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Jesús Moliné, exobispo de Chiclayo: «León XIV es el papa que necesita ahora la Iglesia»

Zaragoza (España) – Mucho se ha escrito sobre las vinculaciones hispanoamericanas de León XIV y su carácter misionero, ya que vivió unos cuarenta años en el Perú, donde fue obispo de Chiclayo. Sustituyó en el cargo diocesano en 2015 al español Luis Moliné, quien cree que el nuevo pontífice es «el papa que necesita ahora la Iglesia».

En una entrevista con EFE, Moliné habla de su labor al frente de la diócesis y su relación con el santo padre desde que llegó a tierras peruanas. «Era un hombre sencillo, acogedor», recuerda.

El religioso español, de 86 años, cuenta con una larga trayectoria en el país andino, al que llegó tras doctorarse en Derecho Canónico en Pamplona (España). Primero, ejerció de profesor y párroco en una iglesia de los suburbios de Piura.

Corría el final de la década de los noventa cuando Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar con derecho a sucesión y, ya al final de su obispado, fue Francisco quien aceptó su renuncia por razones de edad.

Moliné conoció a Robert Prevost en Trujillo, la ciudad peruana de la «eterna primavera», en la que el nuevo papa residió más de siete años como formador de los estudiantes agustinos y juez del Tribunal Interdiocesano, cargo que ambos compartían.

De la naturalidad e inteligencia del papa da cuenta el sacerdote español, así como de su papel de misionero, muy valorado también en el seno eclesiástico.

«Realicé una biografía sobre el primer obispo de Chiclayo y él me redactó el prólogo. Ahí ya me demostró la profundidad de su pensamiento», explica Moliné. El padre Prevost estuvo predicando y ayudando en una pequeña población de la sierra piurana.

Una persona «muy cercana y sensible»

«La relación de Prevost con los peruanos era muy cercana porque iba de visita a los pueblos. Él se ponía sombreros, comía lo que le ofrecían… Le decían: ‘Come como peruano, luego es peruano’. La gente le quería mucho, era cordial y sabía estar en su sitio», asegura Moliné.

Y cuenta una anécdota que ilustra esa cercanía. «A los pocos días de estar por allí, cayeron fuertes lluvias, inundaciones, fue una lástima porque se malograron muchas cosechas y los pueblos quedaron aislados. El párroco de un pueblo llamó al obispo para desahogarse y él enseguida cogió el coche y se fue para allá, y estuvo trasladando la ayuda de un sitio a otro».

Pese a que no era uno de los nombres que más sonaban para relevar a Francisco, Moliné admite que él se lo esperaba en cierto modo.

«Cuando pronunciaron su nombre, sentí mucha emoción y di gracias a Dios. No tanta emoción como él, que se estaba conteniendo. Es muy sensible», comenta.

Del nuevo pontífice, obispo emérito español también destacado su «don de gentes» y su capacidad para hablar varios idiomas.

Y sobre su condición o etiqueta de «moderado», Moliné asevera que «es el papa que necesita ahora la Iglesia». «Francisco ha extendido el trigo, ha tocado muchas cosas. Confío en la capacidad de León XIV para recoger la trilla. Va a pulir algunas cosas -augura-, a matizar otras, corregir, añadir…».

Pero Prevost, que es un hombre de «gran capacidad de trabajo», pondrá «su propia impronta» al pontificado, piensa Moliné. EFE

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