Tegucigalpa, Honduras. La casa (Vida mejor), la Sala (de lo Constitucional), el cuarto (poder) y la cocina (con la refrigeradora llena de camarones congelados por dos años)… Esos fueron los «trending topics» en la agenda mediática durante la semana.
El martes 09 de abril, el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) presentó una nueva denuncia ante el Ministerio Público, al identificar un perjuicio económico de más de 160 millones de lempiras en proyectos no liquidados a la extinta Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social (Sedis).
Esos lempiras les fueron arrebatados de metro en metro a familias beneficiadas a través de proyectos para vivienda, techos y pisos. Una estafa por menudeo que de «poquito en poquito» representa una millonaria suma.
La otra noticia la protagonizó la Sala de lo Constitucional, que sigue en conflicto por el tema de la precedencia. El Poder Judicial publicó una fotografía de la magistrada presidenta de la Corte Suprema de Justicia, la abogada Rebeca Ráquel, posando con los magistrados/as integrantes, lo que rápidamente despertó las alarmas entre quienes aseguran que no es más que un aviso (o amenaza) para quienes se rehúsan a aceptar al nuevo presidente de la Sala de lo Constitucional nombrado de dedo y no con base en la precedencia que tanto ha dado de qué hablar. Mientras tanto, el Pleno sigue sin reunirse, la Sala está desordenada y se sacan los trapitos al sol. ¡Ah! Pero de admitir y resolver recursos de inconstitucionalidad, no se acuerdan. ¿Y la justicia? En la sala de espera.
Por otro lado, el «primer poder» se sigue peleando con el denominado «cuarto poder». Los intercambios de mensajes, declaraciones, comunicados, insultos y mentadas de (…) son el pan nuestro de cada día en las redes sociales, entre representantes del gobierno y de los medios de comunicación (me gusta cuando callas…).
La «prensa Libre» no tolera la crítica (constructiva, destructiva, de ningún tipo) y esa actitud reactiva y ofensiva los desconcentra y le genera problemas de imagen al gobierno de la presidenta Xiomara Castro, quien a través de un comunicado tomó una decisión que para muchos va a resultar peor la medicina que la enfermedad: centralizó la comunicación gubernamental a través de la Secretaría de Planificación Estratégica, cuyo secretario es uno de los más activos contestando mensajes de opositores, bloqueando insultos y «visceralizando» su defensa ideológica sin reparar en lo que dicta el Código de Conducta Ética del Servidor Público y que, por sentido común, establece que son los funcionarios y servidores quienes están llamados a ser más tolerantes y moderar su tono ante toda persona, pues son empleados del soberano.
El ministro Ricardo Salgado salió al paso agradeciendo la confianza de la presidenta y prometió hacer un «esfuerzo supremo» para comportarse y no responder a «todos» los insultos. Desde esa Secretaría, ya comenzaron a reactivarse a través de publicaciones bajo el sello de «Sin manipulación», iniciativas con las que buscan contrarrestar la información transmitida por la matriz mediática fáctica. Y para cerrar con el menaje, pasamos a la cocina con los camarones congelados en el frigorífico.
Las polémicas declaraciones del secretario de Desarrollo Económico, Fredis Cerrato, causaron risa a algunos y molestias a otros. Según el titular de la SDE, «el camarón no pierde» porque puede durar dos años si se mantiene congelado. Una cosa es lo que duren y otra que los clientes quieran comprar camarones viejos. Se congela el camarón, se congela la exportación, se congela la inversión, se congelan las ventas, se congelan las ganancias, se congelan los empleos, se congelan los cerebros (… y por más de dos años).