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La cárcel invisible de la vejez: cuando se condenan a madres y padres al olvido

Chasty Fernández

El encierro forzado de adultos mayores bajo el pretexto de una condición de salud es violencia que debe ser denunciada, investigada y sancionada por la ley.

En muchas familias, la vejez no se vive como una etapa de respeto y ternura, sino como una condena al aislamiento. Madres y Padres que fueron sostén y sacrificio durante décadas terminan encerradas/os entre cuatro paredes, sin compañía ni afecto, convertidas/os en fantasmas dentro de su propio hogar. La tercera y cuarta edad, en lugar de ser un tiempo de calma y reconocimiento, se vuelven una experiencia de abandono silencioso que destruye lentamente el espíritu.

La sociedad habla con frecuencia de medicinas, de pensiones o de programas sociales, pero guarda silencio sobre lo esencial: el amor. Ninguna pastilla sustituye un abrazo, ninguna dieta reemplaza una palabra de gratitud. El afecto no es un lujo; es una necesidad vital. Sin él, los años se vuelven más pesados, y la soledad se convierte en enfermedad.

Muchas/os hijas/os justifican el encierro diciendo que no tienen tiempo, que trabajan demasiado, que las obligaciones no les permiten estar presentes. Otras/os lo disfrazan de “protección” frente a una condición de salud, cuando en realidad lo que hacen es privar de libertad y dignidad a quienes más necesitan cercanía. Ese encierro injustificado no es solo un problema ético: es violencia psicológica y emocional que debe ser denunciada, investigada y penada por la ley.

La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores reconoce el derecho a la dignidad, a la libertad y a no ser sometidos a tratos crueles o degradantes. Encerrar a una persona mayor sin razón médica justificada y sin acompañamiento afectivo es violencia familiar que el Estado está obligado a prevenir y sancionar.

La cuarta edad, esa etapa de fragilidad extrema, debería vivirse en medio de voces, sonrisas y compañía. Envejecer con dignidad es un derecho humano. Nadie merece morir en soledad dentro de una casa llena de familiares ausentes.

El abandono a la tercera y cuarta edad no es cuidado, es traición. Encerrar a los padres bajo excusas de salud es violencia y debe ser castigado como tal. Quien condena al olvido a sus mayores no solo viola la ley, también traiciona su propia humanidad.

Derechos básicos de las personas mayores:

  • Derecho a la dignidad y al trato humano.
  • Derecho a la libertad y a no ser aislados injustificadamente.
  • Derecho a la compañía, el afecto y la participación familiar.

El Estado tiene el deber de investigar y sancionar el encierro forzado.

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