene dos ampollas que le pican: Bolsonaro y los BRICS, recientemente reunidos en Río de Janeiro. El 50 por ciento de tarifas a Brasil es una excusa, que puede bajar pronto. Lo explico:
El ex presidente ultra conservador Jair Bolsonaro está acusado en su país, Brasil, de estar involucrado en un supuesto intento de golpe de Estado contra Lula da Silva, además de asesinarlo. Cosa que él niega. Y para evitar su salida del país, tiene una pulsera magnética en la rodilla.

Trump, su amigo desde su primera presidencia, lo defiende como “una caza de brujas” y ha ordenado que se suspenda el visado de entrada a Estados Unidos de once miembros del Tribunal Supremo y que cese el caso en su contra.
Pero esto ha creado una división entre los seguidores de Bolsonaro en Brasil. Contentos con el apoyo de Trump, pero inquietos por sus aranceles que perjudicarán a las exportaciones brasileñas.
Y, además, el general Mario Fernández, declaró ante el Supremo de Brasil sobre el supuesto golpe de Estado, que además de eliminar a Lula da Silva, también pretendían matar al juez Alexandre de Morais.
Lula da Silvia ha reaccionado y ha acusado a Trump de interferir en el sistema judicial de su país.
“Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos y no es un emperador del mundo”, dijo contundente en una entrevista con la cadena CNN.
El Secretario de Estado norteamericano (Asuntos Exteriores), Marco Rubio, dijo en un comunicado que la “caza de brujas política del juez del Supremo Tribunal de Brasil, Alexandre de Morais, contra Jair Bolsonaro creó un complejo de persecución y censura tan amplio que no solo viola los derechos básicos de los brasileños, si no que extiende más allá de las costas de Brasil para atacar también a los estadounidenses”.
El tema de los BRICS es más complejo. ¿Que son los BRICS? Teóricamente es un grupo de países con economías emergentes y de rápido crecimiento, que en el año 2050 pueden llegar a convertirse en potencias mundiales. Los socios fundadores fueron China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica. Luego se adhieron como países socios Argelia, Bielorussia, Cuba, Kazastan, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda y Uzbekistan. Argentina, que rápidamente vio el peligro de “esas amistades”, rechazó en el 2024 la invitación a unirse.
Es de risa que Cuba, con una economía fracasada, esté en ese grupo. Solo falta que inviten a dos dictaduras más de América Latina, donde escasean alimentos y medicinas: Nicaragua y Venezuela.
Estados Unidos ha denunciado que este grupo, dominado por China, es “antioccidental” y que pretende devaluar el precio del dólar y cambiarlo como moneda internacional de cambio por uno inventado por Pekín.

Brasil, mientras tanto, no se ha dejado amedrentar por la amenaza de Trump de un arancel del 50 ciento y busca nuevos mercados en Asia. Además, compra más a Estados Unidos que exporta, es decir, hay un superávit favorable a Washington.
Y cuando los norteamericanos se den cuenta que su tradicional café brasileño que toman cada mañana vale el doble por las tarifas, sus airadas quejas se escucharán en la Casa Blanca.
Trump dijo hace un mes que muchos gobernantes lo llaman desesperadamente para negociar (“they come to kiss my ass” … “Vienen a besarme el trasero”). Pero Lula da Silva no será uno de ellos.